Re: [pensamientoautonomo] 2001

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Autor: esceptikuz
Data:  
Para: Lista por una ronda de pensamiento autónomo
Asunto: Re: [pensamientoautonomo] 2001
*acá está publicado
<http://argentina.indymedia.org/news/2011/11/798294.php> también con PDF

Democracia se dice de muchas maneras.
Una lectura de la escena política pos 2001*

*Patricio Mc Cabe*

Durante una década se dieron una serie de cambios en la atmósfera
política sudamericana que recién pueden dimensionarse correctamente en
estos días donde se suceden protestas en buena parte del mundo. Con
epicentro en el Norte de Africa, se viene produciendo una oleada de
manifestaciones de descontento de distinto tipo que abarcan hoy una
buena parte de Europa y alcanza países que parecían inmunes a este tipo
de problemas, como Israel. Todavía es imprevisible el desarrollo de
estos acontecimientos, pero no es aventurado anticipar que, una vez que
se retire la ola, el paisaje político resultante no será el mismo. En
los países árabes esto es más evidente, dado que resulta muy probable
que la resultante de la contestación social sea la mutación de los
regímenes autocráticos en gobiernos que garanticen la explotación con
modales democráticos. En cambio, en el continente europeo donde las
tradiciones democráticas tienen una raigambre más profunda, las
movilizaciones parecen poner en jaque el equilibrio de las democracias
representativas que ven peligrar su legitimidad cuando el capital
profundiza su ofensiva sobre el trabajo. Aunque con distinta velocidad
según las regiones del planeta, el reclamo de mayor democracia parece
teñir el ciclo de luchas en curso.

Si bien es cierto que nada de esto hace peligrar, por ahora, el control
que el capital ejerce sobre el trabajo, a su vez, no se puede dejar de
reconocer que se está inaugurando un nuevo ciclo donde el capital no
domina de la misma forma que antes. Esto se puede avizorar especialmente
en esta parte del mundo donde el resultado del choque entre capital y
trabajo derivó en una serie de gobiernos que gestionan en forma
progresista la acumulación del capital. En todos ellos se gobierna en
nombre de la democracia, reconociendo la protesta como parte de las
reglas del juego. Parece ser que las revueltas de principios de este
siglo todavía están demasiado frescas en la memoria social como para que
sean viables intentos dictatoriales e, incluso, en países como Chile o
Perú (donde el fascismo promedio es mas bien alto) las clases dominantes
parecen replantearse las formas de su dominio.1

El objetivo de este escrito es aportar a la inteligibilidad de los
cambios en curso y el supuesto implícito en el es que se inicia un nuevo
juego político donde las disputas de sentido se darán en torno a la
democracia y sus posibilidades. La aparición de una nueva sensibilidad
política, los esfuerzos del capital por controlar la emergencia de una
esfera pública reacia a los límites estatales, los intentos de liberar
la democracia de la forma estado y las posibilidades de una política
autónoma para enfrentar las nuevas ofensivas del capitalista colectivo
son algunos de los tópicos que recorreremos en las siguientes líneas.

*Episteme democrática*

Se sabe que el ingreso de Argentina en el carril democrático es
relativamente reciente, pero a punto de cumplir la tercera década de
gobiernos republicanos ya se pueden distinguir distintas etapas en este
proceso político. Si bien desde mediados de los 80 la democracia fue una
bandera del gobierno radical de Alfonsín y tuvo alguna fuerza en las
luchas antiburocráticas que los trabajadores encararon por aquellos
años, nada de esto iba a durar demasiado. Las preocupaciones
democráticas de mediados de los ´80 fueron rápidamente barridas por los
intentos golpistas de los carapintadas y por una hiperinflación desatada
como modo de disciplinamiento social. Esto influyó en que durante los
´90 no hubo mayores desafíos al orden democrático y el dominio no
conoció muchos sobresaltos hasta la emergencia piquetera.

Sostenemos que la relevancia que adquiere el concepto de democracia en
la última década es resultado de los acontecimientos que pusieron fin al
gobierno de De la Rúa. Allí se produjo un replanteo de las clases
dominantes sobre cómo evitar el peligro que representaban las
movilizaciones constantes. La crisis que sufrió el régimen político
durante el 2001 primero intentó ser conjurada con un recorte de las
libertades democráticas a través de un estado de sitio, pero esto
fracasó por la resistencia callejera. Hubo un segundo intento de ese
estilo en ocasión de los asesinatos del Puente Pueyrredón que fue
abortado de la misma manera. Hoy los sectores del capital que promueven
la salida represiva son marginales. Y en cambio quienes conducen la
recomposición del régimen, todavía en proceso, apelan a procedimientos
de democracia formal para garantizar la explotación.

Las interpretaciones y los usos posibles que se hacen de la democracia
en el reciente juego de la política tienen una relevancia indudable. La
episteme democrática atraviesa las clases configurando muchas de las
discusiones centrales de la actual etapa. La presidencia de la nación es
tachada de antidemocrática pero lo mismo ocurre con la conducción de la
federación universitaria, que a su vez persigue con ahínco la
"democratización". Desde el 2001 la democracia se dice de muchas maneras
pero sobre todo se dice y se repite como orientación política.

En el campo de las clases dominantes, la oposición al actual gobierno se
presenta como republicana y discute las iniciativas del kirchnerismo
porque no pasan por el Congreso. Incluso en el interior del grupo
gobernante hay reproches porque las decisiones que se toman son
radiales: la presidenta discute con uno y con otro y nunca con todos a
la vez, tal como solía señalar Página 12. En la última campaña
electoral, a la hora de elegir los candidatos oficiales, lo hace la
presidencia en soledad. En la prensa oficial se habla de su hermetismo,
nadie sabe a ciencia cierta lo que va a hacer, se elogia su
clarividencia pero nadie puede opinar salvo el estrechísimo círculo de
su confianza. En los diarios opositores se la critica justamente por su
falta de apego a los procedimientos de la democracia representativa.
Pese a la inconsecuencia de las críticas opositoras, se hacen sobre la
base de que lo deseable es la democracia, de allí que se invoquen
tradiciones republicanas. La discusión en torno a la ley de medios fue
presentada por la fracción dominante como una batalla por democratizar
el espacio de la comunicación que se presenta colonizado por el mercado
en detrimento de la presencia estatal. No ignoramos que son fracciones
del capital que se disputan un área cada vez más vital para sus
intereses. Lo que destacamos es que estas disputas se realizan bajo el
signo de la democracia.

Algo similar ocurre entre los trabajadores. Las últimas luchas tienen
como significante dominante "democracia". Subtes, alimentación, línea de
colectivos 60, petroleros y docentes de Santa Cruz: todos son conflictos
que se sostienen en una forma de organización asamblearia que desborda a
la burocracia sindical. Los delegados de la 60 y Kraft son votados pese
a su izquierdismo porque habitan con éxito la democracia directa. "No
son combativos sino que hacen lo que les decimos", comentaba un chofer
de esa línea ante la pregunta acerca de cómo valoraba a los delegados.
Estas luchas sindicales son la última expresión de un cambio en la
cultura política que arranca en el 2001. Antes, esta nueva cultura se
había expresado en las luchas de preservación del medio ambiente que
tuvieron en Gualeguaychú su emergente y hoy persiste en la actual
organización de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), que se
caracteriza por la reivindicación de la democracia directa. Sin irnos
muy lejos es destacable que las luchas universitarias desde el 2001
tienen como referente excluyente la "democratización" y no es ocioso
recordar que sin esas banderas no se gana ninguna lucha ni se obtienen
votos. La última seguidilla de tomas que se sucedieron entre Filosofía y
Letras y Ciencias Sociales fueron probablemente las que tuvieron el
carácter más asambleario desde el retorno a la democracia, aunque el eje
central de las disputas no haya sido la democratización como en otras
ocasiones sino la obtención de mejoras edilicias. Algo similar ocurre
con la lucha de los secundarios, donde el Pellegrini es emblema y los
modos asamblearios están en la base de la reconstitución del movimiento
estudiantil secundario.

Si bien para dominantes y dominados la democracia constituye una
episteme común, indudablemente no significa lo mismo para unos que para
otros. Para los primeros constituye un modo eficaz de detener las
pretensiones del trabajo en una específica situación histórica. La
interpretación que hace el capital de la democracia es una que la
restringe a los procedimientos de elección de los representantes Para el
campo del trabajo el asunto es más complejo. En la situación de hoy la
democracia en la versión de los trabajadores es un recurso que le
permite organizarse eficazmente para desbordar a la burocracia y obtener
sus reivindicaciones. Cuando en un medio periodístico se interroga a los
manifestantes sobre qué decisión van a tomar, muchas veces se remite a
la asamblea como instancia máxima de decisión. En el ultimo conflicto de
Kraft/Terrabusi la decisión inconsulta de firmar un acta con la patronal
por parte de un delegado motivó que en las elecciones posteriores los
firmantes fueran desplazados por quienes se ciñeron al mandato
asambleario. Durante el conflicto con las pasteras las decisiones de la
asamblea de Gualeguaychú eran tapa de los principales diarios y
mantenían en vilo al gobierno. Esta centralidad del mecanismo
asambleario no es frecuente en muchas partes del mundo. De todas
maneras, la democracia como forma de organización se detiene en la
puerta del taller, dado que en el plano de la producción el despotismo
capitalista permanece indiscutido. A pesar de esto hay que decir que la
historia internacional del movimiento de los trabajadores es rica en
usos de la democracia que ponen en cuestión la propiedad de los medios
de producción. Si bien hubo episodios de autogestión de la producción en
los años recientes de Argentina, de ningún modo este es el color con el
que se tiñe el último ciclo de luchas. De esta y de otras limitaciones
en el campo del trabajo, y de las distintas estrategias para dominar la
esfera pública por parte del actual gobierno, daremos cuenta en los
apartados que siguen.

*Democracia y estado (o colonización estatal de lo público)*

Durante los movidos días de fines del 2001 se hizo presente una esfera
pública cuya emergencia no estaba en los planes de la clase dominante.
El hoy tan mentado "retorno de la política" no es otra cosa que la
disputa en torno al sentido de lo público que se instaló con fuerza
desde aquel momento. El estado de deliberación y movilización desbordó
los carriles tradicionales en los que suelen desenvolverse en democracia
y, ciertamente, la discusión callejera en asamblea, que hoy es postal
ineludible de las movilizaciones europeas, no figuraba en el manual de
procedimientos de la política argentina. Más recientemente, en el ciclo
menemista, el lenguaje era fundamentalmente económico. Buena parte de la
población se desayunaba con índices macroeconómicos y el consumo era la
ideología dominante. Las resistencias que emprendían los trabajadores
eran escasas y muy localizadas. Que hoy el paisaje es otro no lo ignora
nadie. La pregunta es más bien cómo transitar las nuevas derivas del
sistema. Es evidente que quienes más rápidamente percibieron los cambios
son quienes hoy formulan las reglas del juego. En la Argentina actual se
gobierna y (se antagoniza) de otra manera. Incluso hay una redefinición
de términos que suelen ser claves en cualquier lenguaje político que no
puede prescindir de definiciones precisas en torno a lo que se entiende
por lo público, lo privado o lo estatal.

Durante el menemato, el discurso hegemónico asociaba lo público con lo
estatal, y lo estatal con lo ineficiente, que a su vez era representado
en las empresas estatales, con el objetivo de entregarlas a la gestión
privada del capital. Este razonamiento estaba ampliamente extendido
incluso en gran parte del mundo del trabajo, que aceptó la privatización
de las empresas estatales. Otro sector defendía las instituciones
estatales, en parte porque entendía que allí había mejores condiciones
de trabajo, y en parte porque vivía esas instituciones como propias. La
izquierda hizo suya esta bandera inscribiéndose así en una añeja
tradición estadocéntrica que funda el peronismo.

Hoy el revival estatalista que vivimos nos hace pensar que el panorama
ideológico no es demasiado distinto, al menos en este punto. La
asociación entre lo público y lo estatal se sigue presentando como
inevitable aunque ahora en un sentido positivo. Incluso quienes desde la
izquierda hablan del retorno de la política la siguen pensando como
indisolublemente ligada al estado. En la medida en que no se pueda
desatar el lazo que anuda inevitablemente política con estado los
esfuerzos que el trabajo realiza para sacudirse el dominio del capital
quedan inconclusos y terminan fortaleciendo a los que ya detentan los
poderes decisivos en la sociedad.

Disociar política de estado u oponer democracia a estado no es un tipo
de idea que concite demasiada atención. En esta época, sin embargo, hay
algunos autores que ayudan a explorar esta veta ideológica. Jacques
Ranciere es uno de ellos y en El odio a la democracia aparece un intento
de pensar la esfera pública en términos distintos a los habituales en
los intelectuales y partidos de izquierda. Allí afirma:

Ampliar la esfera pública no significa, como lo pretende el llamado
discurso liberal, demandar el avance creciente del Estado sobre la
sociedad. Significa luchar contra un reparto de lo público y lo privado
que le asegura a la oligarquía una dominación doble: en el Estado y en
la sociedad.2

Podemos pensar, en efecto, sin circunscribirnos a las opciones
(mercado/estado) tal cual nos las suelen presentar (como preludio a la
sugerencia de que nos inclinemos por la opción menos mala.) De lo que se
trata es de cuestionar el propio juego que las presenta como opciones.

La dominación efectúa un distingo entre lo público que pertenece a todos
y lo privado donde reina la libertad de cada uno. Pero esta libertad de
cada uno es la libertad , es decir, la dominación de aquellos que
detentan poderes inmanentes de la sociedad. Es el imperio de la ley de
incremento de la riqueza. En cuanto a la esfera pública pretendidamente
purificada de los intereses privados es también una esfera pública
limitada, privatizada, reservada al juego de las instituciones y al
monopolio de quienes las hacen andar3

La distinción entre lo estatal y lo privado es solo una diferencia entre
distintos tipos de dominio. En lo privado mandan los poderosos
económicamente y la ley que rige es el máximo incremento de la ganancia.
En esa lógica, la lucha de los trabajadores se manifiesta en un primer
momento en reclamos salariales. En situaciones normales, este conflicto
es considerado una disputa entre privados y el estado "no se mete". Si
no logran al menos en parte su objetivo, entonces los trabajadores toman
medidas (huelgas, liberación de molinetes, cortes de rutas, ocupaciones
de establecimientos) para que este asunto entre "privados" tome estado
público.

Una vez que afecta a terceros el problema pasa a ser de toda la sociedad
y se espera que el estado actúe. Cuando finalmente esto sucede se
descubre que lo público también está limitado, privatizado por el juego
de las instituciones de la democracia representativa. Por ejemplo la
liberación de molinetes que realizaron los trabajadores de los
subterráneos como medida de lucha se judicializó, y fue castigada por el
código penal. Paralelamente, el ministerio de trabajo no reconoce la
inscripción gremial del nuevo sindicato que realiza esta acción directa.
Lo que presuntamente es la esfera pública aparece dominada por una
burocracia estatal que se arroga el monopolio de las decisiones sobre lo
público. Finalmente queda claro que el estado domina la esfera pública y
que juega a favor del privado poderoso económicamente. La elección por
voto popular de algunos funcionarios no impide que tomen decisiones
contrarias al grueso de sus electores. Los funcionarios judiciales ni
siquiera fueron elegidos en sufragios...

En este modelo que estamos tratando de precisar, una vez que se obtiene
la intervención estatal las luchas encuentran un límite ideológico pero
también físico, especialmente cuando esta intervención llega en forma de
represión directa como está ocurriendo en los últimos meses. Cuando el
campo del trabajo avanza sobre temas sensibles al modelo de acumulación
(la precarización del trabajo, el avance de los agronegocios sobre la
posesión comunal de la tierra, o últimamente la lucha por la vivienda),
el capital muestra la faz represiva de su estado.

La ideología predominante entre los trabajadores "compra" la neutralidad
del estado al que no vislumbra como capitalista colectivo. Contra este
obstáculo se viene chocando una y otra vez. El ciclo de luchas
visibiliza una esfera pública que termina encorsetada en los mecanismos
de la democracia representativa o aplastada por la represión4. Sin
embargo no es la opción represiva la que predomina sino más bien la
colonización por parte del estado del espacio público mediante las
lógicas y procedimientos que provee la democracia representativa. Esto
se hace con una perspectiva de largo aliento en el tiempo. En
consecuencia, en el escenario de las escuelas, por las particularidades
de su dinámica, se pueden ver bosquejados muchas de las líneas de acción
futuras del capital. No olvidemos que una de las características
singulares del grupo gobernante es la búsqueda de recomposición de los
mecanismos de la representación que son cuestionados por una nueva
cultura política que, nacida en 2001, se orienta a la acción directa
pasando por alto muchas veces las mediaciones sindicales y partidarias.

*Construcción Ciudadana*

Quien escribe estas líneas es docente en escuelas provinciales del
estado hace casi un par de décadas. Esto significa haber vivido los
últimos años de la antigua secundaria, el novedoso experimento del
polimodal y la nueva reforma que impone una escuela secundaria de 6 años
dividida en secundaria básica y superior. Los cambios educativos
acompañaron en gran medida los cambios ocurridos en las políticas en
general y económicas en particular a nivel nacional. La antigua
secundaria dividida en las orientaciones clásicas (bachiller, comercial
y técnica) acompañaba un mundo laboral con oficios definidos e impronta
fordista. El polimodal preparaba a un trabajador polirrubro sin ninguna
preparación específica y debilitó la educación técnica a causa de un
proyecto que relegaba la producción fabril. Esta reforma implementada a
mediados de los ´90 incorporó a una enorme cantidad de estudiantes a la
escuela, a la vez que priorizó la contención a la formación. Nunca hubo
tanta proporción de la población escolarizada en niveles secundarios. En
una encuesta rápida por los cursos resulta que de cada 10 estudiantes 7
superan el nivel educativo de sus padres. Esto en la vida cotidiana del
aula significa que los docentes se enfrentan a un sector de estudiantes
que carece de cultura escolar por herencia familiar y que no puede
contar con padres, madres, hermanos para ser ayudado en los problemas
que se plantean en las clases. No hubo preparación docente para atender
estudiantes que no son parecidos a los estudiantes que fueron ellos, lo
cual deriva en una situación de crisis casi permanente. En la escuela
estatal de provincia las fronteras entre el "afuera" y el "adentro" son
cada vez más porosas y continuamente se desdibuja el viejo código
escolar. En palabras de algunos estudiantes entrevistados, "es lo mismo
estar adentro que afuera".

La nueva reforma de la educación provincial estatal en curso es
ambiciosa y el año que viene con la implementación del sexto año de
secundaria se termina de completar. La educación polimodal tenía una
impronta liberal en los contenidos dado que estos eran mínimos pero
también en las formas dado que el docente podía tomarlos, modificarlos e
incluso desecharlos sin mayores consecuencias. Hoy la mano viene
distinta. Los contenidos de los programas ya no son de tres hojas, sino
de cuarenta y cinco y hasta de noventa páginas, al tiempo en que son
prescriptivos, lo cual significa que el docente debe darlos tal cual se
los bajan. Tomamos algunas frases de un boletín docente donde se alude a
la reforma.

Constatamos lo evidente. Hace varios años que vivimos en un proceso de
reforma permanente en varios niveles de la educación. A una velocidad
asombrosa cambian los nombres de las materias, los reglamentos de los
exámenes e incluso los modos de gobernar un establecimiento educativo.
Para muchos no se está procesando ningún cambio de fondo, para algunos
se intentan cambios pero estos no tienen ninguna eficacia y algunos
otros sospechan que en un mediano plazo la escuela no será la misma.
Todos coincidimos en un malestar generalizado. Las reformas provienen de
arriba y en la gran mayoría de los casos no coinciden con el diagnóstico
que hacemos de los problemas educativos quienes habitamos las aulas.

Los directivos bajan con resignación cambios que no comprenden, los
docentes hacemos los gestos que se espera que hagamos y los estudiantes
permanecen indiferentes. La situación es incluso contradictoria.
Aparecen en algunas materias contenidos que apuntan a problematizar las
relaciones de poder o incluso se señala la importancia de enfrentar lo
instituido. Sin embargo, al mismo tiempo los programas de las nuevas
materias dejaron de ser sugerencias y pasaron a ser prescriptivos. ¿Qué
quiere decir esto? Los programas de las nuevas materias de la nueva
secundaria indican hasta el mínimo detalle como debe ser impartido el
conocimiento, ya no se pueden elegir contenidos y hacer un programa como
en el polimodal sino que se indica qué contenidos y hasta se sugieren
las actividades a desarrollar en el aula. Al mismo tiempo se enseña la
importancia de entender la sociedad en clave de relaciones de poder y se
impone una dinámica autoritaria en el aula. Seamos claros. Los
funcionarios que promueven la reforma se proponen recuperar el control
de las aulas. De imponerse el modo prescriptivo de dar clases se termina
con la autonomía relativa que ejercíamos a la hora de confeccionar
programas y construir conocimiento en los salones5

En esta reforma aparecen muchas materias nuevas. Algunas de ellas son
Construcción Ciudadana I, II y III, Política y Ciudadanía, Salud y
Adolescencia, Ciudadanía y Política y Trabajo y Ciudadanía, las cuales
constituyen materias correlativas desde el primer año al sexto. Este
nuevo eje de materias es considerado la reforma fundamental que se
aplica a la secundaria. Estas materias no están pensadas sólo como
espacios curriculares sino también como modos de vida distintos a los
habituales en el ámbito escolar. En la fundamentación de este eje leemos:

Pensar e instalar la democracia en la escuela no solamente como un
sistema sino como una cultura implica un desafío a la par que una
oportunidad. En La construcción de la ciudadanía: entre la solidaridad y
la responsabilidad, Elizabeth Jelin (1996) advierte sobre las
dificultades de instaurar espacios democráticos en sociedades donde la
recurrencia de los regímenes políticos dictatoriales y el terrorismo de
Estado no permitieron una tradición sostenida de respeto a las
instituciones y sí, por el contrario, la instalación a nivel social e
inclusive cotidiano --y por supuesto escolar- de prácticas,
comportamientos y actitudes autoritarias o desvinculadas de la cultura
democrática. Los docentes tienen la oportunidad de construir con los
jóvenes ámbitos de participación ciudadana y de respeto democráticos
diferentes a los contextos en los cuáles muchos de ellos mismos
crecieron y ello supone, por lo tanto, un intercambio y un aprendizaje
mutuos6.

Este intento de abrir espacios democráticos en las escuelas no queda en
letra muerta. Las escuelas en las que trabajo implementan con distintas
velocidades el proyecto de formación de centros de estudiantes. Si el
directivo está vinculado al sindicato (lo cual es una tendencia
creciente) la velocidad de implementación de los cambios es mayor. De
todas formas, esto se cumple a imagen y semejanza del sindicato docente:
burocráticamente se eligen delegados para cumplir con la orden de la
Dirección General de Escuelas, pero estos delegados no responden a
ninguna demanda por abajo y rápidamente dejan de serlo para
desesperación de los directivos quienes son continuamente presionados
desde la sede de la Dirección General de Escuelas sita en La Plata.

Todavía es muy reciente el proceso de reforma para sacar conclusiones,
pero ya estamos viviendo las líneas generales de lo que se viene. En
principio, un cambio fuerte de contenidos y en la gestión del
conocimiento en el aula. Si antes era el modelo liberal en cuanto a
contenidos que priorizaban la lógica de mercado y, en consecuencia, se
ejercía poca presión sobre los docentes, ahora el proyecto educativo
estatal parece virar hacia el modelo cubano, donde los contenidos son
progresistas (keynesianos, marxistas y hasta foucaultianos)7 y se
acompañan de una fuerte regimentación de los docentes mediante una
limitación de la autonomía en el aula. Hacia los estudiantes el cambio
que se propone (y dispone) es diferente. La política compulsiva de
formación de centros de estudiantes va acompañada de la llamada
"política de inclusión" que impide que ningún estudiante bajo ninguna
circunstancia sea separado del establecimiento. Esto contempla a
estudiantes que concurren armados. La única receta que se propone para
garantizar la inclusión es la paciencia docente y la participación
estudiantil a través de delegados. 8

Podemos resumir las líneas reales de la reforma en contenidos progres
impartidos compulsivamente y un intento sostenido (y también compulsivo)
de generar mecanismos democráticos en el ámbito tradicionalmente
autoritario de las escuelas de provincia. Lo sustantivo de los
contenidos de la reforma es que enseñan que la protesta es normal en el
marco de la democracia y que debe ser encausada de modo de ampliar la
ciudadanía.9 El estado ahora se hace presente para morigerar los excesos
del capitalismo "salvaje" que caracterizaron a la década neoliberal.
Paradójicamente la introducción de estas medidas, que distan de ser
cambios profundos, ocasiona una revolución en el ámbito escolar que
corre por "izquierda" a buena parte de la docencia.

Todas estas transformaciones son acompañadas por ingentes fuentes de
recursos: construcción y reparación de escuelas, distribución masiva de
netbooks y aumentos salariales. Hoy el salario docente está en niveles
relativamente aceptables, por lo que transitamos el tercer año sin
huelgas en un sector tradicionalmente conflictivo. Sin embargo, no por
esto la situación deja de ser insostenible en el aula por la falta de
preparación docente para enfrentar problemas de violencia, por la
ausencia de cultura escolar en los sectores que ingresan al sistema, por
el desinterés creciente de los estudiantes. Esto deriva en una forma de
huelga encubierta que es el uso indiscriminado de licencias. Hay muchas
escuelas donde el estado paga el cargo docente y hasta tres suplentes
que se van sucediendo al ritmo de licencias que constituyen renuncias
encubiertas. En las salas de profesores suelen ser mayoritarias las
opiniones que buscan una salida represiva a lo que se les presenta como
una situación descontrolada. Sin embargo, los desvelos oficiales
provinciales apuntan a educar la protesta estudiantil en el preludio de
su ingreso a los lugares de trabajo. Vale destacar que buena parte de
las internas combativas del conurbano norte hicieron sus primeras armas
en las escuelas técnicas de la zona.

En lo sustancial la escuela sigue siendo eficaz en la medida en que
logra que los trabajadores que están bajo su ala asuman como un fracaso
individual aquello que es resultado de una desigualdad de clase. Puede
concebirse a la escuela como una prolongada entrevista de admisión
laboral que culmina con la oferta del trabajo que uno se merece de
acuerdo a su capacidad individual. En palabras de una importante
funcionaria de la Dirección General de Escuelas: "No olvidemos que
estamos educando chicos que en su gran mayoría van a ser empleados en
una estación de servicio".

¿Qué cambia entonces con esta reforma? Se busca morigerar el clima
destituyente de la autoridad que se inicio en 2001 involucrando a los
estudiantes en la gestión de la escuela. Esto se realiza a través de la
creación por arriba de centros de estudiantes, mediante la gestión de la
disciplina por medio de los Consejos de Convivencia, haciendo eje en las
materias que se proponen la construcción ciudadana y asumiendo a la
democracia como una forma estado.

*Democracia vs. estado*

La consolidación del actual modo de dominio pasa en gran medida por su
eficacia a la hora de hacer indiscernibles democracia y estado, por
reconciliar la emergencia de una esfera pública con los límites que
marca el capitalista colectivo. Habíamos identificado en Rancière uno de
esos autores que intentan pensar lo público desvinculándolo de lo
estatal. Lo cierto es que también hallamos este esfuerzo en la tradición
del pensamiento político italiano. Paolo Virno trabaja en esta clave en
Virtuosismo y Revolución y Toni Negri aporta en este sentido en
Multitud. Allí, junto a Michael Hardt, se revisita este tópico y se
asimila lo público a lo estatal para luego proponer una alternativa.
También se intenta redefinir lo público de una manera no habitual. Lo
público sería lo equivalente a las funciones públicas de lo privado. Lo
público es el privado que encuentra las formas de ayudar al privado a
desarrollarse.10 Hecha esta crítica, muchos de los autores de esta línea
descartan el concepto de lo público y lo reemplazan por otro que es la
postulación de una esfera pública no estatal que denominan "el común".

El intento de Rancière va por otro lado, aunque tiene fuertes vínculos
con la apuesta de los italianos. Se trata en su caso de definir la
democracia de una manera que no se asocie directamente al estado:

¿Qué pretendemos decir exactamente al declarar que vivimos en
democracia? Estrictamente entendida la democracia no es una forma de
Estado. Se sitúa en otro plano diferente del de estas formas. Por un
lado, es el fundamento igualitario necesario -- y necesariamente
olvidado- del Estado oligárquico. Por el otro, es la actividad pública
que contaría la tendencia de todo Estado a acaparar la esfera común y a
despolitizarla 11

La democracia o lo común, según el autor, son aquellas construcciones
que a la vez preceden y exceden el ordenamiento capitalista. Un
ordenamiento que, efectos ideológicos mediante, se presenta como
necesario, ocultando su carácter contingente. En ambas perspectivas de
pensamiento se postula un suelo originario de cooperación e igualdad
sobre el que el capital se erige afirmando la explotación y la
desigualdad. En ambos puntos de vista la política es concebida como el
conjunto de actividades que dan vida a las posibilidades igualitarias y
autónomas que están inscriptas en la situación y que configuran
potencialmente una esfera pública que esquiva los límites estatales. Lo
sucedido en el 2001 hizo evidente un sinnúmero de prácticas que ponían
en tensión la asociación obligatoria que el capital teje entre la esfera
pública y el estado. Todavía hoy el gobierno persiste en tratar de
cerrar la peligrosa grieta abierta entre estas dos esferas. En términos
de Rancière podemos decir que en aquella crisis se hizo presente la
política como afirmación de posibilidades igualitarias. Lo que allí
sucedió cambió el escenario, sentó las bases para nuevas reglas en el
juego político. La acción directa, el salto inmediato a la esfera
pública, la descalificación de la autoridad y la autogestión no son las
figuras clásicas de la vida política argentina sino que son resultado de
una alteración de lugares, que fue consecuencia de una subjetivación
masiva que se manifestó en la producción de una serie de actos y
enunciados que no eran identificables en el campo de la experiencia
hasta ese momento.

Hasta el 2001 era el mercado a través de la mediación del dinero quien
asignaba los lugares y regía la gestión de lo existente. La emergencia
de una resistencia que se expresó en políticas autónomas "hizo girar la
noria" del sistema y ahora es el capitalista colectivo en su forma de
estado quien sale a marcar la cancha, a definir entre qué límites es
aceptable el juego. No en todos los países se produjo el cambio de
modelo de la manera que se produjo en algunos países sudamericanos. La
protesta masiva de los asalariados y la memoria fresca de esas luchas
moldea el tipo de gobierno que se ejerce. En nuestro país la
recomposición del régimen es acorde a esta irrupción política y si esta
recomposición es posible es porque lo que permanece impensado en la
situación es la explotación y el rol del estado como capitalista
colectivo. Toda lucha que se precie busca el reconocimiento del estado
que, a la vez que lo otorga, se termina fortaleciendo como árbitro que
flota entre las clases. El peronismo no es otra cosa que este intento
siempre realizado de conjugar el capital y el trabajo y que inicia un
nuevo ciclo a partir del 2003. Su logro principal fue tomarse de la
fuerza de la movilización y servirse de sus límites ideológicos para
relanzar el régimen de acumulación.

*Vigencia de la autonomía*

Intentamos dar cuenta a lo largo de este artículo de una serie de
cambios que percibimos en la cultura política argentina que se hacen mas
nítidos a partir del 2001. Consideramos que a partir de aquella crisis
se abre un ciclo distinto que supone modificaciones en el régimen
político que acompaña a la acumulación de capital. Sospechamos incluso
que estamos llegando a una etapa donde las aspiraciones del trabajo van
a empezar a poner en entredicho los apetitos de ganancia del capital y
que en los próximos años, más temprano que tarde, asistiremos a una
agudización de esas contradicciones. Sin embargo, entendemos que los
modos en que se activa la política son considerablemente distintos a los
que conocimos en el pasado y que, por lo tanto, las características del
futuro enfrentamiento serán distintas a las ya experimentadas en otros
ciclos. Se trata en lo que sigue de explorar las posibilidades de una
política emancipatoria que pueda aprender de sus limitaciones pasadas.

Resulta indudable que al cabo de una década el gobierno está logrando
una recomposición considerable de la legitimación política del sistema,
según puede advertir hoy cualquier activista. Ha sabido trabajar sobre
aquello que permanece impensado en la situación actual, que es nada
menos que la explotación y el carácter del estado como capitalista
colectivo. En el anterior ciclo en la lucha contra las privatizaciones
se reclamaba el retorno del estado bajo el supuesto de su neutralidad y
hoy asistimos a un revival de las políticas estatales sin que por
supuesto se altere el régimen de explotación. De esto ha vivido el
gobierno. El desarme teórico general en este aspecto es el que permite
el crecimiento de las agrupaciones kirchneristas, pero también la
inserción de la izquierda partidaria en buena cantidad de luchas. La
izquierda en casi todas sus expresiones orienta su política a buscar el
reconocimiento del estado, lo que deviene en un impedimento para llegar
al fondo del problema de la explotación. Sin la crítica a fondo en este
aspecto, incluso los resultados de la lucha salarial solo terminan
fortaleciendo al capital. Si a esto agregamos que estas organizaciones
replican la forma estado también a la hora construir sus partidos,
podemos colegir que por esta vía no hay posibilidades para una política
emancipatoria.

Sin embargo, en la última década se hace presente en el cuerpo social
argentino un modo de hacer política que sintoniza con expresiones
similares en toda la región: el ya citado recurso a la acción directa
como alternativa a los modos institucionales de la resistencia, que
caracterizaron a nuestro país y caracterizan todavía a otros países de
la región (Chile, Uruguay), el cuestionamiento a la democracia
representativa a través de políticas que disocian democracia de estado y
que se hicieron patentes en nuestras asambleas barriales o en las juntas
comunales venezolanas, el ejercicio de la autogestión recorrido por
algunas fábricas recuperadas y algunos mtds pero que actualmente conoce
un desarrollo más pleno en Bolivia. De conjunto, configuran un modo de
hacer política que confía en sus propias posibilidades sin dar un rodeo
por el estado.

Hoy asistimos al movimiento contrario que se expresa en un capital que
estatiza las relaciones sociales recortando el espacio de las políticas
autónomas. Sin embargo, no por eso pierde vigencia la apuesta política
de la autonomía que podría sintetizarse en la sentencia que afirma que
la autovaloración del trabajo desestructura al capital. Trabajar en una
perspectiva autónoma posicionaría al trabajo en mejores condiciones
frente a una ofensiva que el capital emprenderá esta vez con la máscara
aparentemente neutral del estado. La nueva cultura política de la última
década posibilita un mejor escenario para un desarrollo en esta
perspectiva, porque se trata de profundizar en un sentido radical
algunos cambios en la sensibilidad política que ya aparecen difusos en
el cuerpo social. A continuación, algunos ejemplos para terminar.

Está presente en numerosas acciones políticas de los movimientos
sociales la virtud de una construcción que hace una referencia marcada a
la construcción territorial. No obstante, muchas veces se transforma en
un localismo que estrangula las posibilidades emancipatorias. A esto,
oponemos la idea de la política como el arte de la construcción local y
singular de casos de universalidad. Se trata de encontrar en las
experiencias singulares el componente universal que permita el enlace
con luchas similares. Ese componente universal está dado por el comando
capitalista de la sociedad, y el anticapitalismo es el lazo que puede
unir antagonismos aparentemente desconectados entre sí. Superar los
extendidos prejuicios contra la teoría y ensayar la autoformación
(muchas veces a través de bachilleratos populares) es un momento
necesario para el encuentro de un campo que se pretende autónomo del
capital.

No sólo aparece complicado el vínculo con otras experiencias sino que lo
es también la persistencia en el tiempo de colectivos que tienden a
disolverse cuando el ciclo de luchas entra en reflujo. Históricamente,
esto fue resuelto por el movimiento obrero a través de las
organizaciones partidarias que conservan en tiempos de paz la memoria
colectiva de los momentos de alza. Hoy campea un sano rechazo de las
taras partidarias pero hay una marcada dificultad en la construcción de
organizaciones estables. Se trata hoy de sostenerse en el tiempo sin
replicar los dilemas de la organización partidaria mediante la
construcción de formas de relacionarse que tiendan a la horizontalidad y
que no se encierren en el localismo.

Recapitulamos. Anticapitalismo para reconocerse como parte de un campo
común. Horizontalidad para construir organizaciones que se sostengan en
el tiempo sin devenir sectas partidarias. Y Autonomía para ensayar aquí
y ahora posibilidades alternativas de vida a las que ofrece una sociedad
subsumida al capital. Alternativas autónomas se ensayaron en las
fábricas recuperadas y en granjas colectivas de algunos mtds. Sin
embargo, fueron estrategias muchas veces defensivas frente a una
coyuntura crítica particular. Tenían en común el hecho de afirmarse en
las posibilidades que brinda asumirse como productores. Como decíamos
antes, la autogestión de la producción está inscripta entre las
posibilidades de una sociedad capitalista y fue un ejercicio real en la
historia del movimiento de trabajadores. Desde el momento en que el
capital precisa del trabajo pero el trabajo puede desenvolverse sin
éste, es que se afirma la posibilidad de la autonomía de clase. La
propaganda por la reapropiación de la riqueza aparece borrada frente a
la lucha salarial que se presenta como horizonte exclusivo (por
razonable) de la lucha entre las clases.
Estos modos de la política autónoma que tuvieron su vigencia hace una
década cobran un renovado interés en la medida en que resulta
perceptible que las actuales estrategias de dominio pasan por la
creciente estatización de las relaciones sociales.

_notas:_
1) En Chile la oposición y una parte del movimiento estudiantil propone
como salida al conflicto universitario un plebiscito. Según
declaraciones radiales a Radio Nacional del senador chileno Marcos
Ominami hay un conflicto entre las mayorías ocasionales que tomaron las
calles y las mayorías que votaron el actual gobierno hace unos años. En
Perú buena parte del programa del gobierno entrante consiste en reformas
constitucionales que amplíen los límites de una democracia
ultrarestringida como la de ese país.
2) Ranciere, Jacques, El odio a la democracia, Bs. As., Ed. Amorrortu,
2006, pág. 81
3) Ranciere, Jacques, Ob.Cit. pág. 83
4) Los 15 muertos en protestas sociales que carga el gobierno nacional y
popular ponen en contradicción incluso a conspicuos kirchneristas como
Verbitsky quien acerca esta cifra en su diario.
5) Extraído del boletín docente AU.LA en preparación
6) Extraído del Programa de Política y Ciudadanía correspondiente al
Quinto Año de la Secundaria Superior. Disponible en www.abc.gov.ar
7) En la nueva materia Economía Política el eje es Ricardo, Marx y
Keynes, en Política y Ciudadanía el itinerario pasa por Foucault, Negri
y Harendt, en Teoría de las organizaciones se trabaja con Castoriadis,
el nuevo programa de Sociología parece extraído de la afiebrada mente de
un militante del PTS. En todas estas materias se explica antes que nada
qué es el capitalismo y se abordan tópicos como el Fetichismo de la
mercancía. Para obtener estos programas basta googlear los nombres de
las materias especificando Provincia de Buenos Aires.
8) Recientemente se intervino una escuela por una pelea entre directivos
y en el acta que se labró luego de la separación de los contendientes se
menciona que la única manera de recomponer el clima escolar y generar un
clima de pertenencia a la institución era la implementación del centro
de estudiantes.
9) Lo que constituye una operación clásica del populismo.
10) En algún momento, las nacionalizaciones que se emprendieron durante
el gobierno de Miterrand en Francia fueron definidas por un sector de la
izquierda trotskista en este sentido. El capital privado entra en
pérdida entonces se estatiza y de este modo se socializan las perdidas
para el conjunto de la sociedad. Una vez "saneada" su economía se vuelve
a entregar la empresa al capital privado privatizando así las ganancias
11) Ranciere, Jacques. Ob.cit. pág. 103


El 02/11/11 09:58, stellamaris@??? escribió:
> Patricio, como estás? Quisiera leer y publicar tu artículo en mi blog,
> pero no lo veo como adjunto, podrías reenviarlo?
> Gracias, abrazo
>
>
>
>
>> Hola, y gracias por compartirlo. En una primer lectura, rápida e
>> imprecisa, lo que me sale destacar es que es entendible, y que pese a su
>> extensión, no se hace pesado... eso, y volveré a leerlo, para ver si
>> encuentro criticosas.
>> Abrazos
>> PD: Falta poco para Enero, faltamos nosotrxs?
>>
>> --- El lun 31-oct-11, Patricio McCabe<mecabes@???> escribió:
>>
>>
>> De: Patricio McCabe<mecabes@???>
>> Asunto: [pensamientoautonomo] 2001
>> Para: "pensamientoautonomo@???"
>> <pensamientoautonomo@???>
>> Fecha: lunes, 31 de octubre de 2011, 18:05
>>
>>
>>
>>
>>
>> Este es un articulo que escribi y sale en la proxima dialektica que esta
>> dedicada a repensar el 2001 a una decada.
>> Se puede reproducir donde quieran y seria optimo leer algun comentario.
>> salú y autonomia
>>
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>> ---
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