[Pensamientoautonomo] El estómago, los alimentos y el poder

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Autor: esceptikuz
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Para: lista por una ronda de pensamiento autonomo entre sujetos de los movimientos argentinos
Asunto: [Pensamientoautonomo] El estómago, los alimentos y el poder
*El estómago, los alimentos y el poder **


      *No comemos la comida para la que genéticamente estamos
      preparados. Durante cien mil generaciones, la estirpe humana ha
      vivido como recolectora. Nuestros cuerpos se fueron conformando
      para digerir distintas clases de raíces, frutas y frutos de
      cáscara dura así como para digerir carne, caracú, vísceras, y por
      cierto, animales y plantas de mares y ríos. Todo esto tiene
      estricta correspondencia con nuestro sistema digestivo, que
      aprovecha, por ejemplo, las largas cadenas moleculares de ácido
      graso ?3 provenientes de los cerebros de los animales, de los
      peces y los crustáceos y los transporta directamente a nuestro
      cerebro, la más complicada estructura que se conoce en el planeta. *


*La primera gran transformación que no tiene más de unas quinientas
generaciones fue cuando el hombre comenzó la agricultura y la cría de
ganado y el tiempo pasado es tan corto que no hemos tenido el suficiente
para las adaptaciones orgánicas pertinentes.

La ciencia avanza trabajosamente para poder discernir [... El]
conocimiento hasta ahora es más bien difuso. La última adquisición
desmiente la anterior. Sin embargo, sí sabemos para lo que no estamos
biológicamente preparados. No estamos preparados para comer cereales ni
lácteos. Hoy en día, sin embargo, por lo menos un 70% de nuestras
nutrientes provienen de alimentos que no pertenecen a nuestra dieta natural.

Por lo visto, funciona. Hemos llegado incluso a sobrepasar los seis mil
millones de humanos en el planeta. La tecnología, las mejoras en la
higiene y los medicamentos han elevado nuestro promedio de vida (aunque
no la longevidad).
Sin embargo se acrecientan sin pausa las enfermedades vinculadas con
formas no adecuadas de vida y mantenimiento. En EE.UU., el 60% de los
adultos tiene tanta grasa que se ha convertido en un problema de salud
nacional.
Es que hemos ingresado a la era del azúcar y a la comida rápida y rica
en grasas. Se trata de la segunda gran transformación alimentaria que
vive la humanidad. Que estamos viviendo ahora.

Greg Critser ha descrito en Fat Land [País gordo] el frente de combate
estadounidense en esta guerra de la industria de la alimentación contra
la naturaleza humana. Las enormes subvenciones que recibieron los
agricultores estadounidenses fueron llevando a un enorme excedente
cerealero, en particular de maíz. Así se diseñaron nuevos mercados
mediante la extracción de un endulzante del maíz que de inmediato fue
usado por los productores gigantes de comestibles y refrescos, a la
cabeza de ellos, Coca y Pepsi [jarabe de maíz de alta fructosa, jmaf; n.
del trad.]. La grasa saturada del coco fue el otro gran ingrediente para
la elaboración de las comidas rápidas que ha invadido todos los rincones
del planeta.
Nuestros cuerpos no están hechos ni para las grasas ni los azúcares de
este tipo, pero sin duda desencadenan con mucha efectividad el apetito
al que nos ha condicionado nuestra evolución, de tanto dulce y tanta
grasa como sean posibles. Critser nos muestra cómo las porciones se han
ido agrandando. Estamos en la era de los baldes para el maíz acaramelado
con cada entrada al cine, del taco de dos kilos, de la hamburguesa triple.

Nosotros, europeos, estamos en la misma rueda. Con sobornos a través de
los subsidios a la agricultura. Con cereales financiados desde el fisco
viven también nuestras gallinas, cerdos, salmones, perros y gatos. Pero
ni los peces ni los rumiantes ni los carniceros tienen sus cuerpos
hechos para este tipo de comida. Este problema se resuelve con enormes
dosis de antibióticos.

Desde el verano pasado, mi compañera y yo hemos hecho un experimento
absolutamente no científico, con nuestros cuerpos, procurando vivir con
dieta de la edad de piedra. Comemos todo lo que no está hecho con
cereales o leche, y que no esté ni frito ni salteado. Comemos crudo,
ahumado o cocido. No nos ponemos ninguna restricción en cuanto a
cantidades. Tampoco nos limitamos en el vino o el aceite de oliva (de
presión en frío).

Queríamos saber si de este modo podríamos influir en la artritis de mi
mujer. Después de un par de meses, Ingrid, que tenía dificultades hasta
para subir un piso por escalera, podía escalar sin dolor el volcán
Virunga y visitar así el territorio de los gorilas. Era la primera vez
que lo podíamos hacer en los dos años que hace que vivimos en Rwanda.
Después de seis meses, ha podido desprenderse de una medicación bastante
pesada. Para mí, el resultado más visible es que no ronco más, y que no
he vuelto a tener aquellas migrañas que me habían acompañado toda la
vida. Tampoco me he resfriado ni una sola vez, y el dolor articular y el
de garganta han desaparecido como por encanto. Mi presión que era más
bien alta, se ha vuelto normal, el cuerpo y la cabeza, más livianos.

No creo, sin embargo, que se pueda sacar muchas conclusiones con tan
escasos datos. Es más que probable que los cambios que he experimentado
tengan que ver con que he terminado con mis caros quesos y patés que se
han ido así escurriendo de mi cuerpo. Fui rebajando muy, muy lentamente,
a razón de unos cien gramos diarios, durante más de cien días y luego he
quedado en ese peso sin hacer ninguna gimnasia especial. La desaparición
de síntomas artríticos puede ser algo temporal, no lo sé.

Y pese a todo, me parece lógico que tanto el reumatismo como otras
enfermedades autoinmunes y un montón de otras porquerías tengan que ver
con todo lo que metemos en nuestras células.
Por cierto, resulta impensable el retorno de seis mil millones de seres
humanos a una vida recolectora, a través de los incontables senderos del
pasado. También resulta difícil que el hombre pueda comer tan variado
como comía antes. Habrá que aceptar complementar la comida de que
disponemos ahora con vitaminas, minerales, oligoelementos. [...]. Hoy en
día no comemos la comida para la que nuestros cuerpos están hechos.
Comemos lo que comemos para que los presidentes de EE.UU. y Francia ^1
sea reelegidos ininterrumpidamente.

Lasse Berg*
*_
_**_Notas_*
* "Magen, maten och makten", Ordfront, Estocolmo, no 6, junio 2003.
Traducción del sueco: Luis E. Sabini Fernández.
1) El autor alude seguramente a la fuerte influencia francesa luego de
la liquidación del colonialismo clásico en Rwanda (alemán primero, belga
después).

artículo publicado en Revista futuros nº6 / Río de la Plata otoño-
verano 2004 http://revistafuturos.com.ar