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https://mariaenpalestina.wordpress.com/2012/05/04/karameh-los-presos-politicos-y-su-batalla-por-la-dignidad/


Fuente: María M. Delgado, Blog Palestina en el
Corazón

Karameh: Los presos políticos y su batalla por la
dignidad
“Yo les digo: sigan adelante con la gracia de Dios, y saldrán
victoriosos. Ustedes la han llamado “la batalla de la dignidad”: no
defrauden a sus familias ni a los demás prisioneros. Continúen hasta
conquistar sus demandas.” Khader Adnan después de su liberación,
dirigiéndose a sus compañeros en huelga de hambre
“Yo animo a las y los jóvenes de Palestina a que apoyen a los presos
organizando acciones hasta que todos sean liberados de las cárceles de la
ocupación. Quiero pedirle a las nuevas generaciones palestinas que
continúen la lucha y no tengan miedo a Israel. Sean tenaces, sean
tenaces, y alcanzarán la libertad.” Hana Shalabi, después de ser liberada
y deportada a Gaza.
Una intifada cada día menos silenciosa se está gestando en las cárceles
políticas de Israel.
El 17 de abril, Día de los Presos Políticos Palestinos, unos 1200
prisioneros iniciaron una huelga de hambre masiva, sumándose a la que ya
venían llevando a cabo desde hacía más de un mes un pequeño grupo de
ellos. La campaña iniciada ese día tiene un nombre que expresa el
espíritu que la anima: “Karameh” (“dignidad” en árabe).
Seguramente el nombre fue inspirado por la consigna que acompañó las
prolongadas huelgas de hambre de Khader Adnan y Hana Shalabi: “La
dignidad es más importante que la vida”. A principios de mayo, el número
de huelguistas ha crecido a 2600. Las seis prisioneras anunciaron que se
sumaban el 1º de mayo.
Varios están ahora en peligro de muerte, incluyendo Bilal Diab y Thaer
Halahlah (en detención administrativa desde mediados de 2011 y de 2010
respectivamente), los dos en huelga de hambre desde el 29 de febrero, y
confinados al hospital de la prisión del Negev; según una doctora de
Médicos por los DDHH-Israel, que pudo visitarlos hoy 1º de mayo, sus
vidas corren inminente peligro de muerte. Además, al 1º de mayo Hassan
Safadi está en el 58º día de huelga de hambre, Mohammad Al-Taj en el 48º
(según The Prisoner’s Club, su situación de salud es extremadamente
grave) y Mahmoud Sarsak está en el día 40º. Otra decena de detenidos
también han sido hospitalizados, incluido el secretario general del
Frente Popular para la Liberación de Palestina, Ahmad Sa’adat (mantenido
en aislamiento desde hace tres años).
Y mientras más y más presos se suman a la huelga de hambre, Israel
continuamente aumenta el número de palestinos detenidos. Según el
Alternative Information Center, la última noche de abril, el ejército
israelí arrestó a 23 personas en operativos militares a lo largo de
Cisjordania, y la noche anterior había arrestado a 15, principalmente de
los distritos de Hebrón y Jenín.
En cada ciudad palestina (incluso dentro de Israel), la gente instaló
tiendas de campaña de solidaridad, y numerosos familiares de los presos,
junto a palestinos de a pie, iniciaron su propia huelga de hambre en
apoyo a la lucha que se lleva a cabo en las cárceles israelíes. En la
mañana del martes 1º de mayo, los manifestantes protestaron ante la
prisión de Ofer (cerca de Ramalah) en apoyo a los huelguistas; el
ejército israelí -como de costumbre- respondió lanzando gases
lacrimógenos y balas de acero recubiertas de goma, hiriendo a cuatro
personas.
“En la cárcel, el hambre es la única arma disponible… mi hermano está
defendiendo no sólo sus propios derechos y su honor, sino los de todo el
pueblo palestino”, dijo al corresponsal de Reuters Bassam Diab, hermano
de los prisioneros Bilal y Azzam Diab, y ex preso político.
No es ésta la primera huelga de hambre colectiva iniciada en las cárceles
políticas. Tampoco es nueva la reacción de las autoridades israelíes, que
ya están castigando a los huelguistas y presionándolos para hacerles
abandonar la medida: aislamiento y traslados para separar a los
luchadores; suspensión de visitas de los familiares; prohibición de
contacto con los abogados; confiscación de radios y aparatos
electrónicos; requisas violentas y destrucción de las pertenencias;
provocaciones constantes y presión sicológica, convirtiendo los lugares
de reclusión en verdaderos restaurantes donde los guardias comen y beben
en presencia de los ayunantes; etc.
Un tema siempre conflictivo
La llamada “batalla de la dignidad” exige poner fin al sistema de
detención administrativa (arbitraria), que permite la prisión por tiempo
indeterminado sin cargos ni juicio (por períodos renovables de seis
meses). También a las duras condiciones carcelarias conocidas como “ley
Shalit”, impuestas por Israel a partir de la captura del soldado Gilad
Shalit (preso durante cinco años en Gaza) y que se mantienen a pesar de
que en octubre fue liberado por Hamas. Entre ellas, la prohibición de
visitas, desde hace seis años, a los familiares de los 456 presos de
Gaza.
La huelga de hambre reclama, además, poner fin a la práctica del
aislamiento de los presos (especialmente de los dirigentes); al uso
sistemático de tortura física y sicológica desde el momento del arresto;
al traslado de los prisioneros desde los territorios ocupados al interior
de Israel (en violación del art. 76 del IV Convenio de Ginebra); a la
detención de grupos vulnerables, como niños, ancianos y personas
discapacitadas o enfermas; al uso de tribunales militares para juzgar a
civiles; a las requisas humillantes, y a la prohibición de estudiar; al
castigo colectivo hacia las familias de los presos, que deben gestionar
permisos difíciles de obtener, soportar largas distancias y esperas en
los puestos de control, y someterse a procedimientos de revisión
denigrantes (incluso mujeres, niñas y niños).
Si bien estas demandas específicas buscan poner en evidencia las
arbitrariedades y mejorar las condiciones de vida en las cárceles, no se
debe perder de vista que el objetivo último de la huelga de hambre es
desafiar al conjunto del sistema de ocupación, colonización y represión
israelí, como ha señalado Ameer Makhoul, el líder de Itijah (la
articulación de organizaciones palestinas de base en Israel), preso en la
cárcel de Gilboa desde 2010: “La batalla contra las leyes de emergencia
israelíes es una batalla para los israelíes, no para el pueblo palestino.
La batalla para los palestinos, y para todos los que resisten un régimen
de ocupación y colonialismo, es contra la ocupación y el Estado ocupante,
y por la liberación nacional, la recuperación de nuestra patria y el
regreso de sus refugiados y exiliados.”
La cuestión de los presos políticos es una de las más sensibles en la
agenda política palestina. Los opositores y críticos a la Autoridad
Nacional Palestina señalan que es uno de los temas claves que -junto con
la cuestión de los refugiados, el estatuto de Jerusalén o las colonias
israelíes- los negociadores palestinos han postergado hasta alcanzar “un
acuerdo definitivo” con Israel. Según Markhoul, hacer depender la
cuestión de los presos políticos de una solución final en lugar de exigir
su libertad como condición previa para cualquier tipo de negociación es
postergar indefinidamente su encarcelamiento.
Markhoul va aun más lejos: “La posición oficial palestina a nivel
internacional es “condenar la violencia” y cooperar con Israel para
combatir la resistencia. ¿Qué mensaje envía eso a los presos que llevan
decenas de años por participar en la lucha de liberación y están pagando
el precio por ello? ¿Acaso esa posición oficial no niega su estatuto como
prisioneros de la libertad, la liberación nacional, la conciencia y la
justicia?”
Nadie se salva
Los organismos de derechos humanos estiman que desde 1967 un 40% de
la población masculina palestina ha pasado por las cárceles israelíes (la
gran mayoría, muchas veces y desde muy temprana edad).
Si bien la gran mayoría de los presos políticos pertenecen a
organizaciones de la resistencia consideradas enemigas por Israel, como
en todo régimen represivo la cárcel también es el castigo para activistas
sociales de la llamada “lucha popular” (el nombre palestino para la
acción noviolenta de base). En los últimos años han sido detenidos
dirigentes y activistas de las aldeas que organizan semanalmente
protestas contra el Muro y las colonias israelíes que les roban sus
tierras o su agua (Nabi Saleh, Bil’in, Nil’in, Beit Ummar, Al Walaja, Kfr
Kadoum, Al Ma’asara entre otras), así como periodistas, fotógrafos,
defensores de derechos humanos, docentes, alcaldes y miembros de los
‘comités de lucha popular‘. En 2011, Israel detuvo a casi 300 de estos
activistas (58 de ellos menores de edad).
Según la organización de DDHH y apoyo a los presos Addameer, unas 10.000
mujerespalestinas han pasado por las cárceles desde 1967. Después de la
liberación de octubre pasado en el canje con Hamas, hoy quedan seis
prisioneras en la cárcel de Hasharon.
Addameer ha denunciado reiteradamente las condiciones particulares que
afectan a las presas: carencias en la higiene y atención médica (incluso
a las embarazadas), limitaciones para el acceso a la educación,
restricciones de las visitas familiares (incluyendo a las madres con
hijos pequeños), aislamiento, celdas sobrepobladas y con frecuencia sin
luz natural.
Un capítulo aparte merecería la situación de los niños. Según Addameer,
unos 700 son arrestados por año, a partir de los 10 u 11 años, acusados
del delito de tirar piedras al ejército israelí. Organismos de derechos
humanos o de derechos de los niños han denunciado reiteradamente que las
condiciones de detención de niños palestinos violan los estándares
internacionales previstos para los menores de edad (Ver por ejemplo el
informe de B’Tselem: “No Minor Matter: Violation of the Rights of
Palestinian Minors Arrested by Israel on Suspicion of Stone-Throwing”
(2011) y el de Defense of Children International-Palestine: “Bound,
Blinfolded and Convicted: Children held in military detention
(2012)”).
Los menores palestinos reciben el mismo trato que los adultos: son
arrestados en sus casas en medio de la noche, esposados y con los ojos
vendados, mantenidos en aislamiento en prisiones militares de adultos,
sometidos a tortura física y sicológica, interrogados sin presencia de
abogados o familiares, amenazados y presionados para confesar delitos que
no cometieron o para delatar a los adultos de su comunidad. Numerosos
testimonios en varias localidades de Cisjordania confirman que el
principal objetivo de los arrestos de menores es aterrorizarlos para
forzarlos a convertirse en colaboradores e informantes de la
ocupación.
Los niños pueden permanecer en prisión por períodos de dos a seis meses o
más. Un blanco fácil son los niños que participan en las manifestaciones
pacíficas que semanalmente se realizan en varias aldeas. Al igual que los
adultos, los menores sólo son liberados después de pagar altas sumas de
dinero, aun cuando hayan permanecido apenas una noche en una comisaría
israelí.
Un caso extremo denunciado por organismos de derechos humanos es la
“deportación temporal” de niños, que son obligados a permanecer fuera de
su lugar de residencia por períodos de varios meses. En algunos casos las
autoridades israelíes obligan a la familia a ubicarlo en un domicilio de
una localidad alternativa y a proporcionar un teléfono donde el niño
estará localizable cada vez que las fuerzas de ocupación lo deseen. Casos
de éstos se han registrado al menos en Belén, Beit Ummar (Hebrón) y
Silwan (Jerusalén Este).
La lección de Khader Adnan
La mecha de este desafío a todo el sistema de la represión y
ocupación fue encendida por el hoy nuevo ícono de la lucha palestina,
Khader Adnan, quien en febrero pasado se convirtió en el preso que
mantuvo la huelga de hambre más prolongada en la historia de Palestina:
66 días.
Khader Adnan, un panadero de 33 años, estudiante de economía en Birzeit,
casado y en espera de su tercer(a) hijo(a), fue detenido en la madrugada
del 17 de diciembre en su casa, en el pueblo de Arraba, Jenin. Había sido
arrestado antes nueve veces (incluso por la Autoridad Palestina), acusado
de ser vocero del movimiento Jihad Islámica, y en total ha permanecido
más de seis años en la cárcel, siempre bajo detención administrativa y
sin que Israel haya podido procesarlo por ningún crimen.
Su huelga de hambre lo convirtió en un símbolo de resistencia, y gracias
a una exitosa campaña de solidaridad, en el preso palestino más conocido
en el mundo. Cuando todo indicaba que su muerte podía desatar una
intifada de proporciones en Palestina, Israel accedió a liberarlo sin
condiciones, lo cual se cumplió el 17 de abril.
Siguiendo su ejemplo, la presa Hana Shalabi (de Burqin, Jenin, y de la
Jihad Islámica, como Adnan) sostuvo una huelga de hambre de 44 días,
también en protesta contra la detención administrativa. Hana había estado
antes 25 meses en esas condiciones, y había sido liberada en octubre de
2011 en el intercambio entre Hamas e Israel. Cuatro meses después, y al
igual que otros prisioneros liberados en ese intercambio, fue arrestada
en su casa durante la madrugada, como es habitual. Hana fue liberada el
1º de abril a cambio de ser deportada a Gaza por tres años.
La huelga de hambre de Khader Adnan -y en buena medida también la de Hana
Shalabi- obtuvo una serie de victorias simultáneas e igualmente
relevantes:
- Logró llamar la atención internacional sobre la aberrante práctica de
la detención administrativa que Israel aplica de manera sistemática a los
presos palestinos, manteniéndolos sin juicio incluso durante años.
Organismos oficiales y ONGs como Amnistía Internacional y Human Rights
Watch emitieron pronunciamientos en favor de Adnan.
- Suscitó una campaña de solidaridad internacional (y en Israel)
sumamente eficaz, que combinó el activismo en la calle, el uso masivo de
las redes sociales, y logró que hasta grandes medios masivos de Occidente
(como The New York Times, The Guardian, CNN) hablaran de él.
- Con su actitud intransigente, Adnan rechazó y deslegitimó el sistema de
dominación israelí en su conjunto, negándose a reconocer la autoridad de
los interrogadores, de los jueces militares y del sistema
penitenciario.
- Desde el momento de su detención hasta hoy, ha llamado a la unidad de
todas las fuerzas políticas y a superar las divisiones que sólo
benefician al enemigo. Adnan declaró que su huelga de hambre era parte de
la resistencia palestina, y una continuación de la iniciada en septiembre
de 2011 (principalmente por los presos del FPLP liderados por Ahmad
Saadat), y que fue interrumpida por las liberaciones de octubre. Ese
llamado a la unidad despertó una adhesión entusiasta, sobre todo entre el
movimiento de la juventud palestina, que realizó manifestaciones de apoyo
en todo el territorio ocupado.
Después de ser liberado, Adnan retornó a su aldea convertido en héroe
nacional, y desde entonces no ha dejado de dar entrevistas a los medios
de comunicación de todo el mundo. También ha participado en las
movilizaciones por los presos en varias ciudades de Cisjordania, y se
hizo presente en el mítin en apoyo a los huelguistas en el centro de
Ramalah, donde exhortó enérgicamente a sus compañeros a mantenerse firmes
en la medida hasta alcanzar la victoria.
Peligros, desafíos y oportunidades
Las prisiones políticas son un microcosmos de la sociedad palestina;
por eso el movimiento de los presos enfrenta los mismos peligros y
desafíos que el movimiento de resistencia: superar las divisiones
políticas (alentadas por los israelíes y favorecida por la misma
autoridad palestina) y construir un proceso de unidad suficientemente
fuerte y combativo como para jaquear a las fuerzas de ocupación.
Quienes señalan ese peligro critican duramente a la propia Autoridad
Nacional Palestina. Sostienen que la ANP desde el principio ha dado poco
apoyo a la lucha de los presos, y que pretendió ignorar la de Khader
Adnan hasta que fue imposible. Más aun, sostienen que entre los presos de
Fatah (el partido que controla la ANP y la Organización para la
Liberación de Palestina) hay quienes reciben órdenes para intentar
debilitar el movimiento. Hasta último momento, incluso, se dudaba sobre
qué postura adoptarían los prisioneros de Fatah respecto a la huelga de
hambre, ya que en el pasado muchos han optado por no sumarse a estas
medidas de protesta. Pero esta vez no parece ser el caso. “En la prisión
no hay facciones políticas, sólo somos carne. Si Dios quiere, esto va a
llevarnos a un movimiento nacional unificado”, afirmó el ex preso Bassam
Diab desde su modesto hogar en la aldea de Kufr Ra’i.
Mourad Jadallah, integrante de Addameer, se pregunta: si la ANP y Fatah
dicen que apoyan la lucha popular pacífica, ¿por qué no apoyan a los
presos políticos? “¿Qué necesita usted más que una huelga de hambre para
apoyarla, si usted está realmente interesado en la resistencia
popular?”
En cualquier caso, los acontecimientos del último semestre -desde el
canje de presos acordado entre Hamas e Israel hasta el triunfo de Khader
Adnan- demuestran que la cuestión de los prisioneros -igual que todo el
conflicto palestino- dependen más de la correlación de fuerzas internas y
del cambiante escenario regional que de cualquier solución legal o
negociada.
Es indudable que el movimiento está ganando momento en las cárceles y en
las calles, despertando creciente solidaridad internacional y poniendo en
jaque tanto a la autoridad palestina como a Israel. Nadie subestima el
papel ‘desestabilizador’ que podría jugar una huelga de hambre masiva que
desemboque en desobediencia civil. ¿Cuántos Khader Adnan o Hana Shalabi
puede tolerar un régimen de opresión y colonización, y sus colaboradores
locales?
Otro ex preso político, Abu Kabbara, afirmó: “En la lucha por la
liberación de Palestina, el movimiento de los prisioneros ha tenido y
tiene un papel fundamental. Generaciones de palestinos han despertado
dentro de las cárceles a una nueva conciencia política.
CIFRAS
Datos de Addameer, al 1º de abril de 2012:
Número total de presos: 4610
En detención administrativa: 322 (24 parlamentarios)
Mujeres: 6
Niños: 203 (31 son menores de 16 años)
Miembros del Consejo Legislativo Palestino: 27
De Jerusalén Este: 153
De los territorios de 1948 [hoy Israel]: 192
De Gaza: 456
Presos a cadena perpetua: 527
Presos con sentencias de más de 20 años: 449
Presos que llevan más de 25 años en la cárcel: 23
Presos que llevan más de 20 años en la cárcel: 52
FUENTES
Addameer, Electronic Intifada, Alternative Information Center,
Samidoun, Defense of Children International-Palestine, B’Tselem,
Haaretz