4. Habitación vacía (GANADOR)
Concurso Amnistía Internacional.España.
David Guijosa Aeberhard
Katrineholm (Suecia) y residente
en Kungsör (Suecia)
En las aldeas del interior de la
India más alejadas del turismo védico, todavía les ponen precio a las niñas.
Para la mayoría su destino no será un burdel sino la cocina y la alcoba marital
de alguna familia. Se dice que en esas aldeas que comercian sin pudor con sus
hijas habita una casta de mujeres que nadie ha podido pagar. El único dueño de
sus cuerpos son ellas y no se ponen precio.
Sin embargo, un hombre audaz que
no respetaba ni la sabiduría popular ni a nadie que no fuera él mismo, decidió
un día secuestrar a una de aquellas mujeres para convertirla en su esposa. Los
que saben dicen que nadie puede someter a las mujeres de esa casta porque son
capaces de desvanecerse a voluntad. Pero, quién cree hoy en leyendas.
Cuando el secuestrador hubo
llegado hasta su casa, condujo a la mujer hasta un cuartucho sin iluminación,
aseguró el cerrojo y corrió a comunicarle a su familia que lo había conseguido.
Por supuesto, toda la familia quiso ver a la nueva esposa y les llevó corriendo
hasta el cuarto donde la tenía encerrada. La madre, orgullosa, estaba al lado de
su hijo victorioso cuando abrió la puerta para encontrarse en el umbral de una
habitación vacía y en silencio. En el lugar donde debía llorar una mujer
secuestrada quedaba únicamente un montículo de arena y sobre él un pedazo de
madera que decía: yo
decido.
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