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A: infopalestina.mx
Assumpte: [Infopalestina.mx] Sobre negociaciones y alta traición: la "paz" entre Israel y Palestina



Sobre negociaciones y alta traición: la ‘paz’ entre
Israel y Palestina

Nada bueno para la causa palestina puede salir de las
conversaciones en curso en Medio Oriente. Peor aún, es probable que le
hagan mucho daño. Estas negociaciones amenazan destruir años de esfuerzos
de la sociedad civil palestina y sus aliados en todo el mundo, que han
estado trabajando incansablemente por una paz justa; un trabajo realizado
principalmente a través de campañas globales de resistencia noviolenta
tales como la campaña de

Boicot, Desinversión y Sanciones [1] (BDS), el

Tribunal Russell [2], e infinidad de protestas populares
locales e internacionales, entre otras acciones.
Lo que estamos escuchando ahora es que el Secretario de Estado
norteamericano John Kerry ha presentado a las dos partes un acuerdo
transitorio que “servirá como marco para continuar las negociaciones
hacia un acuerdo definitivo”. El “acuerdo sobre el estatuto final” se
basaría en “las fronteras de 1967”. A los palestinos se les exigen
concesiones concretas con profundas implicaciones, pero no a Israel, que
está “negociando” sobre territorio, derechos y recursos que les
pertenecen a las y los palestinos.
Mucha de esta retórica resulta familiar, ya que es reciclada de los
fallidos Acuerdos de Oslo, donde se alcanzó un acuerdo arrancando
concesiones permanentes a los palestinos a cambio de promesas de
reciprocidad israelí que nunca se materializaron. Así, a los palestinos
se les está vendiendo ahora la misma mentira que compraron 20 años atrás.
Esta vez, las concesiones exigidas a los palestinos significan una
completa renuncia a nuestros derechos como pueblo originario, a cambio de
las mismas promesas vacías y de monedas de la Unión Europea y Estados
Unidos para mantener el status quo por un tiempo más; el tiempo
suficiente para alterar el paisaje de forma permanente y completar la
ingeniería
social [3], política y económica tendiente a sumir al
pueblo palestino en una total impotencia, a fin de que las profundas
divisiones, la corrupción y la dependencia impidan la emergencia de una
resistencia organizada y de impacto.
Verdades conocidas
Los detalles del acuerdo, nos dicen, “están siendo discutidos entre
las partes”. Pero he aquí algunas certezas: este acuerdo no llevará a la
autodeterminación palestina. Un Estado palestino viable con
continuidad
territorial [4] seguirá siendo imposible, dadas las
alteraciones físicas del paisaje que Israel ha hecho a través de su rapaz
robo de tierras, de la colonización y judaización de Jerusalén y de
vastas partes de Cisjordania. Israel no frenará la construcción de
colonias ilegales, aun si lo hace temporalmente. Los palestinos no
tendrán control sobre su espacio aéreo, sus recursos naturales (el agua,
el recién descubierto petróleo), sus fronteras o su economía. Las
carreteras, viviendas y autobuses segregados seguirán
existiendo.
La demolición de casas palestinas continuará. El sitio a Gaza también, y
quizás se acentúe aún más. El muro de separación seguirá allí con torres
de vigilancia y francotiradores. Israel seguirá bombardeando nuestro
mundo cuando le plazca. Seguirá haciendo redadas nocturnas y seguirá
aterrorizando a nuestros niños. La detención administrativa seguirá
siendo el precio por seguir viviendo para la juventud palestina. Nuestra
Jerusalén, a poquitos kilómetros, seguirá estando tan lejana como la luna
para la mayoría de las y los palestinos. Israel seguirá importando judíos
de todas partes del mundo y asentándolos en nuestra tierra robada, donde
empuñarán las armas contra la población palestina nativa.
Los incentivos ofrecidos a los palestinos en las actuales conversaciones
son tan insignificantes que sugieren que la Autoridad Palestina aceptará
fondos a costa de la libertad. Se habla de un “paquete económico sin
precedentes” y otras “concesiones”, todo lo cual implica una anestesia
temporal. Y por otro lado, Israel probablemente obtendrá la bendición
palestina para robar el Valle del Jordán, la tierra más fértil de
Cisjordania, y para controlar las vidas y recursos palestinos en forma
permanente.
También se dice que podría dar mayor impulso a sus objetivos demográficos
racistas -promovidos por su ministro de Relaciones Exteriores Avigdor
Lieberman y por Henry Kissinger, consultor de
WINEP [5]-,
transfiriendo una gran proporción de sus indeseables ciudadanos no judíos
al control palestino. Pero eso es apenas el condimento. Sus objetivos
inmediatos son de dos tipos: asestar un duro golpe a la creciente
solidaridad con Palestina y al boicot a Israel, y finalmente ganar
legitimidad como un Estado racista.
El efecto BDS
La campaña BDS, lanzada en 2005 por la sociedad civil palestina como
una estrategia noviolenta para liberarse –humana y colectivamente- de la
colonización y el apartheid israelíes, se ha ido expandiendo en la
cultura dominante, prometiendo acciones globales a una escala similar a
la que ayudó a terminar con el apartheid en Sudáfrica. Yo creo que el
movimiento popular de BDS (incluyendo todas las acciones afines) es el
principal factor que hoy día está motivando a Israel a buscar algún tipo
de acuerdo con los palestinos.
Israel está entrando en pánico, y con razón, porque su poder reside sólo
en el ámbito de los gobiernos y las élites corporativas. Israel no tiene
defensa alguna contra una movilización masiva que reclama justicia y
derechos humanos fundamentales. Ese fue el caso precisamente a finales de
los 80, cuando la primera intifada captó la simpatía popular en
todo el mundo. Incluso antes de la comunicación de masas y la información
instantánea, las imágenes de niños palestinos enfrentando con piedras a
tanques y soldados fuertemente armados empezaron a calar en la
consciencia mundial, cuestionando la imagen de Israel como víctima, a
pesar de sus afanosas campañas de relaciones públicas y

hasbara [6].
Así, Israel, junto con Estados Unidos, orquestaron la Conferencia de
Madrid, seguida de los Acuerdos de Oslo. A pesar de que los palestinos
hicieron el doloroso sacrificio de renunciar al 78 por ciento de la
Palestina histórica, aceptando establecer un Estado en apenas el 22 por
ciento de nuestro suelo patrio, Israel continuó actuando de mala fe,
escalando sus proyectos de colonización y limpieza étnica; así creó
“hechos consumados” que actualmente impiden cualquier materialización
significativa de un Estado palestino tal como fue concebido en los
Acuerdos de Oslo.
La “diplomacia” de Oslo no sólo consolidó el territorio que Israel se
apropió mediante el terror y la guerra en 1948, y no sólo creó una nueva
línea de base desde la cual expandir la empresa colonizadora israelí:
también neutralizó efectivamente el único poder real que teníamos –la
movilización popular- y nos quebró la espalda al darnos falsas esperanzas
de que la liberación estaba a la vuelta de la esquina. A cambio, tenemos
una ilusión de auto-gobierno: un contingente de “líderes” electos de por
vida que ayudaron a convertir a nuestro orgulloso pueblo en una nación de
mendigos que dependen de la ayuda internacional para su sustento. Vimos
aumentar la colonización de nuestras tierras, que ahora son de exclusivo
dominio judío. Y tenemos una fuerza de policía palestina bien entrenada
que, lejos de proteger a su pueblo, colabora con Israel en reprimir la
legítima resistencia contra la tiranía.
Estamos ahora en una situación semejante a la que estábamos a finales de
los años ochenta. Después de años de lucha, organización y activismo, la
resistencia palestina nuevamente ha captado la simpatía popular de la
sociedad civil en todo el mundo: académicos, activistas, religiosas,
intelectuales, artistas, sindicalistas, universidades, ayuntamientos,
iglesias y muchas personas e instituciones conscientes se están
movilizando en solidaridad con las reivindicaciones palestinas por
derechos humanos básicos, y para exigir que Israel rinda cuentas por sus
crímenes sistemáticos e implacables contra el pueblo indígena
palestino.
Alta traición
Como Israel no tiene ningún argumento legítimo contra las demandas
palestinas por sus derechos básicos, está buscando acabar con el BDS como
hizo con la primera intifada –ambos, movimientos populares de
resistencia noviolenta-, reciclando la charada de las negociaciones. Y
aunque el pueblo palestino no puede ser engañado de nuevo, el riesgo es
que estos acuerdos provisionales puedan engañar a nuestros aliados de la
solidaridad internacional.
Así, la apuesta de Israel es ahora mucho mayor. Limitar la expansión del
BDS en realidad podría ser un mero consuelo. El verdadero premio para la
ideología sionista imperialista y de supremacía es el reconocimiento
palestino de Israel como un Estado judío. Muchos se preguntan por qué
esto es un objetivo tan importante para Israel. La respuesta es simple:
cuando el verdadero heredero de la tierra, el pueblo nativo en todos los
sentidos -histórico, cultural, legal, genético- reconozca a Israel como
un Estado judío, estará renunciando efectivamente al derecho a su propia
patria. Al igual que el dueño de una casa que oficialmente renuncia a
ella a manos de un ocupante ilegal, los palestinos le darían a Israel la
única legitimidad a la que puede aspirar. Hacer una declaración de esta
índole significaría no sólo renunciar a nuestro derecho a retornar a una
tierra que estaríamos aceptando le pertenece a los judíos de todo el
mundo, sino que también significaría abandonar a nuestros hermanos y
hermanas palestinas con ciudadanía israelí [20% de la población de
Israel] a un estatus permanente de segunda clase y a la desigualdad
institucionalizada y racista.
Continuar las negociaciones bilaterales en el brutal desequilibrio de
poder actual nos va a destruir. En palabras de Richard Falk: “La
diplomacia inter-gubernamental no es el camino hacia una paz justa, sino
un sumidero para los derechos palestinos”. Una puede perdonar a la
Organización por la Liberación de Palestina (OLP) por haberse dejado
engañar por Oslo la primera vez (a pesar de las advertencias de
luminarias como Edward Said). Pero conducirnos a la misma trampa, con el
mismo lenguaje y las mismas promesas vacías, es inconcebible. A esta
altura, cualquier acuerdo transitorio que no acabe totalmente con la
ocupación israelí, con el apartheid israelí (incluyendo la plena igualdad
para los palestinos y palestinas con ciudadanía israelí) y que no
garantice el retorno de las refugiadas y refugiados tiene que ser visto
como un acto de alta traición contra el pueblo palestino.
* Susan Abulhawa es una científica, novelista y poeta palestina
residente en Estados Unidos, autora del aclamado bestseller “Mornings in
Jenin” (2010) y del reciente poemario “My voice sought the wind”. También
es fundadora de “Parques infantiles para Palestina”, una ONG que
construye espacios recreativos para niñas y niños en Palestina.



Publicado en inglés en


Al Jazeera [7]
Article printed from Desinformémonos:

http://desinformemonos.org
URL to article:


http://desinformemonos.org/2014/01/sobre-negociaciones-y-alta-traicion-la-paz-entre-israel-y-palestina/

URLs in this post:
[1] Boicot, Desinversión y Sanciones:


http://mariaenpalestina.wordpress.com/2014/01/03/esta-llegando-la-campana-de-bds-contra-israel-a-un-momento-decisivo/

[2] Tribunal Russell:


http://www-ak.aljazeera.net/indepth/opinion/2011/11/201111395153781378.html

[3] ingeniería social:

http://www.youtube.com/watch?v=Ut9cKPig33A
[4] continuidad territorial:

http://www.youtube.com/watch?v=6ewF7AXn3dg
[5] WINEP:

http://www.washingtoninstitute.org/
[6] hasbara:

http://en.wikipedia.org/wiki/Public_diplomacy_(Israel)
[7] Publicado en inglés en Al Jazeera:


http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2014/01/negotiations-high-treason-israel-palestine-peace-201411273239332824.html