[Infopalestina.mx] Cuarenta y cuatro años de ocupación

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Autore: nodosolidale
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To: Infopalestina mx
Oggetto: [Infopalestina.mx] Cuarenta y cuatro años de ocupación

Hola compañer@s.
A pesar que en este articulo a Randa Nablusi "se le olvida" recordar el
derecho al retorno de los 4 millones de refugiados Palestinos y que
elige la linea de la fundación de un estado palestino dividido de Israel
con las fronteras del 1967, lo mandamos porque maneja datos
interesantes.

Además, en este articulo, habla y cuenta los años de ocupación desde la
invasión de Cisjordania y Gaza (1967), no tomando en cuenta que la
invasión inicial se dió oficialmente desde el 1948, más exactamente
podemos decir que la ocupación sionista empieza con la fundación del
Estado de Israel, el 15 mayo de 1948, sobre un territorio que antes de
esta fecha era totalmente de los nativos, los y las palestinas.

Es decir, tenemos diferencia en la interpretación que propone la
embajadora de Palestina en México, pero igual recomendamos la lectura de
este articulo publicado en La Jornada el día 5 de junio de 2011.

Nodo Solidale

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http://www.jornada.unam.mx/2011/06/05/index.php?section=opinion&article=029a1mun&partner=rss

Cuarenta y cuatro años de ocupación

Randa Nablusi

De nuevo el fatídico 5 de junio, concretando 44 años de ocupación.
Terrible y última ocupación de los tiempos modernos, condenada
internacionalmente. Una ocupación basada en el uso abundante de
tecnología militar por parte de un Estado, en el robo de tierra a un
pueblo y en instalarse durante 44 años a como dé lugar, confiscando las
tierras por la fuerza de las armas y trayendo emigrantes de las cuatro
esquinas del mundo para asentarse en contra del derecho internacional,
poniendo a su servicio los recursos naturales e hídricos. Una
colonización que controla la vida de las personas impidiendo cualquier
progreso social, así como el desarrollo de sus recursos y privándolas de
todas sus libertades día a día, y ni hablar de lo que respecta a la
educación y al tránsito de personas, controlado a través de 650 puestos
de control militar fijos, además de los "flotantes", entre todas las
ciudades y aldeas, que hacen de cada una de ellas una prisión a cielo
abierto. Una colonización que se manifiesta por el cerco de más de 2
millones de personas en la franja de Gaza, sujetas a una política de
hambre, con el abastecimiento de electricidad controlado, así como el
combustible, los medicamentos y sus propias vidas, por invasiones
diarias de ciudades de Cisjordania, que aumentan los prisioneros y los
muertos, por el robo de tierra para la construcción de asentamientos y
las autopistas que los unen, construcciones que llevan a la tala de
cientos de miles de árboles y a la demolición de decenas de miles de
casas.

Un tercio del pueblo palestino ha estado en cárceles israelíes por lo
menos una vez a lo largo de estos 44 años, mientras 8 mil personas
permanecen presas, 300 de ellas son niños, mil 500 enfermos, 38 mujeres,
menores de edad y madres, 180 han pasado más de 20 años en prisión,
nueve de ellos más de 53 años, 12 son congresistas electos (no todos son
de Hamas como podría pensarse, como Marwan Bargouti, Ahmad Saadet,
Hassan Youssif, Yamal Tirawi), 14 prisioneros en aislamiento por más de
nueve años, como Hassan Salamee, Ahmad Mougrabi y Mahmoud Aissa. Más de
250 presos administrativos, sin saber por qué están en prisión, sin
acusación y sin juicio por más de cinco años. Una estadística
documentada señala que el número de detenidos desde el inicio de la
ocupación hasta ahora sobrepasa los 850 mil, entre los cuales 630 mil
estuvieron presos en el periodo entre 1968 y 1994 (fecha de instalación
de la Autoridad Nacional Palestina, ANP), lo que nos da una media de mil
950 personas por mes. Este número sube y baja incluso con la presencia
de la ANP debido a violaciones de las fuerzas israelíes que invaden
diariamente las ciudades y aldeas de Cisjordania, aprehendiendo y
asesinando a voluntad. No se respeta la Cuarta Convención de Ginebra en
ninguna de estas prisiones.

Cuarenta y cuatro años han pasado y los números continúan creciendo,
así como el dolor y el sufrimiento. Las vidas oscilan entre la negación
de la libertad en las prisiones israelíes y la tortura y humillación en
cárceles primitivas creadas en el desierto, como la de Nafha. Niños
crecen en las prisiones, madres dan a luz, ancianos y jóvenes mueren
después de largos años pasados en esta situación (200 personas han
muerto en las cárceles desde 1967) o debido a la detención y tortura
(120 presos). Vidas hechas en prisiones israelíes con las autoridades
presidiarias que determinan la cantidad de alimentos, el color de la
ropa (una ley recientemente aprobada por la administración penitenciaria
designa el color naranja para la ropa de los prisioneros, una
determinación fuertemente rechazada por los presos palestinos) y que
controlan hasta el aire que respiran, y si lo consideran necesario,
controlan la naturaleza de los tratamientos médicos si es que otorgan el
acceso a los mismos y las visitas de los familiares, pese a que un
prisionero está autorizado a recibir, una vez por mes, la visita de un
pariente cercano. Visita que sólo tiene lugar si la familia consigue
obtener una autorización difícilmente otorgada y pasar por cientos de
puestos de control militar. Los prisioneros de la franja de Gaza no han
tenido visitas durante los últimos cuatro años y medio

Israel deliberadamente castiga colectivamente a las familias de los
presos, aprehendiendo a madres y esposas y demoliendo sus casas en una
violación explícita de la Cuarta Convención de Ginebra. Más todavía,
Israel es capaz de castigar a un ser humano incluso después de su muerte
mediante la detención de cientos de cuerpo de mártires en fosas comunes,
lo que priva a sus familias de darles el último adiós y enterrarlos de
acuerdo con los rituales islámicos o cristianos, según sea su religión.
Tresciento veinte prisioneros que fallecieron durante estos años aún
permanecen en estas fosas comunes, cerca de Jericó.

Semanalmente a lo largo de estos años, representantes de 8 mil
prisioneros que permanecen en prisiones israelíes se concentran frente a
la Cruz Roja Internacional en Cisjordania y la franja de Gaza, en espera
hacer llegar su voz al mundo.

No es verdad que esté amenazada la existencia de Israel porque las
conversaciones de paz están basadas en "tierra por paz": todos los
territorios ocupados a cambio de una paz global, mas Israel, un Estado
expansionista, quiere tierra y paz al mismo tiempo. Este fue un
principio aprobado por la legitimidad internacional y representa la
esencia de la iniciativa árabe, que también fue aprobada por la
Conferencia Islámica.

La paz no puede ser alcanzada mientras la construcción de asentamientos
continúe. No hay asentamientos legales y otros ilegales. Todo lo que fue
construido por Israel en los territorios ocupados en 1967 es ilegal y
los colonos nos han enseñado una nueva forma de colonialismo condenado y
rechazado por todo el mundo. Ningún país apoya la política israelí de
colonización, incluyendo a Estados Unidos.

Hasta la fecha han sido construidos 144 asentamientos sobre 3.3 por
ciento de Cisjordania, además de los puestos de avanzada (105). En estos
asentamientos ilegales vive medio millón de colonos, 55 por ciento de
ellos sólo en Jerusalén oriental.

Decenas de resoluciones de la ONU y decisiones de la Legitimidad
Internacional han ya condenado esta colonización, así como lo hicieron
el Cuarteto, la Unión Europea y Estados Unidos. Aún así, Israel continúa
ejerciendo su política de indiferencia construyendo asentamientos en
tierras palestinas robadas por la fuerza de las armas a sus
propietarios.

Al nivel de pérdidas humanas, han muerto, desde el inicio de la
ocupación, 27 mil personas, mientras que 160 mil han sido heridas y más
de 850 mil hechas prisioneras. En cuanto a las pérdidas materiales, es
difícil cuantificarlas o dar una estimación, pero baste saber que, de
2000 a 2007, Israel taló un millón 600 mil olivos.

El número de casas destruidas desde 2000 asciende a 77 mil 433. Fue
emitida por las autoridades israelíes una decisión de demoler más de 5
mil viviendas en la llamada "zona C", área bajo total control de Israel,
entre 2000 y 2008. Además, hay 3 mil casas en espera de un fallo sobre
su demolición, la mayoría en Jerusalén.

Ni qué decir respecto a 2008, un año en que las negociaciones de paz
estaban en curso: los primeros tres meses las fuerzas israelíes
demolieron 124 casas, número superior a todas las demoliciones que
tuvieron lugar durante 2007 (107 viviendas). Estas cifras no incluyen la
demolición de casas y edificios en Jerusalén, y para tener una idea
sobre el crimen que ocurre en Jerusalén basta señalar que las
demoliciones que estaban previstas en esta ciudad comenzaron en 1967 con
la destrucción de 8 mil 500 casas desde sus ocupaciones. Así, fue
destruido por ejemplo el barrio de Al Magareba, con sus 135 edificios
que incluyen escuelas y hospitales. También fueron destruidas 500
viviendas y edificios en las cercanías de la Explanada de las Mezquitas,
para poder construir una plaza frente al Muro de las Lamentaciones. Tres
aldeas del distrito de Jerusalén –Emaús, Balu y Beit Nuba– tuvieron el
mismo destino luego de la demolición de 500 mil de sus casas y
edificios.

En lugar de todo aquello que ha sido destruido se han construido
asentamientos que aíslan a Jerusalén de su entorno árabe y hacen que el
acceso a la ciudad exija un permiso especial raramente concedido por las
autoridades israelíes. Subráyese que éstas confiscan los documentos de
identificación de los habitantes de Jerusalén; en este sentido, entre
1967 y 2000, de acuerdo con documentos del Ministerio del Interior
israelí, han sido confiscados 8 mil 269 documentos de identidad de jefes
de familias palestinas de Jerusalén, lo que trajo como consecuencia la
abolición de las cédulas de identidad de otros miembros de su familia, y
así se lleva a cabo una política de vaciamiento de la ciudad de su
población árabe (musulmanes y cristianos).

A pesar de que la comunidad internacional y las resoluciones de
Naciones Unidas confirman la ilegalidad de la anexión de Jerusalén,
Israel continúa lidiando con la anexión como un hecho consumado y
enfrenta con indiferencia el rechazo de todos los estados del mundo de
este hecho y su negativa a transferir sus embajadas de Tel Aviv a
Jerusalén. Todas las declaraciones de la Unión Europea, de Estados
Unidos y de todos los países del mundo condenan la anexión de Jerusalén
y se rehúsan a reconocerla como capital de Israel.

Israel continúa construyendo el muro de separación racista a pesar de
las resoluciones de Naciones Unidas y del Tribunal Internacional de
Justicia de La Haya. Obsérvese que si el muro fuera construido realmente
por razones de seguridad, como Israel alega, debería ser edificado sobre
las fronteras de 1967, pero la realidad es que este muro roba un tercio
de Cisjordania y del valle del Jordán y confisca los recursos hídricos
subterráneos, lo que transforma los centros habitacionales palestinos en
guetos semejantes a los del apartheid en Sudáfrica. Semanalmente y por
más de cinco años, haya lluvia o sol, los palestinos y extranjeros
solidarios organizan protestas junto al muro en las aldeas de Baalin,
Naalim y Al Maazara. Semanalmente son objeto de agresiones por parte de
las fuerzas de ocupación israelíes con balas de goma y gas lacrimógeno y
a veces con balas reales. Semanalmente hay heridos y, a veces,
asesinados.

Sobre el robo de los recursos acuíferos, los palestinos toman 270
millones de metros cúbicos anualmente, 150 en Cisjordania y 120 en la
franja de Gaza, en tanto que necesitan 400 millones. Mientras que Israel
confisca 26 pozos tras el muro, después de 44 años de ocupación 58 por
ciento de las familias están bajo la línea de extrema pobreza.

Una generación ha nacido y crecido y ahora tiene 44 años sin haber
gozado de libertad un solo día. Libertad que es el mayor valor humano.
Por otro lado, hay otra generación que nació en Israel y creció y
cumplió 44 años viendo que su país ocupa la tierra de otro pueblo,
robando su tierra, recursos y libertad, inmolándole, y muchos de ellos
no sienten vergüenza de ser parte del ocupante.

El pueblo palestino, desde el primer momento de la ocupación, ha
peleado por su independencia, desde la lucha militar por los grupos de
fedayines hasta la primera y segunda intifada, que fueron piedras contra
Merkaba (tanques) y pechos desnudos contra balas. En los 44 años la
ocupación ha sido siempre rechazada, no se lucha por algunos kilómetros
aquí y otros allá sino que es un desacuerdo sobre principios. No se
puede, de ninguna manera, dar legitimidad a la anexión de territorios
por la fuerza de las armas. La colonización en su esencia es
inaceptable, y son inaceptables también todas sus consecuencias, como la
construcción de asentamientos o el muro de separación. Cualquier desdén
de Israel por este hecho sólo fortalecerá el extremismo y llevará a toda
la región a un flagelo de violencia.

Todas las acusaciones que se arguyen sobre la amenaza a la seguridad de
Israel son verdaderas, sobre la seguridad de Israel y no sobre su
existencia, pues la diferencia entre los dos conceptos es bien clara. La
seguridad de Israel continuará amenazada si mantiene los territorios
palestinos ocupados, pues el pueblo palestino no permanecerá convencido
del camino de las negociaciones de paz por siempre si Israel continúa
con su política de arrogancia e intimidación de este pueblo por la
fuerza de la tecnología de guerra. Continuar humillando al pueblo
palestino, robando sus riquezas y reteniendo su libertad va contra todo
lo que el derecho internacional defiende.

Es obvio que el pueblo palestino no puede derrotar a Israel, pero
Israel tampoco tiene el poder de exterminar a los palestinos, que
rechazarán siempre la ocupación y exigirán el legítimo derecho de
establecer su Estado independiente con Jerusalén oriental como su
capital. La negativa israelí a pagar las exigencias de la paz mantendrá
la puerta abierta para una mayor violencia y es receta infalible para el
aumento del extremismo, que nadie puede prever hasta donde llegará.

El pueblo palestino tiene todo el derecho al establecimiento de su
Estado libre e independiente con Jerusalén oriental como su capital. La
"tierra por paz" fue el eslogan de la "paz de los valientes" y fue la
base de las negociaciones que aceptamos tener con Israel, pero Tel Aviv
ha hecho todo para escapar de las exigencias de ese principio y se
siente seguro de que las naciones del mundo no tomarán medidas, más allá
de condenar, exigir o esperar.

¿Ya no bastan las cientos de resoluciones de la Asamblea General y del
Consejo de Seguridad, así como del Tribunal Internacional de Justicia
para resolver esta cuestión? ¿Será que no ha llegado el momento de
presionar y sancionar a Israel para poner fin a la ocupación? Cuarenta y
cuatro años de complacencia y negativismo por parte de la comunidad
internacional que ya ha condenado, tal como condenó los hechos
consumados que Israel ejerce y quiere que los palestinos y el mundo
acepten, algo que es rechazado por todos.

Ya han sido ejercidas sanciones y presiones sobre países que violan el
derecho internacional, los derechos humanos y la legitimidad
internacional. No basta condenar la ocupación, es preciso ponerle fin
pues el pueblo palestino ya ha concedido 18 años de negociaciones, los
cuales podrían haber servido para construir y desarrollar su Estado
independiente en las fronteras de 1967, tal como garantizan la
legitimidad internacional y las resoluciones de Naciones Unidas.
Cuarenta y cuatro años de ocupación son más que suficiente. Basta ya.