[pensamientoautonomo] Raíces emocionales de la autoridad y d…

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Autor: esceptikuz
Data:  
Para: lista por una ronda de pensamiento autonomo entre sujetos de los movimientos argentinos
Asunto: [pensamientoautonomo] Raíces emocionales de la autoridad y de la propiedad
*Raíces emocionales de la autoridad y de la propiedad*

Por Casilda Rodrigáñez *
*Introducción La sociedad patriarcal la hacemos todos y todas; no es algo
exterior a nosotros. Las instituciones descansan en los individuos que
hemos sido formados para la obediencia a la autoridad y para entender los
bienes, la tierra y las personas como posesiones.*

Siempre nos han dicho, para disuadirnos de las utopías, que el principio de
autoridad y el sentido de la propiedad van unidos a la misma condición
humana, y cuando se habla de ello, siempre sale a relucir el ejemplo de los
celos, que dicen que salen de dentro, y que prueban que la posesividad es
consustancial a la naturaleza humana. Y es cierto que tanto el sentido de
la propiedad como el principio de autoridad están arraigados en lo más
profundo y básico de nuestra psique y de nuestras emociones, pero porque
éstas también son objeto de la educación y de la manipulación de la
sociedad patriarcal; de la domesticación que se lleva a término con cada
criatura humana.

En esta educación hay dos partes o dos aspectos: la educación emocional
propiamente dicha, y la devastación de la vitalidad de la criatura humana
que se realiza previamente.

*La devastación *

La devastación de la vida es algo previo que el Poder debe realizar antes
de acometer la extorsión y la explotación de la vida, como hicieron los
españoles que llegaron al continente americano, que arrasaron la selva para
poder hacer las plantaciones de monocultivos extensivos. Siempre, antes de
las acciones de explotación, de acaparación y de acumulación, hay una
acción de devastación de la abundancia y de la riqueza de la vida.

Lo originario del Capital -de la propiedad patrimonial- no es la
acumulación sino la devastación. Antes de la construcción del Estado y de
la Familia hubo también una devastación del tejido social de apoyo mutuo.

Y para domesticar al ser humano se realiza también una devastación en cada
pequeña criatura humana, para poner en marcha el proceso de educación de
las emociones y de la psique.

Lo que ocurre es que se realiza de tal modo que no nos apercibimos de ello
porque nos presentan los resultados de la devastación como si fuera lo que
había habido siempre, como si no hubiera habido devastación. Es como si
incendian un bosque y luego nos dicen que no hubo nunca ni incendio ni
bosque, y que lo que hubo siempre es el desierto.

Voy a tratar de explicar el tipo de devastación que padece la criatura
humana. Cuando hace ya más de 100 años se investigó la psique humana y se
inventó el concepto de «inconsciente» para definir la parte no consciente
de nuestra condición humana, se encontraron con lo que se ha venido
llamando «complejo de Edipo», o triangulación edípica de los deseos, de las
emociones y de los sentimientos, y nos lo presentaron como lo propio de la
condición humana, como algo innato. Pero, como dijeron Deleuze y Guattari,
el Edipo no es innato, sino que es precisamente la parte de la psique ya
educada y modelada de acuerdo con el orden social; que además sirve para
tapar lo que había antes de la edipización, para enmascarar la herida de la
devastación.

Pero también mencionaron (Freud, Lacan) haber topado con algo más en lo más
oculto y profundo de nuestro ser, que llamaron «lo real-imposible», y,
refiriéndose a la sexualidad de la mujer, un «continente negro» que se les
escapaba de sus esquemas, que no entendían ni podían interpretar; algo que
otros (Groddeck) reconocían como algo indefinido e ignoto. Lo cierto es que
no llegaron a investigarlo ni a entenderlo, quizá porque no pudieron, o
porque, dándose cuenta de que aquello ponía en entredicho el orden social,
no se atrevieron.

¿Qué querían decir Freud y Lacan al afirmar que había algo real pero
imposible? ¿Cómo puede haber algo real y al mismo tiempo imposible?

Quizá nos ayude a descifrarlo el mito bíblico de la expulsión del Paraíso:
un paraíso real, terrenal, que existe pero que está prohibido por la Ley, y
que por lo tanto es imposible. O sea, que lo real es imposible porque lo
prohibe la Ley.

¿Y qué es lo real imposible? Lo real son nuestros deseos primarios,
descodificados, antes de ser sometidos a la devastación de la sociedad
patriarcal; nuestros deseos que se mueven por el principio del placer,
antes que la Ley los manipule para adaptarlos a la Realidad patriarcal.

¿Y qué es lo prohibido? Lo prohibido, e imposible en esta sociedad, es
nuestro crecimiento en la saciedad de nuestros deseos; la expansión de la
vida humana por la vía de la saciedad de los deseos.

La expulsión del paraíso terrenal y real es, pues, la expulsión de un
continente negro en el que todos y todas, hombres y mujeres, hemos
habitado, pero que ha quedado fuera de nuestro mundo conceptual y
simbólico, y por eso es impensable e indecible. Sin embargo, es de hecho la
negación brusca y radical de una sexualidad primaria y materna. De nuestra
estancia en ese continente sólo nos queda un anhelo emocional que
proyectamos hacia el futuro.

Cuando hablamos de la represión de la maternidad, del matricidio, de la
transmutación de la madre entrañable en una madre patriarcal, parece que
estamos hablando de algo sin importancia, casi de una novela rosa.

Pero se trata de la destrucción básica de la trama social de apoyo mutuo
que corresponde a la condición del ser humano. Cuando una criatura succiona
un pezón de plástico, lo malo no es sólo que succiona el plástico, lo malo
es el vacío detrás del chupete, la falta del cuerpo humano detrás del
chupete. El chupete de plástico es una imagen que representa la correlación
entre la desvastación del tejido social y la desvastación de cada criatura.

La expulsión del paraíso significa la desaparición de la madre amante, de
la relación de tú a tú entre dos amantes, y su sustitución por una relación
de sumisión/autoridad (Amparo Moreno). Se trata de cambiar la madre
verdadera por la madre patriarcal que no reconoce los deseos de las
criaturas, que es insensible a su sufrimiento y que es capaz de reprimirla.
Este es el principio de la Autoridad en nuestras vidas. La represión de los
deseos y la obediencia a la autoridad se convierten en algo bueno; y
nuestros deseos, o no cuentan o son malos. Este es el origen de la angustia
existencial.

Desde este punto de vista, la represión del deseo del cuerpo materno es lo
más importante que ocurre en nuestras vidas y desde luego de rosa no tiene
nada. No vamos a entrar, por falta de tiempo, en las consecuencias en
términos de sufrimiento de ambas simbiontes, ni en las implicaciones de la
represión y negación de la sexualidad de la mujer; puesto que se trata
ahora de entender el cambio que acontece en la psique de la pequeña
criatura humana.

Se trata de entender el cambio del deseo por la necesidad, y de la
abundancia de la producción por la carencia; el cambio del deseo por un
miedo abyecto a carecer (Deleuze y Guattari). Necesidad, carencia y miedo
que no había antes de la devastación, lo que no era innato. ¿Por qué
cambiar el deseo por la necesidad? Porque si el deseo nos lleva al
bienestar y a ser libres, la necesidad nos lleva a la sumisión.

En la espiral de la necesidad, de la carencia, del miedo a carecer, y en la
lucha por la supervivencia en un entorno devastado, el Poder aplica sus
sutiles mecanismos de chantaje emocional engarzados con unos paradigmas
falaces de bienestar.

Pero antes de entrar en este punto, hay que decir en concreto cómo y cuándo
se realiza el cambio, la expulsión del continente negro. Vamos sólo a
mencionar los tres momentos de nuestra etapa primal que se interfieren o se
bloquean.

1) Haciendo que el embarazo no sea deseado libidinalmente; esto prepara el
terreno para la formación de la madre patriarcal, que no es capaz de
re-co-nocer (re-co-na-tre) ni de sentir-con los deseos de su prole; la
madre robotizada que no place ni aplace sino que reprime a las criaturas,
que es insensible a los sufrimientos de las criaturas, y que en lugar de
madre deviene Autoridad.

2) El parto violento desde un útero que no se abre suavemente, sino con
contracciones violentas, cuyas paredes se tensan como si fueran acero,
produciendo un tránsito lento, con atascos, golpes y presiones en todo el
cuerpo de la criatura, sensación de asfixia, de estar atascada ahogándose
de la proximidad de la muerta por asfixia, es decir, la angustia mortal;
esto organiza la experiencia, que hasta entonces no habíamos tenido, de que
algo muy malo es posible que suceda; es decir, forma parte de la creación
del miedo necesario para organizar el chantaje.

3) El apartamiento de la madre después de nacer y el rompimiento prematuro
y brusco de la simbiosis materna; la supervivencia organizada mediante una
robotización de la extero-gestación y de la crianza. Esto significa también
sensación y experiencia de angustia mortal. Para cualquier mamífero la
falta de la madre al nacer se interpreta psicosomáticamente como la muerte,
porque de hecho, significa la muerte. Aquí se consuma la operación de la
desvastación primaria.

*El chantaje y la educación *

Para entender el chantaje emocional vamos a imaginarnos que el aire que
respiramos nos ha sido desposeído (creo que es casi lo único de la vida de
lo que todavía no hemos sido desposeídos) y que nos ponen una escafandra de
oxígeno para respirar; y que vamos por un camino trazado andando con
nuestra escafandra, pero si nos salimos un poquito por la orilla nos la
quitan, y cuando volvemos a andar sin pisar la raya del borde del camino
nos la vuelven a poner. Y así nos la van quitando y poniendo a ratitos
según nuestro comportamiento. En la pequeña criatura humana, la falta de
afectividad es tan letal como la falta de aire. La necesidad de afecto nos
convierte en seres sumisos que andan por un camino trazado; hace que,
voluntariamente, nos comportemos, no según nuestros deseos, sino para
complacer a nuestros mayores.

Es un chantaje sutil, que al principio se realiza sin palabras. La sonrisa,
la mirada, el tono de voz, la caricia de la madre va definiendo el camino
de nuestra resignación y de nuestra sumisión. Aceptamos sin darnos cuenta
que nos reprimen por nuestro bien; que la represión es buena; que nuestros
deseos no cuentan o son malos; y aceptamos la inversión del principio del
placer: lo que es bueno pasa a ser malo, y viceversa. Al principio,
lloramos en señal de protesta. Poco a poco vamos dejando de llorar según
vamos «madurando», pasando las etapas previstas por la psicología, y
adquiriendo el uso de la razón patriarcal. Al aceptar que lo que hacen
nuestros padres es por nuestro bien, nos queda prohibida la rebelión
interior. Nos hemos convertido en criaturas inconscientemente sumisas y
crecemos creyendo que la Autoridad pertenece al orden natural de la vida.
Es la génesis de la Servidumbre Voluntaria que descubrió Etienne de la
Boëtie.

Paralelamente, como nuestra existencia como seres productores de deseos,
nuestra verdadera «identidad» no es reconocida; como nos han desposeído del
aire para respirar, nuestra supervivencia depende de tener la escafandra de
oxígeno, de la posesión de una cuota de aire, de afecto. La abundancia ha
sido sustituida por la carencia, y entonces la carencia se suple con la
propiedad. En este mundo para no carecer hay que poseer ; poseer bienes y
personas. Mi cuota de oxígeno son «mi» papá y «mi» mamá. Tenemos que
afirmar nuestra existencia como poseedores, puesto que no es reconocida
como productora de deseos, puesto que no existe un tejido social adecuado a
mi existencia, puesto que han matado a la madre. Por eso las pequeñas
criaturas humanas siempre están diciendo «mi» papá, «mi» mamá, «mi» casa,
etc.

Es el «yo-poseedor», la identidad como ser poseedor lo que se está
formando, en contra de un vivir disuelto en un grupo, en un entorno de
apoyo mutuo; en contra de la verdadera «identidad» de la criatura deseante.
Por eso los antropólogos hablan de un sistema de identidad grupal en
ciertas tribus.

*El orden simbólico *

El chantaje emocional que hemos descrito se inscribe en un orden simbólico
que manda y determina nuestro inconsciente con la misma contundencia que el
orden capitalista determina la economía. Las figuras de la madre patriarcal
y del padre tienen una fuerza simbólica que llenan de contenido nuestras
emociones y todo lo que mana de la herida de la devastación (miedo,
humillación, ansiedad, soledad). Son imágenes que canalizan todas las
emociones, las necesidades, las carencias, dando una falsa conciencia de lo
que ocurre, de lo que me pasa; y así se determina nuestro «yo», como el
vértice inferior del triángulo edípico. «Yo» soy de mi papá y de mi mamá,
esa es mi salvación; la salvación de la angustia mortal, de todas las
ansiedades y miedos. La afectividad se ha transformado en propiedad y en
sumisión. Desde esta constitución del «yo», el Poder anida y parasita
nuestro anhelo libidinal.

Pero además el padre y la madre representan el modelo humano de lo que
tengo que ser. Los arquetipos de hombre y de mujer en los que nos tenemos
que convertir. Los arquetipos representan una tendencia permanente de la
imaginación afectiva (Jung). Y hacia ellos proyectamos nuestro anhelo
libidinal, la carencia, la ansiedad y la frustración de la represión de la
sexualidad primaria. La salvación ahora consiste, para la mujer, en ser
poseída en exclusiva por un hombre; y para el hombre, en poseer en
exclusiva a una mujer. El anhelo de la simbiosis materna se interpreta con
el mito de la media naranja, del príncipe azul y de Blancanieves o
Cenicienta o la Bella Durmiente; del matrimonio y de los «happy-end» de la
narrativa o del cine. (En cambio, Bartalomé de las Casas decía en el año
1506 que los arawaks de la isla La Española no tenían ley matrimonial
alguna y que los hombres y las mujeres se escogían y se dejaban sin celos,
enfados, ni rencores).

Los arquetipos tienen un contenido muy preciso y van a conformar unas
relaciones patológicas entre los dos sexos (de autoridad/sumisión y de
propiedad), y entre el/la adulto-a y las criaturas. Los géneros tienen,
pues, no sólo arquetipos paradigmáticos y roles definidos, sino también
profundas raíces emocionales. La identificación con los arquetipos es lo
que nos hace hombres y mujeres autoritarios y/o sumisos a la autoridad,
patológicamente dependientes y con sentido de la propiedad. Esta
identificación se inicia en la etapa primal de nuestras vidas.

*Epílogo *

Las fuentes de conocimiento de lo indefinido, de la devastación oculta, del
Crimen de la Madre, son ante todo nuestros sentimientos y los
estremecimientos de nuestros cuerpos devastados cuando entran en
contradicción con el orden establecido. Lo propio de la vida es la
an-arquía, las relaciones sin Poder. Nuestros sentimientos como mujeres y
como madres a veces contradicen la Autoridad y la represión que tenemos que
ejercer sobre nuestras criaturas, o la Sumisión que debemos a los hombres.
Esta es una fuente de conocimiento de la condición humana.

También hay otras investigaciones realizadas en diversos campos del
conocimiento:

-De la psicología: la descripción del chantaje emocional y del principio de
autoridad durante la infancia, por Alice Miller. Y del matricidio,
realizada por Victoria Sau.
-Del psicoanálisis: la descripción de la Falta Básica en lo más hondo de
nuestra psique, realizada por Michael Balint. De la arqueología: el
descubrimiento de sociedades neolíticas no jerarquizadas y no violentas,
con un orden simbólico no manipulador, sino recreador de la vida; por
ejemplo, la obra de Marija Gimbutas.
-De la antropología: el grupo matrifocal basado en el apoyo mutuo, descrito
ya por el mismo Bachofen, y recientemente por la antropóloga argentina
Martha Moia. De la sexología: el re-descubrimiento del orgasmo uterino
femenino relatado por Marise de Choisy y por Juan Merelo-Barberá.
-De la biología: el apoyo mutuo como la condición de todo lo vivo, la
confirmación de la microbiología, de la genética y de la biología celular
de lo que ya vió Kropotkin hace casi cien años. El relato de Lynn Margulis
de la condición anárquica de la vida.

Todo esto son fuentes de conocimiento (de las cuales, insistimos, la
principal son nuestros sentimientos) para recuperar la integridad primaria
de cada criatura y el tejido social devastado de la fraternidad humana.

* Ponencia en las Jornadas Libertarias “Mayo 1968-Colombia 1998”)

extraído de la revista Ekintza Zuzena nº26, 2000
http://www.nodo50.org/ekintza/article.php3?id_article=225

texto en PDF<http://argentina.indymedia.org/uploads/2011/12/raices_emocionales_de_la_autoridad_y_de_la_propiedad.pdf>