¡
*En vez de ser la señal de un desastre, el derrumbe financiero
ofrece una oportunidad única para curar todos los males de América.
¡No hay que desperdiciarla!*
1). 25 de septiembre
Siete años después de los atentados del 11 de septiembre, asistimos a un
colapso más deleitoso y solemne aún, el de la pirámide financiera yanki.
Dos decenios hicieron falta para edificarla, pero el derrumbe se dio en
unas pocas semanas. Basta de gimoteos hipócritas: es un show
esplendoroso. No hay nada que lamentar, no hay pero que valga, pues las
bolsas yankis se iban por las cumbres en los días en que USA bombardeaba
a Bagdad y Belgrado, prosperaban mientras iban saqueando Moscú y
exprimían a Pekín para sacarle las últimas gotas de sudor. La pasaban
bien, y sacaban de la situación más plata para invadir Irak, amenazar a
Irán y ahogar a Palestina. O sea, cuando les iba bien, nos iba mal a
nosotros. Esta vez les toca tragarse a ellos la medicina amarga.
Cuando digo "ellos", no me refiero a los americanos en general, sino a
unos en particular, una delgadísima capa de la población USiana, la
pandilla de opulentos que se hicieron ricos del día a la mañana en la
costa este, en Manhattan, Miami y otros templos financieros. Estos
últimos veinte años, hemos presenciado unas enormes transferencias de
dinero hacia arriba, hacia un puñado sumamente exclusivo de bestias
voraces. Mientras la mayoría de los habitantes de USA iban perdiendo la
posibilidad de mandar a sus hijos a las universidades, ellos se
compraban mansiones en Florida e invertían en edificios enteros de
apartamentos en Tel Aviv. Y lo peor es que fueron comprando también los
medios masivos, para subvertir la democracia y poder mandar soldados
americanos a pelear en el otro extremo del planeta. Gran parte de la
plata así robada fue sustraída y engullida por Israel, donde los precios
del sector inmobiliario no han dejado de subir.
Ahora les toca su merecido; estaban sumamente orgullosos porque sabían
que las cartas financieras de Estados Unidos y del mundo entero se
escribían en pequeños despachos, uno reservado a Henry Paulson (del
Tesoro) otro a Ben Bernanke y a Alan Greenspan (de la Reserva Federal) y
otro a Maurice Greenberg del AIG. Se habían construido un mundo aparte,
rodeados por los Lehman Brothers, Merryl Lynch, Goldman Sachs, Marc
Rich, Michael Milen, Andrew Fastow, George Soros y sus semejantes. Su
nuevo mundo de Toyotas Lexus y Nexus lo glorificaba Tom Triedman, del
New york Times. Le dieron el premio Nobel de economía a Myron Acholes y
a Robert C. Merton, los presidentes de un hedge fund que quebró, el
totalmente desacreditado Long Term Capital Management que tuvo que ser
rescatado por la Reserva Federal de New York.. El presidente Bush los
premió por su irresponsabilidad exonerándolos de impuestos. Pero ¡ya les
toca pagar a ellos, por toda la buena vida que se dieron!
Te robaron tus buenos verdes, te los convirtieron en puro papel no
convertible, firmados por la Reserva Federal pero respaldados solamente
por la confianza de los bobos. La ruina de los obreros y también de la
clase media americana es ineluctable. El gran temor en torno al gran
acelerador de partículas Hadron de Ginebra, del que se nos dice que es
capaz de generar un agujero negro capaz a su vez de tragarse el planeta
entero tiene que ver con la sensación de verse aspirado hacia abajo: es
la misma sensación que tenemos ante el espectáculo de los superricos
yankis desapareciendo en el negro agujero financiero que se los está
tragando.
No es, por cierto, la primera gran estafa a base de confianza
traicionada en la historia: así, Jay Gould y Joseph Seligman habían
provocado el crac bursátil del "viernes negro" a finales del siglo XIX.
Jacob Schiff provocó el pánico financiero famoso del "jueves negro", que
acarreó la depresión económica de envergadura continental en 1929 1.
Seligman ya había sido el deus ex machina del escándalo de Panamá, una
estafa bursátil ya legendaria por la que pagaron los franceses. Esta
estafa la habían fraguado dos judíos de origen alemán, Jacques Reinach y
Cornelius Herz, que habían comprado a los diputados franceses. Mientras
Reinach se encargaba de los diputados de derecha, el equivalente francés
de los republicanos yankis, Herz se encargaba de comprar a los
demócratas, los de la izquierda. La enciclopedia virtual Wikipedia cita
la filósofa Hanna Arendt, quien escribió sobre este tema que los
individuos que organizaban el interfaz entre el sector privado y el
estado eran casi exclusivamente judíos. Esta relación carnal entre el
estado y el mundo del business fue la receta infalible del desastre.
Obviamente, las cosas han cambiado desde entonces. Hoy, los adoradores
de Mammón, el dios de las riquezas, pertenecen a distintas confesiones
religiosas, incluyendo a los adeptos de la Christian Science, como es el
caso de Hank Paulson, cuyos haberes se valoran en 700 millones de
dólares, y cuya carrera en la empresa de Goldman Sachs (de la cual fue
presidente de 1998 a 2006) lo hizo aparecer como el candidato natural
para el puesto de secretario del Tesoro yanki. Lo único que no ha
cambiado es la devoción de todos ellos por el dios de la codicia. En un
mundo capitalista ideal, el de la "economía de mercado" que no han
dejado de celebrar, les correspondería pagar los platos rotos. En una
novela divertidísima de Glen David Gold, titulada "Carter le pega al
diablo" (Carter beats the Devil), un antepasado espiritual de estos
bribones se ve condenado a ser embadurnado con pez y plumas por el
robusto pueblo de Connecticut, allá por el año 1670, por haber comprado
todo un cargamento de productos importados con el proyecto deshonesto de
apoderarse del mercado y desangrar a sus conciudadanos. Hoy en día,
semejante malhechor recibiría la medalla del fondo neoliberal Milton
Friedman, lo celebraría el JINSA, ("Jewish Institute for National
Security Affaire"), y la prestigiosa Harvard Business School lo citaría
como ejemplo.
Hoy pretenden utilizar el control que tienen sobre el gobierno yanki
para hacerle pagar los platos rotos al pueblo americano. Llámese esta
maniobra nacionalización o estatización o renegociación, el resultado
inapelable es que muchísimos americanos se van a encontrar en la
miseria, y todos despojados de sus ahorros por los impuestos. En cuanto
a los organizadores de la pirámide financiera, su idea es retirarse a
sus mullidas mansiones para administrar tranquilamente sus inversiones
personales, cuidadosamente aseguradas en bonos muy reales, como nunca
han dejado de hacerlo.
Les tomaron el pelo a los americanos, los desvalijaron igual que a
ciertos albaneses que no sabían mucho de asuntos financieros hace
algunos años. Pero el resultado es peor, pues los albaneses habían
descolgado sus trabucos y corrieron a los ladrones, mientras que los
americanos se quedan postrados todavía, ofreciendo la otra mejilla.
El pueblo americano tiene derecho a saber quién los ha expoliado, a
ellos y a sus hijos; son esos mismos individuos que ostentaron tanta
riqueza durante estos últimos veinte años. Y deben pagar por sus
fechorías. Y si el gobierno, el presidente, el congreso y el senado,
demócratas tanto como republicanos tardan en aplicar la justicia, los
ciudadanos de abajo pueden hacer lo mismo que sus antepasados de
Connecticut: empanizarlos en pez y plumas de una vez; y si no basta con
eso: ¡a la horca con todos ellos!
Este es el momento de recordar por qué razón precisa los padres
fundadores de América gravaron en el mármol de su Constitución la
Segunda Enmienda que declara que los ciudadanos tienen derecho a poseer
y llevar armas. Gracias a Dios, todavía está vigente la Segunda
Enmienda. Estas armas, que no las usen los ladrones, sino que las tome
el pueblo, cuando de nada le sirven otros medios. "¡A las armas,
ciudadanos!" gritaban los franceses cuando se abalanzaban sobre los
reos. América tiene una gran tradición de aplicación directa e inmediata
de la justicia. La consigna del Oeste sigue válida: ¡a la horca con
todos! Ha llegado el momento adecuado.
Que vuelvan los soldados yankis de una guerra totalmente inútil, y se
cierren las bases militares yankis en el mundo entero. El verdadero
enemigo de América está en USA. Retomemos las palabras de Lenin, que
siguen retumbando y son actuales, convirtamos la guerra imperialista en
guerra civil contra estos Bastards de uñas largas. En vez de dejarlos
exprimir a los contribuyentes, hagamos de los Estados Unidos de América
toda una zona "multimillonarios-free". Estas ratas de la peor ralea se
cubrieron de oro con su gran pirámide: ¡hay que ponerlos de rodillas!
¡Vaciemos sus cuentas bancarias! La desaparición de billones de dólares
de sus cuentas secretas hará subir nuevamente el valor del billete
verde: y ustedes cobrarán nuevamente su salario en plata real, no en
simples papeles que se lleva el viento.
Además, para nuestra mayor felicidad, como más de la mitad de todos los
multimillonarios del planeta son miembros reconocidos del lobby israelí,
esto resolverá de una vez por todas los problemas del Medio Oriente.
Para mayor seguridad, hay que confiscarles todos sus haberes a los que
edificaron la pirámide financiera: Paulson, Bernanke, los presidentes de
Merryl Lynch y Goldman Sachs, sin olvidar al presidente G. W. Bush, que
hizo la vista gorda. Volverá la paz, o mejor dicho, llegará al fin, en
Palestina, en Afganistán y en Irak. Los yankis podrán nuevamente
sentirse orgullosos de su país. Esta autorrestitución masiva
reinstaurará la democracia en USA: y los próximos candidatos a la
presidencia ya no irán con el sombrero en la mano a prosternarse
humildemente ante el congreso de AIPAC ("Comité de Asuntos Públicos
Americano Israelí"). La derrota de la codicia permitirá al pueblo
volverse hacia Dios; el lastre tirado por la borda permitirá llevarles a
todos los ciudadanos la seguridad social, los cuidados médicos y la
educación gratuita. Así, lejos de ser un desastre, el derrumbe
financiero ofrece una oportunidad única para curar todos los males de
América. ¡No hay que desperdiciarla!
Y para Ustedes, ciudadanos del mundo entero, un consejo: no vayan a
tirar por la ventana su plata honrada, la que se ganaron con su sudor,
con el pretexto de salvar la otra, la de mentirita. Rechacen con firmeza
las zalamerías procedentes de Washington, y sus cuentos chinos.
Consideren que los depósitos que tengan en Yankilandia ya volaron. Si
algo logran salvar, felicidades, pero no vayan a desperdiciar tiempo,
dinero y esfuerzos en tratar de recuperar lo que ya, a estas alturas, se
esfumó para siempre. Hay haberes de valor inestimables, que se pueden
canjear a cambio de los bonos basura: la libertad y la independencia. El
derrumbe del dólar significa que vuestra economía será salvada, pues el
colapso de la pirámide financiera USiana os hará libres.
2). 28 de septiembre 2008
No hay arreglo, ha llegado el momento para cada americano de decirle al
gobierno USiano y a los pejes gordos de Wall Street: "¡no hay arreglo
con ustedes, señores! Si están endeudados, nosotros también. Ustedes no
quieren pagar, nosotros tampoco. Ustedes tal vez logren doblegar al
congreso, pero nosotros, el pueblo, podemos impedirlo, con dejar de
pagar." Dejen de pagar por sus hipotecas, dejen de pagar impuestos,
dejen de pagar su tarjeta de crédito. No hay razón para pagar por nada
de esto, si el dinero debe terminar en los bolsillos de los más ricos y
avarientos hijos de su madre, y además ya se lo han cobrado. Estarían
pagando doble.
La rebelión ante los impuestos y la deuda es la última medida que puede
tomar el ciudadano, obligado a la autodefensa, antes del levantamiento
armado. La democracia ya no significa nada: ¿qué diferencia habrá entre
votar Obama o McCain, si de toda forma los dos están tratando de
entregarles el dinero de Ustedes a los ladrones? Y, ya que estamos, es
tiempo ya de que el pueblo norteamericano se pregunte si necesita de
verdad gastar 700 mil miones de dólares al año para su ejército, más que
todo el resto del mundo junto. Tal vez estos miles de millones puedan
servirles a Ustedes de algo. Si el gobierno federal no puede liberarse
por sí solo de la garra de los banqueros, ¿tal vez convenga disolver la
Unión? Que se queden las deudas en New York, donde se generaron; pero
California y Alabama pueden seguir por otro lado. Menos gobierno federal
implicaría menos problemas para América entera. ¡Díganle ya a los
políticos que Ustedes no pagarán, dejen de pagar ya, hoy mismo!
3). 30 de septiembre 2008
¡Felicidades a todos mis lectores! La estafa fracasó, por la unión de
los rebeldes republicanos y demócratas. Excelente: gracias a Internet, a
pesar de la conspiración de los medios masivos, hemos revertido la
marejada. Cada uno de los que leyó y reenvió y despachó nuestros
mensajes tiene su parte en esta victoria. No nos dejemos amilanar,
sigamos empujando. Dejemos a los banqueros desbarrancarse, junto con los
que los apoyan, en la esfera política y en los medios. Las elecciones
para el Congreso vienen pronto: y ojalá ni uno de los dóciles anuentes
vaya a ser reelegido. Aquí está la lista:
http://clerk.house.gov/evs/2008/roll674.xml. Los rebeldes pueden
intentar formar un nuevo cuerpo en el congreso, echando lejos a los
sometidos. Tanto Obama como McCain han demostrado ser títeres
vergonzosos, manipulados por los banqueros. Cada Estado puede ahora
votar por más medidas de emergencia, con tal de guardar su plata en vez
de regalársela a los delincuentes en Washington, maestros del
despilfarro. Nos corresponde convertir el acontecimiento en la gran
oportunidad de nuestro tiempo para derrotar a la codicia y sus sirvientes.
Israel Adán Shamir / 25-30 de septiembre 2008
Traducción: Maria Poumier, revisada por Horacio Garetto.
nota:
1 Benjamin Ginsberg, The Fatal Embrace: Jews and the State, University
of Chicago Pres, Chicago 1993, p 73 ("El abrazo fatal del Estado con los
judíos").
revistafuturos.com.ar <
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