[Pensamientoautonomo] No necesitamos virreyes ni ejércitos d…

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Autor: Marcelo Mangiante
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Para: unerdebate, fspm, lista por una ronda de pensamiento autonomo entre sujetos de los movimientos argentinos
Assunto: [Pensamientoautonomo] No necesitamos virreyes ni ejércitos de ocupación (Rulli)




----- Mensaje reenviado ----
De: Carlos Argañarás <carlos@???>
Enviado: martes, 25 de mayo, 2010 19:57:21
Asunto: No necesitamos virreyes ni ejércitos de ocupación

Paz y guerra

EDITORIAL DE HORIZONTE SUR A LA INTEMPERIE 25 DE MAYO DE 2010

 Hace doscientos años, el vecindario de Buenos Aires,  conmovido por las noticias que llegaban desde la metrópoli lejana, se  preparaba para una jornada que haría historia. Se trataba de resolver el  gran tema pendiente de la soberanía popular, soberanía que, quedara  vacante por el reemplazo de la corona y de la que se hiciera cargo la gran  Junta Suprema del Reino, luego de la victoria de Bailén sobre las tropas  napoleónicas. El posterior ingreso de Napoleón en España y de su gran  ejército en 1808, como respuesta a su derrota en Bailen, va a provocar  sucesivas capitulaciones militares españolas que conducirán a que la gran  Junta termine refugiada a principios de ese año 1810, en la pequeña isla  de León frente a Cádiz, bajo la protección de la flota inglesa y a corta  distancia del respaldo que le asegura la fortaleza de Gibraltar, que  estaba en manos británicas desde el tratado de Utrecht de 1713. 
La situación no podía  ser más extrema en la península y en esas circunstancias, fue lógico que  aquellos intelectuales formados en los centros de estudios de Chuquisaca,  en el Alto Perú, donde la visión geopolítica de la España americana  tuviese tan enorme peso en la formación de una dirigencia hispano criolla,  se planteasen con la gravedad que las circunstancias exigían, desafíos  políticos y responsabilidades morales superiores a las de muchos de los  funcionarios coloniales de una España que desaparecía ante el arrollador  ejército napoleónico.   
El acto de reasumir la  propia soberanía popular en aquel imperio español en América, conformado  como una aplastante sociedad de castas, con roles y oficios  preestablecidos para cada mezcla de sangres y de razas, puso en marcha a  poco andar, mecanismos de insurgencia y de participación popular de masas,  jamás imaginados. Pero en aquellas vísperas todavía, eran unos pocos los  que presionaban para saber de qué trataban las reuniones en el Cabildo  aldeano, los que agitaban a la muchedumbre de paisanos y tenderos, y  distribuían entre ellos las cintas rojas y blancas que identificaban a la  Junta de Cádiz o tal vez las azules y blancas que cortadas en tiras del  manto de la Virgen, simbolizaran la lucha tres años antes contra los  invasores ingleses. Buenos Aires, en aquel mes de mayo de 1810, bullía de  rumores y reuniones conspirativas en épocas en que cada vecino guardaba en  la casa su fusil de chispa, y cuando el arma y el pertenecer
 a una  organización militar de la reserva, que en la realidad operaba como un  partido miliciano, donde los mandos eran democráticamente electos, le  daban nuevos derechos a opinar y decidir sobre la cosa pública.  
Resulta difícil  imaginar ahora la tensión extrema de aquellos días en el interior de cada  uno, el orgullo de las recientes victorias sobre el Ejército inglés en las  invasiones de 1806 y 1807, el sentimiento y el orgullo de ser un español  pero nacido en América, y sobre todo, ese vértigo de poder debatir y  decidir sobre el propio destino…   
Doscientos años  después, estamos una vez más, sumidos en las incertidumbres, pero en  vísperas de cambios trascendentales. El mundo Bipolar se ha derrumbado y  los intelectuales formados en aquellos paradigmas, y a diferencia de los  patriotas llegados de aquella lejana Chuquisaca, son incapaces de leer e  interpretar los nuevos escenarios. En el mundo globalizado por las  corporaciones transnacionales, la Argentina ha retornado al más crudo  colonialismo, pero ahora encubierto por discursos progresistas, de manera  tal que nuestra propia izquierda travestida hace innecesaria la existencia  de virreyes. La sojización, la megaminería, las plantaciones de árboles y  las pasteras, por último, la producción de agrocombustibles, son los  nuevos Potosíes donde América es crucificada cada día al interés de los  mercados globales por disponer de recursos naturales y creciente cantidad  de comodities…   
Tal es la encerrona  ideológica que, hasta las procesos de supuesta rebeldía se embanderan con  las imágenes ahora estereotipadas y vaciadas, del Che, de Evita o acaso de  Tupac Amaru, mientras se rinde culto al extractivismo, al consumismo  urbano, a los procesos tecnológicos y al crecimiento. El socialismo que  conciben estas neomafias, generadas por un modelo absolutamente clientelar  de la política y asistidas por una generación que pretendió ser  revolucionaria y que se adaptó con funcionalidad al sistema globalizado,  se basa en el productivismo a gran escala, y se conforma con maquilas en  que los hombres dirigen o supervisan, mientras son la mujeres las que  agachan sobre las máquinas, trabajando sobre la base de un salario fundado  en planes asistenciales...   
Si aquellos procesos  que partieron de la gesta de mayo fueron esencialmente liberadores de las  castas y de los roles impuestos por nacimiento o por herencia, los  actuales procesos conducidos por la izquierda progresista, alientan por lo  contrario las especificidades y las diferencias, elevándolas a categorías  regidas por los propios códigos y convirtiendo la totalidad en apenas una  sumatoria de fragmentos… Aquellos próceres de mayo, más allá de sus  disidencias y enfrentamientos, se preocuparon por generar un proyecto de  Nación hispano e indo americano. Éstos, por lo contrario, ya sea por  incapacidad o por complicidad con las empresas transnacionales, carecen de  todo proyecto que no sea profundizar la desmalvinización a la vez que la  evidente indefensión militar de nuestro país, mientras continúan abjurando  del concepto de Pueblo, y nos transforman en un inmenso mosaico de  intereses, de usuarios y consumidores. Asistimos a una
 práctica  absolutamente perversa por parte del progresismo en el gobierno, una  práctica perversa y repetida, en que las minorías son exacerbadas en sus  especificidades y en sus reclamos, mientras los mismos que las alientan a  buscar sus propios caminos, se permiten ignorar que deberían ser ellos  desde el Gobierno y desde el Estado, quienes deberían proporcionarles  justicia o reparación en sus demandas.   
En el caso de los  pueblos originarios a los que la Constitución Nacional les asegura su  tierra, su lengua y el respeto por sus costumbres ancestrales, hemos  llegado a la situación límite en que por incompetencia o por malevolencia,  sean los mismos funcionarios que no cumplen con los preceptos  constitucionales, los que alientan la desmesura de una revisión del  concepto de nación que conduzca a una posible plurinacionalidad de la  Argentina.  
No existe una derecha  amenazante que nos obligue a estrechar filas por encima de todo debate, y  aceptando la verticalidad de alguien que se siente predestinado para  ejercer el poder y que no hace sino perderlo en cada batalla que genera. Si se afirman esas amenazas, son solamente  groseras mentiras, en todo caso están confundiendo la oligarquía del  primer centenario, con las oligarquías actuales, de las cuales son  íntimos... y que refiero a Elsztain, a Grobocopatel, a Wertheim y a los  Blaquier…   
No es por otra parte,  la Gran Bretaña la que alimenta la desmalvinización y la indefensión  militar en la Argentina, al menos de manera directa... sino, una vez más,  los progresistas… No necesitamos tampoco virreyes ni ejércitos de  ocupación para mantener el actual status de semicolonialidad, porque es  nuestra propia dirigencia política la que ha decidido cumplir ese rol…  Menos aún, sería la mesa de enlace la que propicia la sojización, más allá  de que la aproveche para ganar muchísimo dinero. Es nuestra propia  dirigencia política la responsable de todas y de cada una de esas  políticas, son nuestros propios intelectuales los que han traicionado todo  pensamiento crítico y todo sentimiento nacional. Pero no son los  intelectuales, los dirigentes políticos y los comunicadores de la derecha  de los que no podríamos esperar otra cosa. No, son los dirigentes, los  intelectuales y los comunicadores progresistas, en general
 provenientes de  las luchas revolucionarias de los años setenta, los que con sus extravíos  ideológicos nos conducen una vez más, a las puertas de la desintegración  nacional. Mayo fue y seguirá siendo las vísperas de un cambio que de nuevo  se presiente.   
Estamos cansados de  tanto desear un país mejor, cansados de repetir que otro mundo es posible,  estamos cansados de anticipar los fracasos de una dirigencia  irremediablemente corrupta… tal vez sea la hora en este bicentenario, de  darle paso a una nueva generación que vuelva a pensar en términos de  Pueblos y de proyecto nacional.  
 Jorge  Eduardo Rulli  
http://horizontesur.com.ar/programa/    
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