[pensamientoautonomo] Fwd: Encuentro de discusión: una (auto…

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Autor: Fernando Mario Gargano
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To: Lista por una ronda de pensamiento autónomo, enero-autonomo
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Betreff: [pensamientoautonomo] Fwd: Encuentro de discusión: una (auto)crítica de las prácticashorizontales, autónomas y anticapitalistas.
*Encuentro de discusión: una (auto)crítica de las prácticas horizontales,
autónomas y anticapitalistas.*

Queremos invitarlos a discutir colectivamente el texto que adjuntamos a
esta convocatoria. Este escrito es una primera intervención que nos
aglutina a quienes lo escribimos, y apunta a discutir ciertas tendencias
dentro de las prácticas que se autodenominan "autónomas", "horizontales" o
o "anticapitalistas". Esperamos que la discusión sirva para enriquecer las
miradas particulares e ir generando una perspectiva común superadora, así
como para el intercambio entre experiencias afines.


Invitamos: Raúl G, Fernando G, Paula V, Iván G, Paula A, Marta G, Bettina F.




*Viernes 2 de Agosto. Casa José Martí. Senillosa 2092. Ciudad de Buenos
Aires.*

(a una cuadra de Av. Cobo y Av La Plata, te llevan los colectivos 15, 85,
112, 65, 101, 50, 133, 25, 143, 23)



"...Quienes escribimos este texto hemos transitado y transitamos
construcciones que promueven la autonomía del capital, la búsqueda de
horizontalidad, las prácticas asamblearias y la crítica al burocratismo,
entre otros rechazos resumidos en la idea de la autogestión. La intención
de este texto es aportar a la autorreflexión sobre un extenso arco de
prácticas que, con los mismos principios mencionados, han registrado un
devenir difuso y poco problematizado. También pretende ser una invitación
abierta a repensarnos, recapitulando sobre las situaciones a las que hemos
arribado..."






Invitamos: *Raúl G, Fernando G, Paula V, Iván G, Paula A, Marta G, Bettina
F.*

*
**Viernes 2 de Agosto. Casa José Martí. Senillosa 2092. Ciudad de Buenos
Aires.*

(a una cuadra de Av. Cobo y Av La Plata, te llevan los colectivos 15, 85,
112, 65, 101, 50, 133, 25, 143, 23)



* * *


*Aportes para una (auto)crítica de las prácticas*

*horizontales, autónomas y anticapitalistas.*

(Versión 1.0)



*Introducción*



Quienes escribimos este texto hemos transitado y transitamos construcciones
que promueven la autonomía del capital, la búsqueda de horizontalidad, las
prácticas asamblearias y la crítica al burocratismo, entre otros rechazos
resumidos en la idea de la autogestión. La intención de este texto es
aportar a la autorreflexión sobre un extenso arco de prácticas que, con los
mismos principios mencionados, han registrado un devenir difuso y poco
problematizado. También pretende ser una invitación abierta a repensarnos,
recapitulando sobre las situaciones a las que hemos arribado.



Entendemos que las prácticas que alentamos en los distintos lugares en los
que participamos no se hallan en auge en términos de potencia y número. El
impulso que diciembre de 2001 significó en cuanto a la autoorganización
popular declinó al tiempo que la delegación en las instituciones del estado
capitalista recuperó su normalidad y legitimidad. Esto nos hizo más
vulnerables frente a las políticas de los distintos gobiernos y aumentó la
dispersión.



Hemos constatado que cuando nos enfrentamos con obstáculos no encontramos
lo mejor de nosotros para superarlos, pocas veces los tomamos como
problemas a resolver. Creemos que si cooperamos y asumimos nuestros errores
y debilidades, y damos lugar al intercambio crítico vamos a estar más
fuertes y potentes.



*¿Por qué ocuparnos hoy de hacer una autocrítica a nuestras prácticas?*

* *

Porque compartimos una perspectiva sobre lo estatal, al menos enunciada
como la construcción que no tiene como objeto al estado en tanto
institución a la cual arribar o asaltar, y promovemos una fuerte crítica a
las relaciones mercantiles de producción.



Porque entendemos que no podemos atribuir enteramente a la lógica del
capitalismo -ni a la acción del kirchnerismo o la izquierda partidaria- el
estado de dispersión y debilidad en el que se encuentran las iniciativas
que se emparentan con los principios mencionados.



Porque nos hacemos cargo de un recorrido común del que tenemos algo para
decir, sabiendo que existe una acumulación colectiva de experiencias en la
que nos amparamos. Nos negamos a despreciar las vivencias comunes y
rechazamos la idea de dejar que las experiencias colectivas que van
surgiendo tengan que empezar siempre de cero, recorrer y sufrir una y otra
vez errores ya cometidos en los movimientos sociales. Queremos asumir la
responsabilidad de nuestra presencia allí donde estamos. No queremos que el
devenir de ámbitos de coordinación o de los colectivos particulares quede
librado a las imposiciones de la coyuntura.



Porque no creemos que intentar tener una postura política clara, mediante
debates fraternales para arribar a conclusiones provisorias entorpezca la
apertura hacia nuevas preguntas, sino que es un paso necesario para poder
avanzar.



Porque sabemos que no puede haber resistencia de espacios y prácticas que
busquen cierta autonomía, en soledad y sin cooperación. No es una tarea
ajena enfrentar la dispersión y hemos aprendido que es grato y necesario
encontrar pares en los difíciles caminos que abordamos.



*Flaquezas y debilidades para repensar*



En los últimos tiempos y en diversas situaciones hemos esbozado, elaborado
y planteado, o recogido y aceptado las siguientes críticas:



a) Existe un desprecio por la “encarnadura real” del estado contra el que
se pelea, de lo que han surgido intervenciones políticas que no tuvieron en
cuenta los propios límites. Esto lleva a una derrota permanente producida
por la ilusión de la posibilidad de autonomía absoluta y la elección
unilateral de las formas de lucha o resolución de los conflictos. Esta
falta de estrategia se vuelve peligrosa frente a un estado que no duda en
aplicar la violencia como forma de resolverlos, como pasó en los últimos
tiempos, como pasará siempre. Cuando los conflictos emergen solemos
encontrar entre nosotros cierto fetichismo o cosificación del estado,
encontrándolo en un edificio, la reja de una plaza, un funcionario
universitario, un gobernante o el patovica de la puerta, sin entender ni
cuestionar las relaciones sociales subyacentes ni tener en cuenta los
lugares políticos efectivos de su resolución.



b) En el plano constructivo, se plantean situaciones ideales como si se
pudiesen eludir las relaciones mercantiles del presente, como si el estado
y el mercado no existiesen en toda la sociedad y no nos atravesaran. Así,
impera el sentimiento y la creencia de poder realizar “la autonomía del
capital” aquí y ahora, o en la huida de la ciudad “mercantilizante” hacia
comunidades libres, huertas ecológicas o emprendimientos autogestivos que
se creen desligados del mercado, o simplemente grupos de reflexión
escindidos de la cotidianeidad y generadores de un autodespliegue de
conceptos que no dan cuenta de las prácticas. No dudamos de las buenas
intenciones de quienes pretenden “alejarse del capitalismo”, pero
sostenemos que para transformar la sociedad hace falta algo más que
discusiones abstractas y actos individuales.



c) Nos parece que hay una apropiación del sentido liberal de la autonomía,
que se traduce en posiciones individualistas y en no pensar propuestas
políticas que sean universalizables, o que puedan ser asimiladas en forma
masiva. No creemos que la automarginación genere algún tipo de cambio en
las prácticas generalizadas sino apenas una exterioridad que nos recluye al
sectarismo. Para nosotros es un desafío encontrar vasos comunicantes con el
grueso de la sociedad.

Se cae frecuentemente en el vicio de tomar una reivindicación parcializada
y elevarla a eje estratégico central, contribuyendo a la fragmentación; no
creemos tener la verdad, y no queremos automarginarnos de las luchas
sociales sólo porque éstas no se den en los términos “puros” que nosotros
imaginamos. Como contrapartida, sí entendemos que hay que encontrar
permanentemente una buena relación entre los particularismos y las
cuestiones generales.



d) Hemos encontrado un desprecio por la formación y la discusión política
que se puede leer fácilmente en las frases que se repiten desde hace más de
una década sin salir del consignismo o de un grado de generalidad tan
grande que carecen de efectividad. Se asume un lugar de enunciación de una
irreal pureza ideológica que impide la posibilidad de una acción articulada
en los ámbitos de lo cotidiano, como consecuencia se generan
microcolectivos en un ilusorio éxodo constante.

A la vez, encontramos que no hemos podido fundar espacios de reflexión
ligados a las prácticas, y abundan intentos teoricistas presos de la
externalidad a los procesos. Muchas veces cayendo en una especie de
colonialismo de esos mismos procesos obturando la posibilidad de
problematizar y salvar los obstáculos. Claramente es una forma de
idealismo: se va a los procesos con una idea, con un bagaje conceptual, sin
ninguna predisposición a contrastar lo pensado. La originalidad y el
elitismo parecen ser fines en sí mismos sin lugar para la crítica y la
revisión.



e) Nuestros espacios también han generado lazos de poder basados en una
fuerte afectivización y sacralización de los vínculos personales políticos,
que redundan en liderazgos encubiertos, valorización desigual de las
palabras en función de relaciones de amistades y de pertenencia. Esto ha
dado lugar a que la crítica política muchas veces fue tomada como ataque a
las personas, o a la inversa, se han venerado afirmaciones vacías y
relegado al silencio otras voces en función de quién sea el emisor. Este
problema ha trascendido las cuestiones individuales llegando a jerarquizar
a unos colectivos sobre otros. El efecto y resultado fue que hemos sufrido
escisiones, abandonos y prácticas expulsivas.



f) Se producen identificaciones ficticias y consignistas con procesos nunca
abordados críticamente y mistificados, ajenos a nuestras realidades,
generando falsas identidades y obturando la posibilidad de asumir
identidades genuinas, que den cuenta de lo que somos y abra puentes de
integración entre quienes viven situaciones similares. Hemos demostrado
gran capacidad y disposición a movernos en situaciones solidarias pero no
hemos sabido construir dispositivos que nos nucleen en torno a problemas y
obstáculos cotidianos propios.

Estas falencias se manifiestan en un constante recomenzar, no hemos logrado
algún tipo de acumulación o construcción que se traduzca en contrapoder
–para nombrar de alguna manera a las posibilidades crecientes de poder
hacer o de desenvolver algún tipo de fortaleza a nivel local. En cambio
encontramos situaciones de movimiento constante, de desarraigo perpetuo que
es buscado como si fuera un fin en sí mismo; queremos problematizar esta
concepción de las luchas porque necesitamos poner en el orden del día la
discusión del poder, del sujeto y del propio dominio estatal capitalista.
Entendemos que en este tiempo de reflujo de las prácticas anticapitalistas
es necesario defender y dar contenido a los espacios que constituyen
nuestra red; habitarlos y persistir es una de las posibilidades además de
valorar y desplegar las riquezas con que las que ya contamos.

* *

*¿Cómo intentamos producir una propuesta anticapitalista actual?*



Creemos, como muchos, que los problemas de la sociedad en la que vivimos no
pueden ser resueltos en el marco del capitalismo. Mientras no se alteren
las relaciones de producción y su correlato en las formas de organización
social, va a continuar la profunda desigualdad que vemos a diario. Pero
también entendemos que la tensión por la reproducción del estado y el
capital sucede continuamente, cada minuto de nuestras vidas, y que por eso
nuestra lucha no puede ser en un mañana lejano, sino que tiene que ser
constante. Entendemos que esta lucha no ocurre únicamente en términos
discursivos ni en ámbitos específicos extrapolados de la cotidianeidad.
Queremos aclarar la ociosa distinción entre discursos y prácticas que
parece asomar aquí. Las palabras y los discursos *son* prácticas
*también.*Lo que estamos afirmando apunta a sostener esos
*discursos practicados* en efectivas intervenciones de la corporalidad
militante, *además.* Entendemos que la intervención corporal militante no
sólo es necesaria como *acción*, sino también como instancia reflexiva que
nos permita vislumbrar los límites de nuestros *discursos.*

¿Cómo hacer para no refugiarnos en una supuesta pureza ideológica
abstracta? ¿Cómo eludir ser arrastrados acríticamente por las coyunturas?



Encontramos necesario plantear sin ambigüedades tres tesis fuertes de las
que no podemos escapar: 1) El estado es la forma que toma una relación
específica: la que existe entre capital y trabajo. 2) Esa relación
históricamente determinada se da en el contexto de la forma capitalista de
producir la vida social. 3) Ninguna postura que critique la dominación
estatal puede abstraerse de estas condiciones en las que necesariamente se
da toda lucha contra el estado.



Pensamos que no nos queda otra variante que habitar cierta tensión, como
lugar fértil para la acción política. Estamos inmersos en relaciones
sociales que no elegimos ni consentimos, de las que no podemos fugarnos:
las relaciones de poder atraviesan todos los espacios sociales. Sin embargo
creemos que es posible llevar una práctica anticapitalista y de
desestructuración en cada uno de ellos.

Queremos proponer llevar adelante dos *líneas de intervención*, que vemos
como indisolubles y estériles si no son practicadas simultáneamente en los
mismos lugares donde intervenimos:



- Una de ellas pertinente al ámbito de la creación, donde intentamos
generar procesos de relaciones comunitarias, horizontales, autónomas, que
experimenten en la construcción de una nueva sociedad. Donde se pongan en
juego otras relaciones afectivas y otros modos de sociabilidad y de
subjetivación, y obviamente profundizar los ya existentes aspirando a un
compromiso más generalizado.

- La otra faceta consiste en construir espacios de contrapoder y
organización popular que den respuesta política en enfrentamientos claros
con las clases hegemónicas y sus representantes, cuestionando tanto los
mecanismos de poder vigentes como las propias estructuras esclerosadas de
resistencia, y en ese camino que nos faciliten lograr cierta unidad o
encuentro con otros sectores aspirando a conquistas mínimas para mejorar
nuestra calidad de vida y garantizar nuestro desenvolvimiento social.



En cada hospital en el que peleamos para mejorar las condiciones de
atención, los planes de trabajo, nuestros salarios; en cada escuela en la
que intervenimos para que se pongan en práctica pedagogías emancipadoras o
lógicas de trabajo distintas estamos llevando adelante una lucha contra la
enseñanza estatal o tensionando los resultados. En cada universidad cuando
peleamos los contenidos, las formas de organización, cuando cuestionamos
los dispositivos de aprendizaje o la forma de producir saberes; en cada
barrio en el que impulsamos proyectos comunitarios y autogestivos estamos
atacando el modelo de vida individualista y consumista que nos propone el
capital. Cuando intentamos resolver nuestros problemas laborales con
independencia y bajo otras reglas de intercambio, o cuando peleamos para
resistir una ley adversa o necesitamos que se sancione otra que refuerce
nuestros derechos; aun cuando construimos sin mirar al estado como norte,
estamos peleando contra él cuando contraponemos un plan al uso que a través
de él las clases dominantes hacen de los recursos producidos por los
trabajadores. Tenemos una voz y una mirada particular que merece ser oída
en otros espacios.



Solidariamente con las críticas esbozadas arriba, creemos que la doble
propuesta de intervención expresada, encontraría eco rápidamente en
compañeros y compañeras que lean estas líneas y compartan alguno o todos
los principios de acción resumidos en la idea de autogestión. Sin embargo
creemos también que, dadas las críticas también esbozadas, a cierta
subjetividad liberal-autonomista presente en nuestros colectivos, quizá
sólo la primera tenga condiciones de realización. Creemos que para que
podamos desarrollar la segunda línea de intervención es necesaria cierta
dosis de subjetividad antagonista, que le ponga el cuerpo y no sólo las
palabras, a una paciente construcción antagónica con las relaciones
sociales imperantes en los lugares cotidianos que habitamos, más allá de
las explosiones coyunturales. Asimismo pensamos que la condición para
mantener una intervención más acá del éxodo hacia un paraíso de
subjetividades hermanadas, es la práctica incansable, respetuosa y férrea a
la vez, de una crítica y autocrítica a lo que hacemos a cada paso,
recogiendo las experiencias ya transitadas de forma consecuente y
alimentándola con las perspectivas de lo nuevo que no cesan de aparecer.



En resumen: en la pelea por el plan para la sociedad y en las continuas
acciones que contraponen un mundo alternativo al actual se juega en tiempo
presente el carácter de nuestras prácticas, oponiéndonos en la medida de lo
posible a la reproducción del capital. Por esto mismo queremos abrir el
juego a la discusión colectiva, que nos brinde herramientas superadoras.
Creemos que hay personas y colectivos, que están en la misma búsqueda que
nosotros en distintos ámbitos. En el barrio, en las escuelas, en las
universidades, en los sindicatos, en todos los ámbitos de la vida, somos
muchos quienes luchamos por transformar la sociedad en un sentido
anticapitalista. Por supuesto que no tenemos ninguna garantía que el camino
sea fácil. Pero también, cooperando, confiamos en ser capaces de generar
una alternativa que perdure en el tiempo y que efectivice cada día la lucha
por una nueva sociedad. Ese camino es tan deseable como necesario.





Junio de 2013.



*Raúl G, Fernando G, Paula V, Iván G, Paula A, Marta G, Bettina F.*




Para leer en línea:

http://issuu.com/escribentes/docs/aportes_1-0

http://es.calameo.com/read/001837857290bce3e9968


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