*En los años de conformación del Movimiento de Liberación de la Mujer, se
ha puesto especial énfasis en lo que se llama grupos sin Liderazgo y
Estructura, como la principal si no la única forma organizativa del
movimiento. El origen de esta idea se encuentra en la reacción natural
contra la sociedad sobreestructurada, en la que estamos inmersos y contra
el inevitable control sobre nuestras vidas que aquella confiere a otros,
así como contra el continúo elitismo de la izquierda y grupos similares
entre aquellos que supuestamente combaten esta sobreestructuración.*
Sin embargo, la idea de la falta de estructura ha pasado de ser una sana
contratendencia a convertirse en una idea de propio derecho. La noción que
implica es objeto de tan escaso análisis como el término es objeto de
amplio uso, convirtiéndose en parte intrínseca e incuestionable de
la´ideología del Movimiento de Liberación. En la etapa de gestación del
movimiento esta cuestión carecía de importancia; definido su objetivo y
método principal, como la toma de conciencia, el grupo de concienciación
sin estructura era un excelente medio para dicho fin. El carácter relajado
e informal que lo regla propiciaba la participación en las discusiones y el
ambiente de apoyo que normalmente se creaba permitía una mayor percepción
de lo personal. Si los resultados no fueron más concretos que esta
percepción de lo personal la cuestión no tenía mayor importancia, ya que
realmente su objetivo no era otro.
Los problemas no comenzaron a surgir hasta que los pequeños grupos de
concienciación agotaron las virtudes de la concienciación y decidieron que
querían hacer algo más concreto. Ante esta decisión los grupos normalmente
se atascaron porque la mayoría no quería cambiar su estructura al tiempo
que modificaban sus tareas. Las mujeres habían aceptado plenamente la idea
de la falta de estructura sin percatarse de los límites que encerraba su
aplicación. Se trató de utilizar el grupo sin estructura y las charlas
informales, en cuestiones no adecuadas basándose en la ciega creencia de
que cualquier otra forma organizativa no podía ser más que opresiva.
Si el movimiento pretende expandirse más allá de estas etapas elementales
de desarrollo tendrá que abandonar algunos de sus prejuicios sobre la
organización y la estructura. No hay nada inherentemente pernicioso en
estas dos cuestiones; ambas pueden ser y son frecuentemente mal empleadas
pero rechazadas de pleno porque su empleo no es correcto, es lo mismo que
negar los instrumentos necesarios para su posterior desarrollo. Es
necesario por lo tanto comprender por qué no funciona la falta de
estructura.
*Estructuras formales e informales*
Al contrario de lo que nos gustaría creer no existe algo similar a un grupo
sin estructuras. Cualquier grupo de personas que, por razones se une
durante un periodo de tiempo determinado y con un objetivo cualquiera, se
dará inevitablemente una u otra forma de estructura: ésta podrá ser
flexible y variará con el tiempo; tal, vez sirva para distribuir tareas
equitativa o injustamente y también para distribuir el poder y la
influencia entre los distintos miembros del grupo, pero aquella se
conformará independientemente de la personalidad, facultades, o intereses
de las personas que lo componen. El simple hecho de ser individuos con
talento, predisposiciones y procedencias distintas hace que este hecho sea
inevitable. Sólo si nos negamos a relacionamos o a interactuar sobre
cualquier base podríamos aproximarnos a algo similar a un grupo sin
estructura, y no es ésta exactamente la naturaleza de un grupo humano.
Lo anterior quiere decir que, aspirar a crear un grupo sin estructura es
tan inútil y engañoso como pretender que existan noticias objetivas que las
ciencias sociales estén libres de valores o que exista una economía libre.
Un grupo* laissez-faire* es tan realista como una sociedad* laissez-faire*:
la noción de grupo sin estructura se convierte en una cortina de humo que
favorece a los fuertes ó a aquellas personas que pueden establecer su
hegemonía incuestionable sobre los demás.
Esta forma de hegemonía puede establecerse muy fácilmente porque la noción
de falta de estructura no impide la creación de estructuras informales;
solo lo impide de las formales. De forma similar, la filosofía del *
laissez-faire* no impidió a los económicamente prepotentes establecer un
control sobre los salarios, los precios y la distribución de los bienes;
únicamente impedía que el gobierno lo hiciera. Así, la falta de estructura
feminista, es normalmente defendida por aquellas que tienen mayor poder
(sean o no conscientes de ello). En la medida en que la estructura del
grupo es informal, las normas de cómo se toman decisiones son sólo
conocidas por unas pocas, y la conciencia de que existe una relación de
poder se limita a aquellas que conocen las normas. Aquellas que no las
conocen, o no han sido seleccionadas para su iniciación permanecerán en la
confusión o sufrirán la paranoica impresión de que ocurre algo de lo que no
tienen plena conciencia.
En la manera que cualquier persona tenga la oportunidad de involucrarse en
un grupo o de participar en sus actividades, la estructura del mismo deberá
ser explícita, no implícita. Las normas de cómo se toman las decisiones
deben ser abiertas y conocidas por todas, lo que sólo ocurrirá si son
formalizadas; esto no quiere decir que la formalización de la estructura de
un grupo destruya necesariamente su estructura informal, normalmente no
ocurre así, pero sí impide que la estructura informal tenga un control
predominante, al tiempo que ofrece mejores medios para atacarlas si la
gente involucrada no responde a las necesidades generales del grupo.
La falta de estructura es organizativamente imposible. No se puede decidir
si se quiere formar un grupo con o sin estructura; a partir de ahora este
vocablo sólo será empleado para referirnos a la idea que representa: el
término falta de estructura será empleado para referirnos a aquellos grupos
que no han sido estructurados conscientemente en una u otra forma; por el
contrario nos referiremos a grupos estructurados al hablar de aquellos que
lo han hecho conscientemente. Un grupo estructurado siempre tiene una
estructura formal y, también puede tener una estructura informal o
encubierta. Es esta estructura informal, especialmente en los grupos no
estructurados, la que crea las bases para el desarrollo de élites.
*La naturaleza del eslitismo*
El término elitista es probablemente aquél que ha sido objeto de mayor
abuso en el movimiento de liberación de la mujer. Cuando se utiliza en el
movimiento normalmente se refiere a individuos concretos, aunque las
características y actividades personales de aquellas a quienes se aplica
difieran notablemente. Un individuo en cuanto tal no puede ser elitista, ya
que la única aplicación adecuada de este término es si está referida a un
grupo. Ninguna persona, independientemente de lo bien conocida que sea,
puede ser una élite.
Correctamente el término élite se refería a una pequeño grupo de gente que
dominaba otro grupo mayor del que es parte, sin tener normalmente una
responsabilidad directa sobre este grupo mayor y, actuaba frecuentemente,
sin su consentimiento o conocimiento. Una persona se convierte en elitista
al ser parte de o defender la dirigencia de ese pequeño grupo,
independientemente de que sea conocida o no por los demás. La notoriedad no
es equivalente de elitismo. Las élites más insidiosas están habitualmente
compuestas por gente que el gran público desconoce. Las élites inteligentes
son, por lo general, lo suficientemente sagaces como para no darse a
conocer; saben que si son conocidas se les observa, y la máscara que
encubre su poder deja de ser salvaguardada.
El hecho de que las élites sean informales no quiere decir que sean
invisibles. En la reunión de cualquier grupo pequeño quien quiera que tenga
un ojo avizor y una oreja atenta puede darse cuenta de quién influye sobre
quién. Los miembros de un grupo con buenas relaciones entre sí se
relacionarán con mayor frecuencia que otra gente. Se escuchan más
atentamente y se interrumpen menos; repiten los puntos de vista u opiniones
de los otros y si hay conflicto ceden más amigablemente; también tienden a
ignorar 6 a luchara brazo partido con los ajenos (‘*out*), cuyo
asentimiento no es necesario para tomar una decisión, sin embargo los
ajenos (‘*out*) necesitan mantener buenas relaciones con los in.
Evidentemente las líneas de demarcación no están tan delimitadas como yo he
establecido aquí: en la interacción se producen matices; no se suele actuar
sobre un guión escrito: una vez que se conoce a quien se debe consultar
antes de tomar una decisión y de quien depende el sello de la aceptación,
se sabe quien dirige los asuntos. Y sin embargo, como cualquier actitud en
un grupo está sujeta a interrelaci6n y reciprocidad, quien se niega a este
juego lo ignora. Contar con todas, consultar a todas.
Las élites no son grupos de conspiración; rara vez un grupo pequeño se
reúne y trata deliberadamente de acaparar a otro grupo mayor para sus
fines. Las élites son nada más y nada menos que grupos de amigas que,
incidentalmente, participan en la misma actividad política, aunque por otro
lado, probablemente llevarían una actividad política independientemente de
que mantuvieran o no una amistad. La coincidencia de estos dos hechos es lo
que genera una élite en un grupo determinado y también lo que hace tan
dificultosa su ruptura.
Estos grupos de amigas funcionan con redes de comunicación al margen de
cualquier canal que el grupo haya establecido con este fin y, si no existen
canales, funcionan como la única red de comunicación; porque esta gente es
amiga, porque habitualmente comparten los mismos valores y concepciones
políticas, porque se hablan en circunstancias de la vida cotidiana, porque
se consultan cuando tienen que tomar pequeñas decisiones sobre sus vidas,
la gente que participa en estas redes tiene más poder que aquella que no
participa. Es raro el grupo que no establece alguna red informal de
comunicación a través de las amigas que en él se hacen.
Algunos grupos, depende de su tamaño, pueden tener más de una red informal
de comunicación, incluso éstas pueden entremezclarse. Cuando solo existe
una red de este tipo, ésta se convierte en la élite del grupo sin
estructura independientemente de que sus miembros quieran o no ser
elitistas. Si por otro lado, es la única red existente en un grupo
estructurado aquella puede o no equivaler a su élite, dependiendo de la
composición y naturaleza de su estructura formal. Si existen dos o más
redes de amigas, tal vez éstas compitan entre sí por el poder en el grupo,
creando de esta forma tracciones; también puede ocurrir que una de las
tracciones deliberadamente abandone la competición dejando a la otra como
élite del grupo. En un grupo estructurado coexisten normalmente dos o más
redes de amigas que compiten entre sí por el poder formal. Podría
considerarse que ésta es la situación más sana, ya que los miembros
restantes pueden actuar de árbitros entre los dos grupos que compiten por
el poder y, de esta forma plantear determinadas exigencias a aquellos con
los que se alían temporalmente.
El carácter inevitablemente elitista y exclusivista de las redes de
comunicación informal entre amigas no es una peculiaridad del movimiento
feminista ni un fenómeno nuevo para las mujeres. Este tipo de relaciones
informales han servido durante siglos para excluir a las mujeres de
participar en grupos integrados de los que eran parte. En cualquier
profesión u organización estas redes han creado una mentalidad de grupo
cerrado al igual que los lazos de compañero de colegio han impedido con
eficacia que las mujeres (alguna) como grupo (así como algunos hombres
aislados) tuvieran acceso igualitario a los recursos de poder o a un
reconocimiento social. Gran parte del esfuerzo de los movimientos
feministas del pasado ha estado dirigido a formalizar las estructuras de
decisión y los procesos de selección con objeto de facilitar el ataque
directo contra los mecanismos de exclusión de las mujeres, pero no ha
tenido lugar dentro del propio Movimiento Feminista porque
inconscientemente se plantea que todas son mujeres (en teoría todas
iguales, una clase).
Como bien sabemos, estos esfuerzos no han impedido la persistencia de la
discriminación contra la mujer, aunque por lo menos ésta se ha hecho más
difícil.
Dado que los grupos del movimiento no han tomado decisiones concretas
respecto de quien debe ejercer el poder en su seno, los criterios que se
siguen difieren de uno a otro punto del país, los cuales responden por
ejemplo, en la primera etapa del movimiento, el matrimonio era normalmente
un pre-requisito para participar en la élite informal. Es decir, de acuerdo
con las enseñanzas tradicionales las casadas se relacionan fundamentalmente
entre sí, considerando que las solteras son un peligro excesivo como amigas
íntimas. En muchas ciudades el criterio fue matizado incluyendo en la élite
exclusivamente a aquellas que estaban casadas con hombres de la nueva
izquierda. Esta norma encierra algo más que la simple tradición, ya que los
hombres de la nueva izquierda tienen normalmente acceso a recursos que el
movimiento necesitaba a través de los hombres, en vez de por sí solas.
Con el transcurso del tiempo el movimiento ha cambiado y el matrimonio ha
dejado de ser un criterio universalmente válido para la participación real,
si bien todas las élites informales adoptan normas por las que sólo pueden
pasar a ser miembros mujeres que tienen determinadas características
materiales o personales. Estas normalmente son: procedencia de clase media
(a pesar de toda la retórica existente sobre relacionarse con la clase
trabajadora), estar casada; no estar casada pero vivir con alguien, ser o
pretender ser una lesbiana, tener entre 20 y 30 años, haber estudiado en la
universidad o tener al menos cierto nivel educativo, ser marginal y no ser
demasiado marginal tener una postura política o reconocimiento de progre
tener hijos o, cuando menos, que a uno le gusten los niños, no tener hijos,
tener una personalidad en cierta manera femenina con características tales
como ser agradable vestirse de forma adecuada (bien sea de forma
tradicional o con un estilo moderno) etc., también existen determinadas
características que casi inevitablemente definirán como persona marginal
con quien no hay que relacionarse, éstas incluyen: ser demasiado mayor,
tener una jornada de trabajo de 8 horas y, aún más, si se tiene una intensa
dedicación profesional no ser agradable” y ser soltera de forma explícita
(es decir, no tener una actividad hetero u homosexual ).
Podríamos añadir otros criterios de selección pero todos tendrían cierta
relación con los anteriormente enumerados; los pre-requisitos típicos para
participar en las élites informales del movimiento, y, por lo tanto, para
ejercer cierta forma de poder, tienen relación con la clase social, la
personalidad y la disposición de tiempo. No incluyen la competencia, la
dedicación al feminismo, el talento o la potencial contribución al
movimiento; aquellos son los criterios que se emplean para establecer una
amistad, éstos los que cualquier movimiento u organización ha de adoptar si
quiere tener una cierta eficacia política.
La normas para participar pueden variar de grupo en grupo, pero las vías de
incorporación de la élite informal -si uno responde a los criterios
establecidos- es muy parecida en todos los lados. La única diferencia
substancial reside en que uno haya estado en el grupo desde un comienzo o
se haya incorporado una vez formado. Si se es parte desde el comienzo es
importante que el mayor número de amigas se incorpore al tiempo. Si por el
contrario, ninguno de los miembros se conoce muy bien, debe entonces
establecer amistad con un grupo selecto y fijar las normas de interacción
informal básicas para la creación de cualquier estructura informal.
Una vez creadas las normas informales éstas se mantienen a sí mismas,
siendo una de las mejores tácticas para ello el continúo reclutamiento de
nueva gente que encaje. Una se incorpora a una élite de forma similar a
como una se compromete con una “sororidad”. Si alguien es considerado como
una persona que promete, ésta es ‘empujada’ por los miembros de la
estructura informal y, según el caso, iniciada o dejada de lado. Si la
sororidad no tiene la suficiente conciencia política como para
conscientemente iniciar el proceso, éste puede desencadenarse de forma
similar a coma uno se hace miembro de la élite que goce de respeto en su
seno y cultivar activamente su amistad. Es muy probable que en un futuro te
introduzca al grupo iniciado.
Todos estos procedimientos llevan su tiempo, de forma que si se trabaja
ocho horas o se tiene alguna obligación similar es normalmente imposible
llegar a ser parte de la élite, simplemente porque no hay suficientes horas
para asistir a todas las reuniones y cultivar las relaciones personales
necesarias para tener voz en la toma de decisiones; ésta es la razón por la
que las estructuras formales para la toma de decisiones son un regalo para
las personas cargadas de trabajo. Contar con un procedimiento fijo para
tomar decisiones garantiza, hasta cierto punto, la participación de todos y
cada uno de los miembros.
Aunque esta disección del proceso de formación de una élite en los grupos
pequeños ha sido expuesta desde una perspectiva crítica, no ha sido hecha
en la creencia de que las estructuras informales sean inevitablemente
malas, simplemente son evitables. Todos los grupos crean estructuras
informales como consecuencia de las normas de interacción entre los
miembros del grupo, estas estructuras informales pueden ser muy útiles.
Pero sólo los grupos sin estructura están totalmente regidos por ellas.
Cuando las élites informales se conjugan con el mito de la falta de
estructura, es impensable tratar de poner cortapisas al uso del poder, éste
pasará a ser arbitrario.
Lo dicho hasta el momento encierra dos consecuencias potencialmente
negativas, de las que debemos ser conscientes, la primera es que la
estructura informal guardará una gran semejanza con una sororidad en donde
cuando se escucha a alguien es porque te cae bien y no porque diga cosas
significativas.
En la medida en que el movimiento no desarrolla una actividad externa, lo
anterior no tiene mayor importancia, pero si su evolución no ha de
detenerse en esta etapa preliminar necesariamente tendrá que modificar
dicha tendencia. La segunda consecuencia negativa se cifra en que las
estructuras informales no obligan a las personas que lo integran a
responder ante el grupo en general. El poder que ejercen no les fue
entregado y por lo tanto no se les puede arrebatar. Su influencia, no se
basa en lo que ellas hacen por el grupo y, por lo tanto, no pueden ser
directamente influidas por el mismo. De lo anterior no se deduce
necesariamente que las estructuras informales den lugar a un comportamiento
irresponsable cara al grupo, ya que aquellas personas a quienes les
interesa mantener su influencia tratarán normalmente de responder ante el
grupo, lo que ocurre es que éste no puede exigir dicha responsabilidad,
depende de los intereses de la élite.
*El sistema de estrellas*
La noción de falta de estructura ha creado el sistema de estrellas. Vivimos
en una sociedad en la que se espera que los grupos políticos tomen
decisiones y designen a determinadas personas para que las expongan ante el
público en general. La prensa al igual que el público no sabe escuchar con
seriedad a las mujeres, en cuanto mujeres, quieren saber lo que el grupo
piensa. Hasta el momento existen tres técnicas para conocer la opinión de
amplios sectores, el voto o el referéndum, el sondeo de opinión pública, y
la alocución de portavoces en determinados mítines. El Movimiento de
Liberación de la Mujer no ha empleado ninguna de estas técnicas para
comunicarse con el público.
Ni el movimiento en su conjunto ni la mayoría del sin número de grupos que
lo componen han concretado la forma de conocer o dar a conocer su posición
sobre temas varios. Sin embargo, el público está condicionado a que existan
portavoces. Si bien es cierto que el movimiento no ha designado
explícitamente portavoces, sí ha lanzado a muchas mujeres que han atraído
la atención del público por diversas razones. Estas mujeres no representan
normalmente a un grupo determinado o un estado de opinión; ellas lo saben y
normalmente así lo dicen, pero dado que no existe un portavoz público del
movimiento para dar a conocer la postura del mismo ante un tema, dichas
mujeres son utilizadas como portavoces. De esta forma, independientemente
de su voluntad e independientemente de que el movimiento lo acepte o no,
las mujeres que gozan de cierta notoriedad se encuentran por defecto
desempeñando el papel de portavoces.
Esta es una de las causas principales del resentimiento que muy
frecuentemente se siente hacia estas mujeres, designadas como las
estrellas. Puesto que las mujeres del movimiento no las designaron para
exponer sus puntos de vista aquellas se sienten agraviadas cuando la prensa
presume que sí lo hacen. Pero en la medida en que el movimiento no designe
sus propios portavoces estas mujeres se verán empujadas por la prensa y el
público a desempeñar dicho papel, independientemente de sus propios deseos.
Son varias las consecuencias negativas que se deducen de lo anterior tanto
para el movimiento como para las mujeres llamadas estrellas. En primer
lugar porque el movimiento, al no haberlas designado como portavoces, está
maniatado para revocar su mandato, la prensa las situó en ese lugar y sólo
la prensa es quien puede optar por prestarles o no atención. Aquella
continuará buscando estrellas para que actúen como portavoces, en la medida
en que no existan alternativas oficiales a las que acudir en busca de
declaraciones representativas del movimiento; asimismo, el movimiento
carecerá de control en la designación de sus portavoces en la medida en que
siga creyendo que no debe tener ningún portavoz.
En segundo lugar las mujeres que se encuentren en esta situación son
frecuentemente objeto de ataques virulentos por parte de sus hermanas,
actitud en absoluto positiva para el movimiento y también dolorosamente
destructiva para las mujeres afectadas. Estos ataques sólo conducen a que
estas mujeres abandonen el movimiento -muchas veces profundamente
ofendidas- o a que dejen de sentirse responsables ante sus hermanas; tal
vez, mantengan cierta lealtad difusamente manifestada hacia el movimiento,
pero dejarán de ser susceptibles a las presiones de otras mujeres del
movimiento. Uno no puede sentirse responsable hacia aquella gente que es la
causa de tal sufrimiento sin tener algo de masoquista y, normalmente, estas
mujeres son demasiado fuertes como para someterse a este tipo de presión
personal.
De esta forma la reacción ante el sistema de estrellas anima de hecho el
mismo tipo de irresponsabilidad individualista que el movimiento condena,
el movimiento al purgar a una hermana por actuar de estrella pierde
cualquier forma de control que pudiera haber ejercido sobre ella la cual se
siente entonces libre para cometer todos los pecados individualistas de que
ha sido acusada.
*La impotencia política*
Los grupos sin estructura pueden ser muy eficaces para conseguir que las
mujeres hablen de sus propias vidas pero no son tan eficaces en llevar
adelante alguna actividad política, se estancan, cuando las personas que lo
componen no hacen otra cosa que hablar a no ser que modifiquen su forma y
quieran llevar a cabo otra actividad. Puesto que el movimiento en la
mayoría de las ciudades está tan falto de estructura como los grupos de
concienciación que lo componen, no es más eficaz al enfrentarse con tareas
concretas que los propios grupos aislados. La estructura informal que lo
caracteriza rara vez tiene la suficiente cohesión o está lo suficientemente
arraigada entre las mujeres como para lograr una incidencia real, en
consecuencia el movimiento genera mucha actividad y pocos resultados.
Desafortunadamente las consecuencias que se desprenden de esta actividad no
son tan inocuas como sus escasos resultados, siendo su víctima el propio
movimiento.
Algunos grupos cuando no son muy grandes y trabajan en pequeña escala, han
centrado su actividad en proyectos locales. Sin embargo, esta opción
restringe la actividad del movimiento a nivel local y no opera en un ámbito
regional o nacional. Así mismo estos grupos, con objeto de tener un
funcionamiento operativo quedan finalmente reducidos al grupo informal de
amigas que inicialmente lo controlaban, lo que excluye a otras muchas
mujeres. En la medida en que la última forma asequible de participar en el
movimiento sea a través de los pequeños grupos de mujeres no gregarias se
encuentran en notable desventaja. Finalmente, en la medida que la vía
principal para llevar a cabo una actividad organizada se limite a los
grupos de amigas, el elitismo quedará institucionalizado.
En aquellos grupos que no encuentren un proyecto local a que dedicarse, la
razón de su existencia queda limitada a permanecer unidas. Cuando un grupo
no tiene actividades concretas y la concienciación sí es una actividad
concreta las mujeres que lo integran dedican sus energías a controlar a las
restantes, lo cual no es tanto consecuencia de un deseo pernicioso de
controlar a las demás (aunque a veces lo es), como producto de la
incapacidad para mejor encauzar sus facultades. Las personas capaces, las
que disponen de tiempo y necesitan justificar por qué se agrupan, dedican
sus esfuerzos al control ajeno y consumen su tiempo criticando las
personalidades de los otros miembros del grupo: las luchas internas y el
juego por el poder se imponen. Sin embargo, cuando un grupo lleva adelante
algún tipo de actividad la gente aprende a llevarse con los demás y a
eludir las antipatías personales en función del objetivo más amplio. La
necesidad de remodelar a las personas atendiendo a la imagen que de ellas
tenemos, encuentra sus propios límites.
La crisis de los grupos de concienciación deja a la gente sin lugar al que
acudir, y la falta de estructura les deja sin punto de referencia. En este
caso, las mujeres del movimiento se repliegan sobre sí mismas o sus
hermanas o buscan otras alternativas para actuar, aunque pocas asequibles.
Algunas mujeres se dedican a sus asuntos lo que puede desencadenar una
explosión de creatividad individual de la que, en gran parte, se
beneficiará el movimiento, aunque esta no sea una alternativa válida para
la mayoría y desde luego, no propicie un espíritu de esfuerzo conjunto de
grupo. Otras abandonan el movimiento porque no quieren desarrollar un
proyecto individual y tampoco encuentran la forma de sumarse o iniciar un
proyecto colectivo que les interese.
Otras muchas se dirigen hacia organizaciones políticas que les ofrecen el
tipo de estructura y actividad externa que no han logrado encontrar en el
movimiento de mujeres, aquellas organizaciones políticas que conciben el
movimiento de liberación como uno de los muchos temas a los que las mujeres
deben dedicar su tiempo, encuentran en el movimiento un camino de
reclutamiento de nuevas afiliadas. Estas organizaciones no necesitan
infiltrarse, (aunque esta opción no quede excluida) ya que el desea de una
actividad política coherente generada en las mujeres a partir de su
participación en el movimiento, es suficiente para animar a incorporarse a
otra organización cuando el movimiento no ofrece cauce a sus energías y
proyectos.
Las mujeres que se adhieren a otras organizaciones políticas, permaneciendo
al tiempo en el Movimiento de Liberación de la Mujer, o aquellas que se
incorporan al movimiento al tiempo que militan en otras organizaciones
políticas, se convierten a su vez en el marco de nuevas estructuras
informales. Estos círculos de amigas se basan más en su común actividad
política -no feminista-, que en las características anteriormente apuntadas
aunque, en última instancia, actúan de forma muy similar. Estas mujeres al
compartir los mismos valores, ideas y concepciones políticas se convierten
asimismo en élites informales, sin una estructura planeada o formal, sin
responsabilidad ante el grupo y actúan por derecho propio, sea o no su
intención.
En los grupos del movimiento las nuevas élites informales son
frecuentemente consideradas como una amenaza por las antiguas, dicho
sentimiento de amenaza responde a la realidad.
Estas nuevas redes políticamente encadenadas rara vez se conforman con
limitarse a ser meras sorodidades como de hecho lo eran las antiguas y
quieren hacer proselitismo de sus ideas políticas y feministas, actitud por
otro lado absolutamente natural, aunque sus implicaciones no han sido
plenamente analizadas por el movimiento feminista. Las antiguas élites rara
vez están dispuestas a exponer abiertamente sus diferencias porque ello
implicaría descubrir la naturaleza de la estructura informal del grupo.
Muchas de estas élites informales se han protegido bajo la bandera del
anti-elitismo y la falta de estructura.
Con objeto de contrarrestar eficazmente la competencia de una nueva
estructura informal del grupo tendrían que manifestarse públicamente
alternativas que estarían cargadas de arriesgadas consecuencias. Así, para
mantener su poder es más fácil racionalizar la exclusión de la otra
estructura informal por el procedimiento de acusarlas de rajas reformistas,
lesbianas o la única alternativa real consiste en estructurar formalmente
el grupo de forma tal que la estructura de poder inicial quede
institucionalizada. Pero esto no siempre es posible. Lo es, si con
anterioridad las élites informales gozaban de suficiente cohesión y habían
en gran medida, acaparado el poder.
Estos grupos cuentan en su haber con un pasado de cierta eficacia política,
si la cohesión de la estructura informal se ha manifestado como un
funcionamiento no se modifica sustancialmente, aunque la
institucionalización de la estructura de poder propicia su cuestionamiento
formal. Los grupos que más necesitan de una estructura son frecuentemente
los más capaces para crearla. Sus estructuras informales no han sido
suficientemente conformadas y su adhesión a la ideología de la falta de
estructura les lleva a ser reacias, a cambiar su técnica. Cuanto menos
estructurado es un grupo, cuanto mayor es su falta de estructuras
informales y cuanto más se aterra a la ideología de la falta de estructura
tanto más vulnerable es a ser acaparado por un grupo de camaradas políticos.
Dado que el movimiento en su conjunto está tan falto de estructura como la
mayoría de los grupos que lo componen, es tan susceptible como éstos de ser
directamente influido, aunque el fenómeno se manifieste de una forma
distinta. A nivel local la mayoría de los grupos pueden actuar
autónomamente pero, los únicos grupos que pueden hacerlo a escala nacional
están organizados sobre estas bases. En consecuencia ocurre frecuentemente
que son las organizaciones feministas estructuradas las que ofrecen
directrices de ámbito nacional en las actividades feministas, directrices
que están determinadas por las prioridades que rigen en dichas
organizaciones.
Así grupas como NOE y VEAL, y algunos colectivos de mujeres de la
izquierda, son las únicas organizaciones capaces de montar una campaña
nacional. Los innumerables grupos invertebrados del MLM pueden optar por
apoyar o no estas campañas nacionales, pero no tienen capacidad de montar
las suyas propias, siendo así que sus miembros se convierten en la clase de
tropa de las organizaciones estructuradas; los grupos que se dice no
estructurados no tienen forma de beneficiarse de los amplios recursos del
movimiento para defender sus prioridades, ni siquiera cuentan con un método
para decidir cuáles son aquellas.
Cuanto menos estructurado es un movimiento menos es su control sobre el
proceso de expansión en que se desarrolla y sobre las acciones políticas en
que se empeña, lo cual no quiere decir que sus ideas no se divulguen. Si
existe cierto interés por porte de los medios de comunicación y si se dan
las condiciones adecuadas, las ideas del movimiento feminista tendrán
amplia difusión, pero la difusión en determinadas ideas no implica
necesariamente que estos sean llevados a la práctica, sino simplemente que
son objeto discusión. En la medida en que el ideario feminista, pueda
llevarse a la práctica se podrá actuar de acuerdo, pero si su realización
exige una fuerza política coordinada no podrá actuarse en concordancia.
Siempre que el movimiento de liberación de la mujer mantenga como forma
organizativa los pequeños e inactivos grupos de discusión entre amigas, los
peores problemas de la falta de estructura brillarán por su ausencia, pero
esta forma de organizarse tiene sus propios límites: es políticamente
ineficaz, exclusivista y discriminatoria para las mujeres que no están o no
pueden estar ligados a círculos amistosos. Aquellas que no encajan en las
organizaciones existentes por causa de su clase, raza, ocupación,
educación, estado civil o materno, personalidad, etc., inevitablemente se
sentirán desanimadas a incorporarse, aquellas que por el contrario si
encajan, desarrollarán intereses encubiertas para mantener las cosas tal
como están.
Los intereses encubiertos de los grupos informales se verán reforzados a su
vez por las estructuras informales existentes y el movimiento no tendrá
forma de determinar las personas que deberán ejercer el poder en su seno.
Si el movimiento prosigue eludiendo deliberadamente la responsabilidad de
designar las personas que ejerzan el poder, seguirán sin tener formas para
abolirlo, de hecho su actitud se reduce a abdicar el derecho de exigir que
aquellas personas que de hecho lo ejercen sean responsables de ello.
Asimismo si el movimiento se empeña en diluir el poder al máximo posible
porque sabe que no puede exigir responsabilidades a las personas que de
hecho lo ejercen, impedirá que un grupo o persona lo domine totalmente
aunque simultáneamente garantice su máxima ineficacia posible. Es necesario
encontrar una solución intermedia entre las estructuras de dominación y la
ineficacia.
Estos problemas están alcanzando su punto rígido actualmente debido a que
el movimiento está necesariamente cambiando en su naturaleza. La
concienciación como principal función del Movimiento de Liberación de la
Mujer comienza a ser absoluta. Debido a la intensa propaganda en los dos
últimos años de los medios de comunicación y también a los numerosos
artículos y libros que actualmente circulan, la liberación de la mujer se
ha convertido en un tema cotidiano.
Sus temas son debatidos y surgen grupos de discusión cuyas mujeres no
tienen ninguna conexión explícita con los grupos del movimiento. El
movimiento debe indicar otro tipo de tareas, necesita establecer sus
prioridades, articular sus objetivos, y proseguir en sus campañas de forma
coordinada y para hacerlo, ha de organizarse a escalas local, regional y
nacional.
*Principios para una estructuración democrática*
Una vez que el movimiento deja de aferrarse tenazmente a la ideología de la
falta de estructuras tiene la posibilidad de desarrollar aquellas formas
organizativas que mejor se adecuen a su funcionamiento, lo que no quiere
decir que debamos irnos al otro extremo, y ciegamente imitar las formas
tradicionales de organización; pero tampoco debemos rechazarlas todas con
igual ceguera, algunas de las técnica tradicionales serán útiles aunque no
perfectas, otras no ofrecerán atisbos de lo que debemos o no debemos hacer
para lograr determinados objetivos con un coste mínimo para las personas
que componen el movimiento; pero sobre todo, tendremos que ensayar
distintas formas de estructuración y desarrollar técnicas varias a emplear
en situaciones diversas.
El sistema de sorteo es una de las ideas que han surgido del movimiento. No
es aplicable a todas las situaciones aunque si es útil en algunas, hacen
falta más ideas para desarrollar una estructura, pero antes de empezar
cualquier experimento inteligente debemos aceptar la opción de que no hay
nada inherentemente pernicioso en la propia estructura, sólo su excesiva
presencia. En tanto que iniciamos este proceso de ensayo-error podemos
tener presentes algunos principios que son fundamentales para cualquier
estructuración que aspire a ser democrática y también políticamente eficaz
por métodos democráticos. Estos principios son:
1.- La delegación por métodos democráticos, da formas específicas de
autoridad a personas concretas y para tareas delimitadas; permitir que
algunas personas asuman trabajos o tareas por defecto no quiere decir más
que no serán realizados con seriedad. Si alguien es seleccionado para
realizar una tarea, preferiblemente tras expresar su interés y voluntad de
llevarla a cabo han adquirido el compromiso y no puede ser fácilmente
ignorado.
2.- Exigir a las personas en quienes se ha delegado autoridad que sean
responsables ante aquellas que los han elegido. De esta forma el grupo
tiene control sobre las personas que se encuentran en posiciones de
autoridad. Individuos aislados ejercerán el poder pero es el grupo quien
tiene la última palabra sobre cómo aquel ha de ejercerse.
3.- Distribución de la autoridad entre el mayor número de gente que sea
razonablemente posible, lo que impide que se cree un monopolio de poder y
exige a las personas que se encuentren en puestos de autoridad a consultar
otras muchas en el proceso de ejercerlo, también ofrece la posibilidad de
que mucha gente adquiera responsabilidad sobre tareas específicas y, por lo
tanto se desarrolle en distintas facetas.
4.- Rotación de puestos entre distintas personas. Designar a una persona a
un puesto porque goza de simpatías en el grupo o entorpecer su labor porque
no las tiene, no beneficia a largo plazo ni al grupo ni a la persona en
concreto. La capacidad, el interés y la responsabilidad, han de ser las
premisas que actúen en dicha selección. Deben en este sentido, ofrecerse
oportunidades para que la gente adquiera nuevas capacidades, pero, la mejor
forma de llevar esto a cabo es mediante un programa de aprendizaje y no por
el método de echarse al agua para aprender a nadar. Asumir una
responsabilidad que no se domina bien es muy desmoralizador, a la inversa,
estar en una lista negra por actuar correctamente no es muy animoso para
potenciar las propias facultades. Las mujeres han sido penalizadas por
actuar de forma competente a lo largo de la historia y no es necesario que
el movimiento reproduzca el mismo proceso.
5.- Difusión de la información a todo el mundo lo más frecuentemente
posible. La información es poder. El acceso a la información aumenta el
propio poder; cuando una red informal divulga nuevas ideas e información
del grupo fuera del mismo, está desencadenando un proceso de formación de
opinión sin contar con aquel. Cuanto más se conoce sobre el funcionamiento
de cualquier cosa y mayor es la información de lo que ocurre, mayor será la
eficacia política de los miembros del grupo.
6.- Acceso igualitario a los recursos que el grupo necesita, lo que siempre
es factible, aunque deba proporcionarse un miembro que mantenga el
monopolio sobre un recurso necesario (una multicopista a la que tiene
acceso por vía del marido a un cuarto de revelado) puede condicionar en
exceso el empleo de este recurso. Los conocimientos de los distintos
miembros pueden ser igualmente asequibles si aquellos están dispuestos a
enseñárselos a los demás, intercambio de material, etc.
Si estos principios son aplicados queda garantizado que, cualquiera que
sean las estructuras desarrolladas por los distintos grupos del movimiento,
aquellos están controlados y responden ante el grupo. El conjunto de
personas que se encuentre en puestos de autoridad será amplio, flexible,
abierto y temporal. No podrán fácilmente institucionalizar su poder porque
las decisiones últimas serán tomadas por el grupo en su conjunto. Este
tendrá la capacidad de decidir las personas que ejerzan autoridad en su
seno.
Jo Freeman
1972
Traducción: Fany Rubio
fuente
http://www.nodo50.org/mujeresred/feminismos-jo_freeman.html
texto en PDF<
http://argentina.indymedia.org/uploads/2011/11/la_tirania_de_la_falta_de_estructuras.pdf>