*Ximena Tordini *
/Revista Crisis /
En forma silenciosa y sin debate público de por medio, oficinas de
seguridad del Estado nacional importan las más avanzadas tecnologías de
identificación. Según esta suerte de Ministerio del Amor orwelliano, el
reconocimiento de retinas oculares puede tener fines humanitarios y de
ayuda social, y la lucha contra el terrorismo se confunde con una
vigilancia milimétrica de los movimientos urbanos y las transacciones.
Sonríe, te estamos biometrizando.
SIBIOS está entre nosotros y llegó para quedarse. Con nombre de criatura
cyborg, el Sistema de Identificación Biométrica para la Seguridad avanza
a pasos firmes sobre el quebradizo territorio en el que se relacionan
identidad y Estado, cuerpos y saber, geografía y flujos. Presentado por
la Presidenta en noviembre de 2011, el Sistema que depende del
Ministerio de Seguridad permitirá consultar las fotografías faciales,
huellas digitales, nombres y apellidos, fechas de nacimiento, género,
estado civil y direcciones de cada uno de los argentinos y de los aquí
residentes. Podrá ser utilizado por la Policía Federal, la Gendarmería,
la Prefectura, la Policía Aeroportuaria, la Dirección Nacional de
Migracionesy el Registro Nacional de las Personas ya que, según el
decreto 1766/2011, "resulta imprescindible usufructuar al máximo las
herramientas tecnológicas" con el propósito de "optimizar la
investigación científica de delitos y el apoyo a la función preventiva
de seguridad".
La decisión de recopilar datos biométricos en bases de datos de consulta
centralizada no generó ningún debate entre los organismos de derechos
humanos ni cuestionamientos o preguntas sobre sus implicancias. Sin
embargo, una rápida búsqueda en Internet indica que la medida hubiera
resultado inaceptable en otros países, incluso en aquellos donde residen
las industrias que fabrican los dispositivos tecnológicos para la
obtención, procesamiento, almacenamiento y consulta de datos biométricos.
Hay muchos métodos que permiten identificar a una persona por sus rasgos
biológicos o por algún comportamiento: la huella digital, la lectura del
iris, el reconocimiento facial, la palma de la mano, la dentadura, la
voz, la firma, el modo de caminar, el tecleo. Investigaciones en curso
están intentando procesar el olor, las uñas y la forma de las orejas.
Estas características únicas de un cuerpo humano pueden ser capturadas
por una pequeña máquina, transformadas en datos y utilizadas con fines
de identificación. Un banco centralizado o un sistema que conecte
distintos repositorios permite realizar consultas uno-a-muchos: se
ingresa la fotografía de un rostro y se obtiene el nombre y el lugar de
residencia.
Como buena parte de los gadgets que portamos, estos dispositivos
biométricos son una relación humano-máquina. Pero a diferencia de otras
aplicaciones tecnológicas, la biometría se reserva la capacidad de
detectar y atesorar una verdad ligada a la carne y a las huellas de cada
ser. El aparato extrae del cuerpo algo, lo convierte en ceros y unos, lo
guarda. Hasta que alguien lo precise, lo convoque. Entonces, la máquina
dirá que yo soy yo con más eficacia, velocidad, veracidad e
infalibilidad que cualquier papel o cualquier testimonio.
La ampliación de sus alcances tiene dos vientos a favor. La narrativa de
la seguridad global recargada luego de los atentados en las Torres
Gemelas, los trenes de Madrid y el metro londinense, a la que se
superponen las versiones locales de la lucha contra el delito y el robo
de identidad, utilizada para legimitar el incremento del control de los
espacios de circulación social.
El otro viento a favor es la industria del entretenimiento. En aquella
época en la que esperábamos el horario en el que el cable pasaba nuestra
serie favorita, CSI nos amigó con cierto tipo de policías, los forenses.
Mucho más lúcida, la industria de las comunicaciones interpersonales
logró colectivizar el trabajo policial al enseñarle a miles de personas
a etiquetarse unas a otras y a instalar en los teléfonos celulares
sistemas de geolocalización.
*Una singular proactividad *
"Gran Hermano no es la intención", dice Pedro Janices, Director Nacional
de Tecnologías de Gestión. Detrás de él, una pantalla partida en ocho
cuadros muestra imágenes de Av. Diagonal Norte y de la entrada al
edificio de la Secretaría de la Gestión Pública que provienen de cámaras
de vigilancia. No se sabe bien para qué sirven esas tomas del espeso
mediodía porteño, pero es difícil dejar de mirar los cuerpitos que
circulan veloces sin conciencia de que acá, seis pisos más arriba, los
estamos observando.
Desde aquí se organiza el Congreso Internacional de Biometría de la
República Argentina (CIBRA). A lo largo de sus seis ediciones anuales,
expertos de todo elmundo expusieron sobre las posibilidades de este tipo
de identificación, estándares y experiencias de implementación. Todos
los panelistas en los Congresos fueron funcionarios --civiles y de
fuerzas de seguridad-- o gerentes de las empresas que ofrecen
consultorías, capacitación y equipamiento. Durante CIBRA, en las
publicaciones de la Jefatura de Gabinete de Ministros sobre este tema y
en la presentación oficial de SIBIOS se repiten las palabras de Janices:
"El Estado tiene la obligación de garantizar la identidad de los
ciudadanos en pos de su seguridad y de su inclusión social". Esta tarea
fue establecida por la ley 17.671, con la firma de Juan Carlos Onganía,
que también creó el Registro Nacional de las Personas. Hasta 2011, los
datos obtenidos por los registros civiles no eran consultables para las
fuerzas de seguridad. La policía, por ejemplo, contaba con las bases de
datos de las cédulas de identidad, los pasaportes y las personas con
antecedentes penales. Al mismo tiempo, según la ley 25.326 de Protección
de datos personales, los datos "no pueden ser utilizados para
finalidades distintas o incompatibles con aquellas que motivaron su
obtención".
Frente a las preocupaciones que abre SIBIOS en lo relativo a la
privacidad, Pedro Janices remarca que hoy las verdaderas amenazas son
dos. La identificación patronímica --Google provee información asociada
a nuestro nombre que nosotros preferiríamos que no estuviera tan
disponible-- y la entrega voluntaria de datos que realizan los usuarios
a decenas de empresas que no tienen la capacidad de proteger esa
información --tarjetas de crédito, tiendas on-line, consolas de juegos,
redes sociales, supermercados, webmails gratuitos. Frente a este
panorama, Janices sostiene la importancia de un "rol proactivo" ya que
al momento de delitos como el robo y la suplantación de identidad es el
Estado "el que tiene la obligación de garantizar el derecho a la
identidad de los ciudadanos".
Que un dispositivo tecnológico es más eficaz que un montón de papeles es
una idea tan arraigada en el sentido común que aparentemente no resiste
ningún debate. El mismo argumento se viene utilizando para la
implementación del voto electrónico: lo digital siempre es más fiable
que lo analógico. Sin embargo, el objeto menos conflictivo en un espacio
social puede generar una controversia ideológica en otro.
Todos tenemos un amigo que está contento con el nuevo DNI en sus
versiones tarjeta plástica y minicuaderno con la estridente tapa celeste
que remplazó a los opacos colores filomilitares. En el shopping, a
cualquier hora hay una fila de ciudadanos satisfechos con poder
deshacerse de su antiguo documento analógico. Y sin necesidad de
entintarse los dedos. Un canadiense, en cambio, se espantaría ante una
escena semejante. En su país, no existe el documento nacional de
identidad y cada vez que a alguien se le ocurrió instaurarlo, la
resistencia social lo hizo imposible. A la hora de votar, alcanza con la
partida de nacimiento o la licencia de conducir o dos cartas recibidas a
tu nombre o un testigo que afirme que una es quien dice ser. Mientras en
América latina no tener documento es sinónimo de exclusión social, en
los países anglosajones las tarjetas de identificación siguen siendo
rechazadas por buena parte de la ciudadanía.
Los usos que el Estado Nacional dice querer darle a la identificación
biométrica van desde el combate del delito y el fraude hasta el control
de las visitas a las y los recluidos en el Sistema Penitenciario Federal
y la posibilidad de identificar un cadáver en una situación de
catástrofe natural. El argumento de la practicidad es fuerte, por
ejemplo en el caso de la ansiada administración transparente de los
planes sociales. Sin embargo, existen métodos, también biométricos, que
permitirían la constatación de la identidad sin generar bases de datos
consultables. Por ejemplo, el Comisionado para la privacidad de Canadá
recomendó al Parlamento de ese país que para este tipo de necesidades
burocráticas se utilice una tarjeta que porte el dato biométrico. Es
decir, si tengo una tarjeta que asocia mi nombre a una huella digital y
un lector establece que la huella de mi dedo coincide con la de la
tarjeta, eso es suficiente para determinar que yo soy yo sin necesidad
de que otros datos, como mis antecedentes penales o mi estado civil,
sean reconocidos cada vez.
Otro caso de violación de la privacidad al que la sociedad le regala a
diario su consentimiento es el de la tarjeta SUBE. Para obtener la
tarjeta es necesario dar el número de DNI. Los viajes realizados están
disponibles on-line para cualquiera que ingrese los números de cualquier
tarjeta --la propia o la de su novia, por poner un caso. La web nos
aclara que los "movimientos se resguardan en las tarjetas y en el
sistema central". Ningún ente público se ha tomado el trabajo de
explicar con qué fin se recopila esa información. Se dijo que es con el
propósito de administrar los subsidios al transporte, pero para eso
serían suficientes los recibos de sueldo o las bases de datos de la
ANSES. En las últimas semanas, el tema se instaló en algunos medios y la
respuesta del kirchnerismo 2.0 fue ironizar sobre los cuestionamientos
como si nada importante estuviera en debate. El Ministerio de Justicia
argumentó que la base de datos está "debidamente protegida por sus
responsables". Anonymous argentina entró fácilmente en los registros y
los publicó en la web (#OpTango).
Podría pensarse que la displicente burocracia nacional sería incapaz de
utilizar con fines de inteligencia estas precisiones sobre los flujos
urbanos. A menos que SIBIOS venga a sintonizar su capacidad de control
con el clima de la época.
*Arma letal
*
La biometría es una industria trasnacional que se alimenta de la lucha
contra el terrorismo, el control de las fronteras y la digitalización
del intercambio monetario. Las corporaciones que se especializan en
asesorar a estados y empresas, vender e instalar equipamiento, capacitar
recursos humanos compiten entre sí por la primacía de sus patentes.
Cross Match (EE.UU.) y Sagem (Francia) ofrecen sus productos a los
ejércitos, agencias de seguridad y empresas alrededor del mundo. El
informe Global Biometric Forecast to 2012 de la consultora RNCOS
anticipa un crecimiento anual del 31% para el mercado del reconocimiento
facial. Afirma que el principal potencial de estos servicios es que
brindan "una capacidad exclusiva para la vigilancia, ya que pueden
emplearse de forma encubierta, pues el rostro de una persona es
capturado fácilmente por tecnología de video".
Otro campo de aplicaciones es el control de los flujos de dinero. La
digitalización absoluta de los intercambios monetarios está cada vez más
cerca. El software Google Wallet, ya disponible en Estados Unidos,
permite utilizar el teléfono celular como una tarjeta de crédito. Estos
dispositivos sumados a la extensión del home banking también encuentran
en la biometría una contención a los problemas de seguridad informática.
Las contraseñas, otra marca de la época anticipada por Deleuze en su
famoso texto sobre las sociedades de control, pueden olvidarse,
perderse, robarse, por lo tanto nada mejor que un reconocimiento facial
en la caja del supermercado.
¿La lucha contra el delito es un argumento suficiente para legimitar la
creación de bases de datos biométricos? Katitza Rodriguez es la
Directora internacional de Derechos Humanos de la Electronic Frontier
Foundation, una organización que se ocupa de la defensa de la libertad
de expresión y la privacidad en el mundo digital. Es peruana, vive en
San Francisco. Desde allí responde que la biometría no solo no es un
arma realmente eficaz contra el delito sino que por el contrario puede
llegar a favorecerlo: "La centralización y la fusión de la bases de
datos sensibles como los datos biométricos crea un foco de atención en
la propia base de datos (al tener información tan importante y sensible
en un solo lugar) el cual puede ser explotado por criminales y
estafadores de todo tipo".
La identidad como cuestión de Estado tiene un recodo discursivo en el
gobierno de los Derechos Humanos. Escribe Pedro Janices en el libro
Biometrías 2 editado por la Jefatura de Gabinete de Ministros: "No
debemos dejar de pensar en cuánto más ágil hubiera sido el trabajo de
las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo en encontrar a sus hijos y
nietos de los desaparecidos durante la dictadura en nuestro país, si se
hubieran tenido registros y métodos biométricos en las bases de datos
con sistemas automatizados de verificación de identidad que en forma
inviolable recauden esta información". Es cierto. Una base de datos de
reconocimiento facial podría comparar la foto del rostro de una mujer
desaparecida con rostros de personas nacidas en la década del setenta.
Podría encontrar un grupo de similitudes y dar lugar a una investigación
(en el caso de que hubiera un parecido entre hijo y madre, por
supuesto). Ni hablar de una base de ADN universal. Las ambigüedades del
desenvolvimiento tecnológico llevan, como ha escrito Héctor Schmucler, a
este tipo de aporías. Por lo pronto, nadie dijo que SIBIOS vaya a
utilizarse para que el Estado tome la iniciativa en la restitución de la
identidad de las y los jóvenes hijos de desaparecidos. Tampoco sería muy
tranquilizador imaginar qué permitiría una base de datos como SIBIOS en
un contexto de suspensión de las garantías constitucionales.
*Cuerpos binarios *
Katitza Rodriguez no cree que la identificación biométrica se reduzca a
su utilización para el control del delito: "Las tecnologías biométricas
son esencialmente individualizantes y pueden interoperar fácilmente con
tecnologías de bases de datos, permitiendo que violaciones extendidas de
la privacidad sean más sencillas y más dañinas. Dada la prevalencia de
cámaras en las calles y lo fácil que se tornó identificar un rostro, las
personas que se preocupan por su privacidad y anonimato tendrán serias
dificultades para preservar su identidad. Hay un pronóstico de extremo
riesgo en un mundo donde la foto de cualquier individuo, tomada por una
cámara callejera o publicada en una red social, puede ser vinculada a su
número de ID nacional. Las tecnologías de entrecruzamiento de datos solo
van a mejorar en el futuro."
Que eso que solemos llamar "el sistema" despliega mecanismos para el
control de lo social no es una novedad. El diagnóstico del "triunfo
sobre el anonimato" del proyecto urbano industrial fue bellamente
descripto por Walter Benjamin en "Detective y régimen de la sospecha".
Juan Pablo Ringelheim integra el grupo editor de Artefacto, una revista
que desde 1996 se dedica a desmenuzar la ideología de la técnica: "Me
interesa esa transformación del cuerpo, que se ve en el paso de la
analogía a lo digital. Ahí hay algo más nuevo aun que la voluntad de
control por parte de un Estado. Todo eso ya lo había pensado Foucault
cuando analiza las biopolíticas que surgen en los estados europeos,
siglo XVIII, XIX, a partir del interés por conocer cómo está conformada
estadísticamente la población para incorporarla a la industria
capitalista y potencialmente a la guerra. Para mí, desde este punto de
vista no hay mucho más que una diferencia cuantitativa. Donde sí veo
diferencias cualitativas es en la digitalización de la propia imagen del
cuerpo. Que se deriven de nuestro cuerpo imágenes que no podemos
reconocer en él, que se trasforme en datos binarios que pueden viajar,
recombinarse, multiplicarse, que de nuestro cuerpo se puedan derivar
conocimientos de nuestros ancestros, de nuestras posibles enfermedades,
eso creo que plantea una diferencia cualitativa a la foto, a la firma,
al número de matrícula".
*El colmo de Guy Fawkes *
La biometría promete ser el dique hi tech capaz de contener todo lo que
puede desbordarse. Fronteras, horarios laborales, sistemas financieros.
Es temprano para saber hasta qué punto será capaz de cumplir con lo que
ofrece. La identificación total de las personas y la trazabilidad de los
flujos se acoplan al discurso de la seguridad. Los casos en los que el
reconocimiento biométrico se ha utilizado para el control político están
ahí. Durante las protestas en Londres en 2011, un grupo que se oponía a
las manifestaciones propuso cruzar las fotografías publicadas en la
prensa con la aplicación de Facebook que reconoce los rostros para
determinar la identidad de los manifestantes. Como no existe una base de
datos como SIBIOS, la policía publicó las fotografías tomadas por las
cámaras de vigilancia en Flickr convocando a la delación colectiva.
El anonimato se filtra como tentativa de sustracción. Desde el pañuelo
palestino de los piqueteros que tanta indignación genera en los
conductores de noticieros al icónico rostro de Guy Fawkes que saltó de
las viñetas de Alan Moore a las calles europeas, la máscara y la firma
colectiva se repiten en los flujos de la protesta. Conectado por el chat
de Blackberry pero con la cara tapada, el luddismo hipertecnológico
desborda el oxímoron y traba los espacios públicos ante los ajustes
europeos o ataca las webs corporativas corresponsables de la censura en
Internet. En la paradoja en la que vivimos, conviven los que gestionan
su propio yo como una marca y los stalkers inrastreables. Las cámaras de
seguridad graban al asesino de la maestra y también al pibe que se fuma
un porro en la plaza para alimentar la programación trash de América 2.
El anuncio oficial afirma que en "dos años, los 40 millones de
argentinos estarán registrados en el Sistema de Identificación
Biométrico y podrán ser identificados". Lo que vendrá es ciencia ficción.
Publicado en revista Crisis nº6 ago-sep 2011
fuente
http://www.revistacrisis.com.ar/el-triunfo-final-sobre-el.html
texto en PDF
<
http://argentina.indymedia.org/uploads/2012/02/el_triunfo_final_sobre_el_anonimato.pdf>