[pensamientoautonomo] Salió el libro Escrituras -filosofía d…

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Autor: Pablo Sebastián Lovizio
Data:  
Para: Pensamiento Autónomo
Asunto: [pensamientoautonomo] Salió el libro Escrituras -filosofía de Oscar del Barco (Ediciones Biblioteca Nacional).











Se agradece su difusión...

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Libro: Escrituras - filosofía
Autor: Oscar del Barco
Editorial: Ediciones Biblioteca Nacional
Colección: Reediciones y antologías
1ª Edición: agosto de 2011


Adquiéralo a $70 en la librería del hall central de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502 - C. A. B. A.)
o en las principales librerías de Buenos Aires y Córdoba a $80.


http://www.la-periferica.com.ar/libro/ESCRITURAS


La Colección "Reediciones y Antologías" está animada por una mirada que vuelve sobre los textos pasados. Una visita curiosa y cauta que intenta traer al presente un conjunto de escritos capaces de interpelarnos en nuestra existencia común. Trazos sutiles que convocan a despertar la sensibilidad crítica de un lector, desprevenido u ocasional, que encontrará en estos volúmenes buenas razones para repensar nuestra incierta experiencia contemporánea.


Hay una suerte de inactualidad profunda en este libro que comienza con un análisis minucioso de la desconstrucción realizada por Marx en El capital de dos de las categorías maestras de la Filosofía occidental, para luego dar paso a un esbozo crítico −hoy mesurado− del fundamentalismo feroz de Lenin, hasta sumergirse finalmente en múltiples lecturas nietzscheanas, un maravilloso −e ignorado− libro de Marimón y en los cuentos ensoñados de K-uki Oviedo.
Desde sus primeros ensayos, y tal vez por la influencia de los enloquecidos años sesenta, O. del B. lleva a la práctica el descentramiento de la antigua retórica-logocéntrica. Los escritos estallan metamorfoseándose, y sin "filosofía" el pensamiento deviene libertad en acto al mismo tiempo que las casi infinitas prácticas humanas desjerarquizadas adquieren un esplendor más allá de los órdenes estatuidos por las ideologías metafísicas.
Estas Escrituras se deslizan en busca de algo inexistente, una existencia paradojal, un puro hay y su exceso absoluto... Quizás sólo sean el sin sentido de un "cuento contado por un idiota": puros espejismos vacíos, expectativas sin esperanza, sin fines y sin dioses. Pero desgraciadamente −como diría Borges− esa inexistencia buscada es lo que aquí y ahora ya somos sin ser, sin ninguna posibilidad de ser. ¿Entonces?


Adquiéralo a $70 en la librería del hall central de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502 - C. A. B. A.)
o en las principales librerías de Buenos Aires y Córdoba a $80.


http://www.la-periferica.com.ar/libro/ESCRITURAS


"Nos enfrentamos, pues, a una tradición universitaria caracterizada por la prioridad sintomática que se le concede al discurso epistemológico; aquí de nada sirve la epistemología, pues la 'ciencia' es más bien lo negado, lo superfluo. En lugar de un movimiento 'desinteresado' que se propone reconstruir una 'totalidad' mediante la aplicación de esquemas apriorísticos que excluyen de hecho todo perspectivismo, nos interesa efectuar una lectura que cuestione tanto el objeto como el sujeto de la lectura mediante un movimiento que desplazando a ambos posibilite un tipo de lectura al que sólo metafóricamente podemos llamar lectura. El discurso universitario es nihilista por cuanto en su esencia carece de implicancias no-teóricas; las teorías objetivadas, como requisito de su exposición, pierden su profundo dramatismo para convertirse en textos in-consecuentes. Sin embargo, ésta es la teatralidad propiamente científica de cualquier discurso académico; mientras que lo que ocurre detrás del escenario, lo real del Maestro, las articulaciones conscientes e inconscientes de toda representación, conforman el orden más oscuro de nuestra propia cultura. El proceso por medio del cual lo teórico fue separado de lo real hasta convertirse en el mecanismo inmanente que por reacción constituye su realidad, fue y sigue siendo una suerte de misterio. No obstante, sobre dicho misterio se constituyó la historia de lo que Nietzsche llamó 'nihilismo'. Para Marx el nihilismo es ese automatismo de la producción social que desplaza lo humano y se vuelve así lo social sin-hombre. Su explicación material de la génesis es insuficiente, porque deja al descubierto el momento de la autonomía, el salto maquínico más allá de la criatura. Para Heidegger, por otra parte, se trata del retiro del ser, o lo actual, sin origen mundano: el concepto de causa carece de pertinencia. Heidegger se limita a seguir senderos que se pierden siempre en terrenos innominables: algo ocurrió en Grecia, entre Sócrates y los Sabios, que determinó posteriormente la historia de occidente como 'ocultamiento'. ¿Qué fue lo que ocurrió? Sus escritos tratan de establecerlo con el recurso asombroso a la etimología como hermenéutica; respecto al ¿por qué ocurrió? poco es lo que puede decirse: entre un retiro del ser y una materialidad escindida, como fundadoras del nihilismo, lo que se abre es un abismo sin fondo que tal vez plantee la necesidad de un nuevo tipo de respuesta. Al reconocer, por otra parte, que estamos buscando algo, asumimos una lectura cargada de intencionalidad que se opone radicalmente a la lectura propia del Amo. 'Algo' significa una cierta utilidad, un cierto valor-de-uso. Lo que nos interesa aprehender es el telos nietzscheano como punto situado más allá de la crisis; entendiendo al mismo tiempo que la crisis no es la enfermedad de un estado social sano sino lo social como forma del nihilismo. La crisis es cierta profundización del nihilismo que aparece como crisis en un mundo donde las fuerzas reactivas amenazan con arrastrar en su caída al conjunto de los seres planetarios. Pero mientras tanto (y cada vez más la vida transcurre en este 'mientras tanto') el hombre sigue empeñado en una tarea que lo trasciende, la cual no es producto de la pura conciencia sino aceptación y disponibilidad que lo determina como ser-consciente. Una tarea opuesta a lo dado, de allí su tragedia. Se trata de una suerte de misión de la que somos sujetos y que en consecuencia puede ser caracterizada como sin-sentido. Sólo desde el suelo del colapso nihilista se puede acceder a la visibilidad original de las innumerables figuras marcadas en la corporeidad de las fuerzas en acto. Únicamente desde este punto es posible comprender lo que como eternidad se halla en juego en el instante mismo. Lo contrario, no vivir esta apuesta corporalmente, nos somete de manera inevitable al nihilismo en cuanto clausura del mundo... Estos interrogantes nos proyectan hacia el Oriente. No se trata, por otra parte, de una violencia. Jean Beaufret recuerda que para Heidegger era necesario entablar un diálogo 'con los pensadores griegos' como una 'condición previa al diálogo inevitable con el mundo del Oriente asiático'. La advertencia no es extraña pues tiene raíces comunes a la época; lo extraño es que Heidegger no advirtiera la magnitud que este problema tiene para Nietzsche, quien a la zaga de Schopenhauer vivió hondamente la encrucijada crítica de nuestra civilización como un signo del desencuentro con Oriente. Evidentemente entramos en un terreno de opacidad, ya que el mismo Nietzsche hesitó frente a la homología de su pensamiento y por lo menos alguna de las corrientes fundamentales del pensamiento oriental, y por eso no pudo interrogarse respecto al sentido de la misma. Oriente es al mismo tiempo cierta obsesión y cierta falta de Nietzsche, y es en el filo de ambas donde se produce la ruptura. Nunca su pensamiento es más oriental que cuando dice Sí; ésta es la primera actitud que se deriva de la Revelación y que posibilita la puesta en acto del movimiento de poder como crítica del nihilismo. A su vez la intensidad afirmativa está ligada a la metáfora "orientalista" del juego... El diálogo con Oriente, por último, no puede esperar, ya que muy posiblemente de él dependa en lo contemporáneo nuestro destino. En el fondo nos constriñe de manera imperiosa la fuerza-afirmativa que pugna contra el nihilismo; y si bien lo grande anda lento y mediante desvíos ('a paso de paloma' decía Nietzsche), lo que hoy ha puesto en juego la historia es el destino de la comunidad humana, y es muy posible que hasta el orden de lo viviente como tal. De allí que debamos permanecer atentos a ese carácter imperioso y que nos excede, y que por algo es imperioso y nos excede, de lo afirmativo. La alternativa es entre una moral o la nada. No se trata sólo de encontrar una tradición que nos permita dialogar con Oriente; el desafío trágico que pesa sobre nosotros es el de volvernos merecedores de una nueva forma de vida. No podemos 'construir' esta nueva forma de vida, pero podemos ser merecedores de su donación. Así, meditar en esta encrucijada adquiere un rumbo al que debemos plegarnos en medio de la crisis y como alternativa posible a la Crisis... Lo evidente, para emplear palabras de Heidegger, es que el ser se ha retirado, que la oscuridad nihilista es absoluta y que no cabe lógicamente esperar nada; pero la espera existe más allá de la lógica; la espera es sin esperanza. Nietzsche vivió la eternidad del instante, del esto como eterno; tal fue su éxtasis, su revelación y su contemplación mística y mistérica. En adelante las rutas se vuelven casi invisibles, hay que avanzar en silencio a través del desierto; hablar equivale a perderse; lo que se oye siempre es otro. El Sí se vuelve un misterio porque está cubierto por el no y por el pequeño sí del mundo tal cual. Hay una 'tribu' que hace de su errancia la forma de sobrevivir en el desierto del nihilismo; para ella no existe la Ley; tiembla ante la inmensidad como una inmensidad más profunda; espera lo grande sin límite pero ha abandonado como un fardo toda esperanza; su espera es algo nuevo en la historia del mundo. Es en esta 'tierra' (oír a la tierra y ser de la tierra, tienen este significado) donde lo asiático puede susurrar algo en nuestros oídos, y no precisamente minúsculo sino de un grandor ilimitado. Sabemos muchas cosas pero estamos en busca de otro saber, el silencioso, el invisible, el intransmisible, el de patas cortas, el que avanza por senderos que sólo un buen cazador puede distinguir en medio del caos en que se ha convertido el mundo. El Sí de Nietzsche atruena el espacio de nuestra historia aplastada por el logos, por la técnica y sus amenazas. Nietzsche llegó hasta un límite y allí marcó un signo que le costó la locura. Hay que ir más allá de ese signo, pues los que se quedan en él lo pierden y se pierden" (Oscar del Barco).


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