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*Protesta pacífica puede liberar a Palestina*
Fuente: Mustafa Barghouthi, El Colombiano
A través de los últimos 64 años, los palestinos
hemos ensayado la lucha armada; hemos ensayado el
diálogo; y hemos ensayado conferencias de paz.
Sin embargo lo único que vemos son más
asentamiento israelíes, más pérdidas humanas y de
recursos, y la emergencia de un sistema horripilante de segregación.
Khader Adnan, un palestino detenido en una
prisión israelí, eligió otro camino. A pesar de
su supuesta afiliación con el grupo islámico
militante Jihad, él decidió hacer una huelga de
hambre pacífica para sacudir las conciencias de
la gente en Israel y en el resto del mundo. Adnan
pasó más de nueve semanas sin comer y estuvo
cerca a la muerte. Aguantó 66 días antes de
ponerle fin a su huelga el martes a cambio de un
acuerdo israelí en el que prometen dejarlo en
libertad tan pronto como el 17 de abril.
Por supuesto Adnan ha logrado una victoria
individual. Pero también fue un triunfo más
extenso -logró unificar a los palestinos y
demostrar el poder que puede tener una protesta
pacífica-. De hecho sería sabio que todos los
palestinos en busca de un Estado independiente y
el fin de la ocupación israelí rechazaran la
violencia y acogieran el ejemplo de la resistencia pacífica.
Adnan no es el único en esta situación. Más de
300 palestinos se encuentran actualmente en
"detención administrativa". No se les ha imputado
cargo alguno; deben luchar contra pruebas
secretas; tampoco se les brinda su día en la corte militar.
Las prácticas de Gran Bretaña en Irlanda del
Norte durante las décadas de los 70 y 80 no eran
tan distintas a las de Israel hoy -y provocaron
un espíritu de rebeldía similar por parte de la
población subyugada-. En 1981 Bobby Sands, un
miembro del Ejército Republicano Irlandés
detenido, murió 66 días después de iniciar una
huelga de hambre para protestar el trato
británico hacia los prisioneros políticos. Sands
fue elegido al Parlamento durante su huelga;
nueve huelguistas más murieron antes de terminar
1981; y sus casos atrajeron la atención mundial a
la situación que vivían los católicos romanos en Irlanda del Norte.
Así como Margaret Thatcher, la Primer Ministra
británica en aquel entonces, sin simpatía alguna
lo despachó como un "criminal condenado",
oficiales israelíes han acusado a Adnan de ser
miembro activo de Jihad. Pero si este es el caso,
Israel lo debe demostrar en la Corte.
Las acciones de Adnan durante las últimas nueve
semanas han demostrado que estaba dispuesto a dar
su vida -sin violencia y desinteresadamente- a
favor del progreso hacia la libertad palestina.
Ahora otros deben demostrar valentía similar.
Lo que se necesita es una versión palestina de
las revoluciones árabes que se han extendido por
la región: un movimiento masivo exigiendo
libertad, dignidad, una paz justa, democracia
verdadera y el derecho a la autodeterminación.
Debemos tomar la iniciativa, practicar confianza
en nosotros mismos y perseguir una forma pacífica
de lucha que podamos sostener sin depender de las
decisiones que otros tomen por nosotros.
En los últimos años, los palestinos han
organizado protestas pacíficas contra la red de
cercas y barricadas de concreto que nos acorralan
en lo que solo puede ser descrito como bantustán.
Hemos tratado de movilizar a la resistencia
popular contra este muro siguiendo las
tradiciones no-violentas de Martin Luther King
Jr. y Mohandas K. Gandhi -y permanecemos
resueltos a mantener esa protesta pacífica aunque
seamos violentamente atacados-.
Utilizando estas técnicas, ya hemos tenido éxito
en presionar al gobierno israelí para que desvíe
el muro en aldeas como Jayyous y Bil'in y ayudado
a cientos de palestinos a recuperar sus tierras
de manos de los colonos o el ejército israelí.
Nuestro movimiento no tiene la intención de
deslegitimar a Israel, como dice el gobierno
israelí. Es, en cambio, un movimiento para
deslegitimar la ocupación israelí de Cisjordania,
el cual creemos es el último sistema apartheid
que sobrevive en el mundo. Es un movimiento que
podría liberar a los palestinos de casi 45 años
de ocupación y a los israelíes de ser parte del
último sistema colonizador de nuestros tiempos.
Recuerdo los tiempos en que algunos líderes
políticos de los grandes partidos políticos de
Palestina, Al Fatah y Hamas, se burlaron de
nuestra lucha pacífica, la cual consideraron
débil e ineficiente. Pero el momento decisivo
llegó en el verano del 2008, cuando logramos
reversar la ocupación naval israelí en Gaza con
botes pequeños. De repente, vi gran respeto en
los ojos de los mismo líderes quienes habían
dudado del poder de la no-violencia pero finalmente reconocieron su potencial.
El poder de la no-violencia reside en que les da
a palestinos de todas las edades y caminos de la
vida las herramientas para retar a quienes nos
someten. Y miles de activistas por la paz
alrededor del mundo se han unido a nuestro
movimiento. En protestas en el este de Jerusalén,
Silwan y Hebrón se nos está uniendo también un
movimiento de paz israelí nuevo y joven que
rechaza categóricamente la ocupación israelí.
Desafortunadamente, el continuo asentamiento
israelí pronto podrá llevarnos hasta el punto
donde ya no habrá vuelta atrás. Si no logramos
pronto conseguir un estado palestino
verdaderamente libre, nos veremos obligados a
presionar por un Estado democrático con los
mismos derechos y responsabilidades para palestinos e israelíes.
No sabemos cuánto tiempo pasará antes de que
nuestra lucha pacífica logre sus objetivos. Pero
estamos seguros de una cosa: tendrá éxito, y los
palestinos algún día serán libres.