Boletín de La Fogata - Año VIII - 23-10- 2008 (L6)

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著者: boletin.org
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題目: Boletín de La Fogata - Año VIII - 23-10- 2008 (L6)



La Fogata


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"La Página de los Compañeros"








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17
de Octubre de 1945, jornada de transgresiones  
Juan Carlos Cena*
Villa Crespo Digital

La Fogata
 

Este
día, el 17 de octubre de 1945, fue una jornada desbordada por las
transgresiones, quebramientos y pariciones. Son los inesperados momentos que nos
depara la historia, que sintetiza en un breve tiempo años duros de luchas:
avances y retrocesos, triunfos y derrotas, sufrimientos y alboradas. Ese 17 fue
un día de nacimientos, gestación que se inicia en el vientre de la clase obrera
y el pueblo. Todo este proceso de rebeldía no comienza y estalla el 17 de
octubre, sino mucho antes, cuando los trabajadores hacen caso a los rumores y
vislumbran en hechos concretos, que la legislación laboral implementada y sus
conquistas logradas en 1943 serán anuladas.  

La renuncia de Perón y su posterior prisión, es uno de los síntomas más fuerte
de que esa revocación iba a ocurrir. Por lo tanto, a ese retroceso en las
conquistas, la clase obrera no lo iba a tolerar. El día 10, Perón se despide de
miles de trabajadores que se concentran frente a la Secretaría de Trabajo, todo
un gesto que los trabajadores asimilan, esa asimilación, la concretan en la
acción: hay que autoconvocarse y tomar la calle. Comienza el movimiento…

El día 13 se moviliza Rosario en los frigoríficos y en el pueblo, luego Tucumán,
y sigue al sur la oleada convocante, hay que resistir y hacer retroceder los
intentos de abolir lo conquistado: Buenos Aires (Berisso, Valentín Alsina,
Avellaneda, Ensenada), la movilización obrera va creciendo, y el día 16 los
trabajadores van penetrando a la Capital Federal desde el sur, como un reflujo.
Sobrepasan a la policía que pretende cerrar los puentes y accesos para impedir
el cruce, a la Capital de la República, de los trabajadores.  

Todas esas movilizaciones son anteriores a la de Plaza de Mayo. Es un
levantamiento nacional de la clase trabajadora y el pueblo. Esta Plaza y otros
lugares serán espacios de pronunciamiento y violencia. Los movilizados han
lanzado la huelga general sin pedir el consentimiento a los popes sindicales,
estas medidas no son aprobadas por el Comité Central de la CGT (integrada por
más de trescientos organizaciones). La C.G.T recién declara la huelga general
para el día 18, no nombra a Perón en el comunicado, y sí convoca a defender las
conquistas sociales, y las elecciones.  

El 17 de octubre de 1945 no fue una huelga general de masas, con las
características de las anteriores, llena de ausencias y manifestaciones
protestatarias. Fue una gran rebelión popular, con una masiva participación y
movilización de la clase trabajadora con características insurrecciónales.

La clase obrera también sufre un crujimiento, se rompen viejas concepciones;
unas se realinean en lo nuevo, que son las nuevas fuerzas sociales que se van
constituyendo, entre los que apoyan esta huelga con movilización y los que
reclaman el retorno a la normalidad constitucional. Se viven momentos de crisis,
la sociedad está convulsionada. La irrupción de la clase obrera al escenario
político, sin pedirle autorización a nadie para posesionarse en las calles,
aterroriza; es un tembladeral generado por los trabajadores junto al pueblo.
Los movilizados buscan establecer una relación o una alianza con un sector de
las fuerzas armadas. Las mismas fuerzas armadas sufren un realineamiento, es
decir, más que eso: una ruptura. La Marina, y un sector del ejército, que
comanda el general Avalos, es el último reducto de resistencia contra este
hecho; su propósito es atacar y disolver la concentración de Plaza de Mayo, para
después continuar con la acción represiva. Esa intención es el rechinamiento que
produce el rompimiento, es una manifestación real y concreta, y no una
abstracción: Se divide el poder por la presencia de la clase obrera movilizada
en las calles. Es la primera vez. ¡De terror!, dicen. No hay peor cosa que un
pequeño burgués asustado.

Desde
las barriadas que rodean la ciudad, lugar de asentamiento de las corrientes
migratorias, domicilio de los nuevos trabajadores provenientes del interior del
país, parten hacia el centro; los suburbios invaden el centro de la Capital
Federal. Las mujeres que vienen de la zona de tambos, al final de la avenida
Beiró, se juntan con las obreras fosforeras del Bajo Flores, en Mercedes y Juan
B. Justo, partiendo luego, a las risotadas, en manifestación por la avenida Juan
B Justo (...) hacíamos flamear sobre palos de escobas, cañas o mástiles
improvisados, nuestros corpiños, enaguas y calzones, como banderas (...) nos
miraban horrorizadas algunas copetudas que estaban a la orilla de la vereda, los
hombres se sacaban el rancho de paja, reían e imaginaban babosos (...) Raquel,
obrera fosforera anarquista de Parque Patricios (Testimonio brindado al autor)  

Ese día, hubo violencia en Buenos Aires, en La Plata, Berisso y Ensenada,
conteniendo una proclama: la de la rebeldía. Los lugares atacados: símbolos que
indican las relaciones de dominio y explotación: el Jockey Club, las agencias
del diario La Prensa, el Banco Comercial, el edificio del periódico El Día, en
la Plata, los clubes Estudiantes de La Plata y Gimnasia y Esgrima, tiendas de
ropas finas. Obreros, vivando el nombre de Perón, portando palos y piedras
atacaron todos estos símbolos del poder.  

Elías Canetti, en su trabajo Crowds and Power dice: La destrucción de las
imágenes representativas equivale a destruir una jerarquía que ya no se admite,
a eliminar las distancias válidas generalmente establecidas y universalmente
visibles.  

¿Meter la patas en las fuentes u orinar las flores de la burguesía en la Plaza
de Mayo en el '45, no es lo mismo que beber y comerse todos los manjares de la
Confitería Oriental, el 29 de mayo del '69 en el Cordobazo? ¿Cómo se interpretan
esos gestos? ¿Es la irreverencia de clase? ¿Es la insolencia del asqueado? ¿No
se expresa este asqueado, mucho tiempo después, con precisión en la búsqueda y
señalización, no sólo de las imágenes representativas, sino buscando a las
jerarquías que ya no se admite para darles su escarmiento?  

Este mismo fenómeno ocurre en Rosario, los barrios que componen el Gran Rosario
marchan hacia el centro; las mujeres enarbolando sus prendas íntimas, como signo
de insolencia, atrevimiento y rebeldía, ante el presunto despojo de sus
derechos. Como las sans-coulotte de la Revolución Francesa. ¿Quién las instruyó
que así debían marchar?

Portaban sus nuevas imágenes representativas, las que ellas eligieron, prendas
de su intimidad, las que cubren su desnudez, símbolo de pureza.
Los manifestantes, ¿Qué dijeron o decían mientras marchaban? O mejor: lo que
dijeron quedó cubierto y oculto. Pusieron sus anhelos, sus esperanzas, sus
historias de lucha cotidiana y sus cuerpos descamisados un instante, pero las
palabras las pusieron otros. Los anales de los pobres suelen ser vacíos. Nadie
escribe por ellos.

El 17 de octubre es un acontecimiento sobre el cual se enancan diversos
discursos no gestados por los actores. ¿Cuáles son estos discursos? ¿Quiénes los
producen?  

Para
la vieja argentina oligárquica no había dudas: el 17 de octubre "era el aluvión
zoológico", la invasión bárbara, un fenómeno insalubre.
Para Perón y la burocracia política y sindical que lo secundó tiempo después,
dijeron que el 17 de octubre fue el día de la lealtad.
Lealtad que negaba la lucha de clases concreta y, que implicaba acatar
objetivos, también de clase (de la burguesía nacional)  

Lealtad significaba congelar los acontecimientos, no ir más allá del 17 de
octubre, delegar la autonomía (...) creo que no es arbitrario sostener que el 17
de octubre fue un episodio más de la lucha de clases, en la que el proletariado
argentino (con tradición y sin tradición de lucha) apoyó a un líder carismático,
nacionalista-burgués, en defensa de sus conquistas recientes y en oposición a
una Argentina que los marginaba política y socialmente.  

Pero es dable destacar que el 17 de octubre fue un día de pariciones: La clase
obrera, en ese acto, parió a Perón. Perón, sin esa gigante madre de mil cabezas,
no hubiera visto la vida ni la luz, ni ser el protagonista de los nuevos tiempos
por venir. Perón fue parido esa tarde. Sale al balcón asombrado a la nueva vida
como un niño, los trabajadores y el pueblo festejan ese nacimiento. Perón se
reconoce, y gestualmente saluda a su madre-pueblo. Ese festejo no significó que
todos ellos fueran peronistas o descamisados en ese instante, ni siquiera eran
conscientes de que estaban pariendo otra identidad política dentro del
movimiento obrero.
En ese 17 de octubre, los factores de poder toman debida nota, generando luego,
el golpe de Estado de 1955, intentando cobrar a los trabajadores las
impertinencias pasadas; la Resistencia Peronista fue la respuesta sustancial del
movimiento obrero peronista a este golpe de Estado. Pero los factores de poder
siguen tomando nota; después del Cordobazo aprenden, sacan enseñanzas y toman
más nota.

Estos mismos poderes fogonearon el golpe de Estado del '76, que produjo el
genocidio más brutal de la historia, pretendiendo borrar a degüello la rebeldía
histórica del pueblo trabajador; pero la rebeldía no fue suprimida, se asoma por
estos tiempos, en cada barricada.  

Los trabajadores tenemos que apropiarnos del 17 de octubre y dotar al
acontecimiento de un discurso obrero, que resaltando el enfrentamiento social,
lo haga funcional a las luchas presentes y futuras. Hay que devolverle el 17 de
octubre a la clase obrera, para lo cual es necesario mostrar las derivaciones
funestas y reaccionarias de los discursos oficializados.

El 17 de octubre es una fecha de replanteos, quiebres y bisagras, como se la
quiera llamar, pero es donde se inicia otra estación organizativa de la clase
obrera. Como todos los acontecimientos históricos, el 17 de octubre, así como el
Cordobazo, están sujetos a reelaboraciones.

En síntesis, entre el 15 y el 18 de octubre de 1945, es un momento de crisis
constitucional y fractura de la burguesía que la coloca, al menos como
posibilidad, en la situación de dirimir su enfrentamiento por las armas, se
produce una huelga general con movilización de masas.

La acción de las masas desborda y subordina a las organizaciones tanto
sindicales como políticas: no sólo la huelga general declarada por la CGT para
el día 18 es superada desde el día 16.  

Esta nueva identidad, tiene que ver con la conciliación de clases, la
concertación, la negociación entre los patrones y los trabajadores, intentándose
suprimir la lucha de clases, esta política no la logra anular. Las primeras
huelgas o movilizaciones no son contra el gobierno, sino para conservar las
conquistas logradas que algunas patronales quieren escamotear, a pesar de las
recomendaciones de Perón, de que se debe aflojar, y repartir un poco más, no sea
cosa...  

Comienza en lo social, la articulación de una formación ideológica de carácter
nacional. Las relaciones entre clases mantienen un equilibrio inestable en ese
período, luego se vuelven antagónicas: el Estado de Bienestar tiene poco para
repartir y ese equilibrio momentáneo, que depara la conciliación de clases, se
agota.  

Las luchas tienen que ver con que se mantengan las conquistas logradas, no
dejarse arrebatar nada, en el terreno político, económico o social. Es la
continuidad de viejas luchas que demuestran que todo lo logrado es producto de
disputas anteriores, y no de concesiones o traspasos graciables.
La relación Perón-peronismo-obreros, no es (como dice Gino Germani) sólo de
manipulación, sino de tensión, negociación y fuerza. Estos ejemplos de
conflictos, ilustran y pintan como nadie esta relación.  

El 17 de octubre, con los trabajadores y el pueblo en las calles; el golpe de
Estado 1955 y la Resistencia Peronista formada por trabajadores y pueblo
luchando en las calles; y el Cordobazo, toda una rebelión obrera y popular
protagonizada en las calles durantes días, produjeron un resquebrajamiento en el
interior de las fuerzas del poder, esto generó enfrentamientos entre las fuerzas
del poder, estallaron contradicciones entre las clases dominantes y hubo serios
síntomas insurreccionales.

En esas tres oportunidades, la clase obrera disputó en las calles el poder a la
otra clase, la capitalista, en inferioridad de condiciones. La clase obrera en
la calle, y sólo ella, fue capaz de quebrar el poder, generando un fuerte
antagonismo entre los intereses de clase. Es decir, fue el enfrentamiento entre
dos poderes bien definidos: el poder de los obreros y el poder de la burguesía,
que se resquebraja, sólo eso.  

Han transcurrido 63 años de esa gesta obrera y popular. Gesta ninguneada,
distorsionada, falseada (…) la transmisión oral y escrita, dentro del movimiento
obrero, a pesar de las acciones represivas de las distintas dictaduras y de las
democracias relativas, permite recrear y decir con firmeza, que estos sucesos
pertenecen a la historia de la clase obrera, la clase más antigua de la
humanidad.  


*Integrante de la Resistencia Peronista de Córdoba - Dirigente de las Comisiones
Clandestinas Ferroviarias, durante el onganiato - ex Secretario General de la
Seccional Organismo Central de la Capital Federal APDFA.
Autor 
El Guardapalabras, memoria de un ferroviario
El Cordobazo, una rebelión popular 
El Ferrocidio 1º edición
Crónicas del Terraplén
El Ferrocidio 2º edición ampliada y corregida
y numerosos trabajos de Historia del Movimiento Obrero



¡Cómo no van a estar eufóricos!
 Raúl Zibechi

La Fogata

A
medida que pasan los días y  van apareciendo algunos resultados de la “crisis
financiera”, cobra  consistencia la sospecha de que el “pánico” y la estampida
de capitales  fue una maniobra urdida por las elites para conseguir una tajada
gruesa  de los fondos estatales, sobre todo de la Unión Europea.  
Las bolsas reaccionaron a la
baja luego de los 700 mil millones de  dólares decididos por el Congreso
estadounidense en apoyo del Plan  Paulson. Pero recobraron la euforia el lunes
13 luego de conocerse que  la Unión Europea (UE) dedicará 2,1 billones de
dólares (tres veces el  Plan Paulson) a salvar sus bancos. En total, tres
billones de dólares  cash, a los que hay que sumar los fondos liberados antes
para salvar  otras instituciones tanto en Estados Unidos como en la UE, y las
 sucesivas inyecciones que vienen haciendo los bancos centrales y la  reserva
federal desde hace un año. Es posible que las cifras totales  salidas de las
arcas estatales alcancen los 6 billones de dólares. El  PIB de China; casi seis
veces el de Brasil. ¿Quién no estaría eufórico?  Tal vez sea cierto, como apunta
William Engdahl (Rebelión, 14/10/08) que  Alemania e Inglaterra se salieron del
libreto estadounidense, cuyo  sector financiero habría generado pánico bancario
(“un pánico  preplanificado”), dejando caer a Lehman Brothers, para aumentar su
poder  y el control de la política de Washington. Los hacedores de la crisis
 esperaban que los europeos corrieran a rescatar las hipotecas basura de  Wall
Street, con lo que se hubieran “destruido lo que quedaba de las  instituciones
bancarias y financieras sanas de la UE”.  
 Según ese análisis, la
nacionalización parcial decidida por el Reino  Unido de sus más importantes
bancos, medida seguida por Alemania, habría  impedido que la maniobra de Paulson
fuera a más. Es posible. Sin  embargo, todo indica que las medidas tomadas por
la UE tienen mucho en  común con las políticas de Washington: se limitan a
retoques sin atacar  los problemas de fondo.  
 En las últimas semanas, a
medida que escala la caída de las bolsas, se  difundió la especie de que la
causa de la crisis es la desregulación del  sistema financiero, y que el
establecimiento de adecuados controles  estatales podrá acotar los problemas y
atajar crisis futuras. Nada más  lejano de la realidad. La financierización de
la economía fue una  decisión del capital para, precisamente, eludir los
controles y evitar  verse amarrado por pactos que limitaban su acumulación.  
 El proceso que levantó vuelo a
comienzos de la década de 1970 y está  implosionando ahora, está lejos de ser un
accidente del sistema: se ha  convertido en su núcleo duro. El pacto social
conocido como Estado del  Bienestar, o sea un trato entre el Estado, los
empresarios y los  sindicatos para regular la economía, supuso rígidos controles
a cada uno  de los actores. La cosa funcionó, como bien recuerda Mike Davis  (Sinpermiso,
12/16/08) por el “levantamiento de los trabajadores  industriales” que no
dejaron otro camino al capital que aceptar, no su  asutolimitación cosa que
nunca aceptó, sino la vigilancia activa del  Estado y los sindicatos.  
 Pero cuando la beligerancia
obrera y de los pueblos del Tercer Mundo  pusieron en peligro la continuidad de
la acumulación en la producción  real, el capital optó por volatilizarse, saltar
los controles y para eso  se convirtió en capital financiero. David Harvey
denomina este proceso  como acumulación por desposesión (“El nuevo
imperialismo”). El capital  fijo, enterrado en bienes de producción, se trasmutó
en capital  financiero obteniendo así nuevos grados de “libertad”. O sea,
asistimos  al retorno de la lógica de la rapiña que caracterizó la acumulación
 originaria en los albores del capitalismo, que conocemos como Consenso  de
Washington o neoliberalismo.  
 En los últimos treinta años,
este capital especulativo hizo añicos el  planeta. Primero a los países más
pobres a través de la crisis de la  deuda de los 80, que significó monumentales
transferencias del Sur al  Norte. Más tarde, un capital especulativo aún más
concentrado, e  incrementado por los fondos de pensiones, lanzó la crisis de
1997 con la  que buscó que Asia terminara financiando la creciente deuda de
Estados  Unidos. Ahora, todo indica que la mira estuvo puesta (o está aún) en la
 Unión Europea y en los países emergentes. En la medida que estos se  muestran
cada vez más reacios a seguir sufragando los gastos de  manutención del imperio,
un imperio que además no consigue  estabilizarse, el cerco se estrecha cada vez
más sobre las economías  “amigas”.  
 La próxima víctima, además de
las capas medias y los trabajadores  europeos, serán los propios
estadounidenses. La expansión del gasto  militar ya no puede seguir tirando de
la economía, como sucedió luego de  la Gran Depresión. Peor aún: cada vez son
más los que, en el corazón del  imperio, consideran que el elevado gasto militar
para mantener el poder  del 1% de la población, se sostiene a costa de
desmantelar los servicios  de salud que están llevando a sectores importantes de
la población a  condiciones de vida latinomericanas.  
 Un buen ejemplo para europeos
y estadounidenses: en Argentina la brecha  entre el 10% más rico y el 10% más
pobre era de 12 veces en 1986, poco  después de finalizar la peor dictadura. En
la década neoliberal de los  90 trepó a un promedio de 22 a 26 veces, para
escalar a 58 veces en el  pico de la crisis, entre 2001 y 2002. En los útimos
cinco años fue  descendiendo paulatinamente, para ubicarse en 36 veces, tres
veces más  que la herencia que dejaron los militares genocidas. ¡Ni las
terribles  dictaduras consiguieron empobrecernos tanto como las “crisis”
fabricadas  por el caputal financiero!  El capital financiero es una suerte de
Terminator, una máquina  destructiva que se mantiene activa destruyendo y
engullendo los trozos.  
Saldrá de esta crisis más
concentrado aún, con mayor poder para eludir o  neutralizar controles. Así viene
funcionando en América Latina en las  tres últimas décadas. Esta máquina no se
detiene por sí sola, ni por  disposiciones que regulen algunos aspectos de su
funcionamiento. Puede  disminurise su poder letal, pero en modo alguno puede
cambiar su  condición. Sólo destruyéndola, dejará de destruir.  
Hernán Uribe  Sólo existen dos
modos conocidos para proceder a esa destrucción. La más  segura, son los
levantamientos populares, los “Ya Basta” y los “que se  vayan todos”, de los
cuales América Latina tiene, desde el Caracazo de  1989, una novedosa y rica
tradición. La segunda, es la vigorosa  intervención de gobiernos decididos a
cambiar el rumbo. También tiene  este continente algunos buenos ejemplos en ese
sentido. “La llamada  economía de los papeles estaba sometiendo a la economía
productiva. Eso  se tiene que acabar”, dijo Lula.  
 Cuando algún gobierno de la
región toma medidas en ese sentido, el  capital financiero reacciona con
virulencia, como sucedió en Santa Cruz,  Bolivia. Es un buen momento para seguir
los mejores ejemplos. Entre  ellos, el del presidente de Ecuador, quien le dijo
basta a la  multinacional brasileña Odebrecht, cansado de que se burlara del
Estado,  aún a riesgo de que el poderoso Brasil reaccione retirando inversiones.
 
No hay capitalismo bueno. Por
eso, entre esperar la intervención de los  gobiernos y decidirse por desbaratar
la máquina depredadora desde abajo,  la opción es clara.  
 - Raúl Zibechi, periodista
uruguayo, es docente e investigador en la  Multiversidad Franciscana de América
Latina, y asesor de varios grupos  sociales.



EZLN: 24 años después
Jaime Martínez
Veloz/ I Parte

La Fogata
Después de 24
años de trabajo organizativo, lucha social y experiencias vividas, el EZLN ha
consolidado su presencia en el territorio chiapaneco. Con discreción, orden y
disciplina, los zapatistas han podido construir un nuevo modelo de trabajo o,
como dicen ellos, un nuevo modo de hacer las cosas, donde a partir de una
práctica cotidiana de la autogestión, la solidaridad, la creatividad, la
cooperación y organización comunitaria han mantenido la cohesión de sus
comunidades.
A los zapatistas
nada les ha sido fácil, ni nada les ha sido regalado. Lo logrado ha sido gracias
a un enorme esfuerzo y a una alta cuota de sacrificio de sus integrantes. Mayor
significación tiene cuando sus logros se han producido en medio de condiciones
difíciles y complicadas.
Desde los
primeros años en que desarrollaron su trabajo, tanto en el frente de masas como
en la organización clandestina, se formaron al amparo de una convicción: “mandar
obedeciendo”. Los años anteriores al levantamiento les permitieron consolidar
una fuerte presencia en comunidades, muchas de las cuales se reconocieron
zapatistas. La estrategia en su formación guerrillera puso distancia frente a
métodos utilizados por otras guerrillas para allegarse fondos mediante
secuestros o acciones que caen en el terreno delictivo y que han sido rechazadas
por la opinión pública.
La apuesta
zapatista de construir una base social organizativa como sustento fundamental de
la acción armada, financiada con los modestos recursos de sus integrantes, ha
sido el distintivo que ha alejado al zapatismo de cualquier acción que lo
vincule con acciones terroristas que pudieran justificar la acción represiva del
Estado mexicano. El levantamiento zapatista fue caracterizado por la primera
Cocopa como “expresión de una insurrección comunitaria, producto de causas
fundadas que lo originaron”.
La irrupción
zapatista en el escenario nacional trajo modificaciones sustantivas. Las
subsecuentes reformas electorales al primero de enero de 1994 fueron realizadas
por una demanda de la sociedad mexicana, pero también por el reconocimiento
tácito a la justeza de los reclamos zapatistas. Tal vez esto no quiera ser
reconocido por los partidos políticos, pero el levantamiento armado contribuyó a
la creación de un nuevo escenario electoral y a una redistribución del poder
político. Hoy el modelo electoral mexicano dista mucho de ser el mejor y más
adecuado para los mexicanos, pero es muy diferente al de antes de 1994.
El diálogo entre
el EZLN y el gobierno federal estuvo amparado por una Ley para el Diálogo, cuya
fortaleza radica en expresar la voluntad de las partes, sobre todo de la
sociedad mexicana, que desea una solución de fondo a la problemática planteada
por los zapatistas, por vía de la negociación. El EZLN puso su parte, el Estado
Mexicano incumplió los compromisos contraídos en San Andrés. Aunque el estatus
del diálogo que ampara la ley vigente es de “suspensión”, no de “ruptura”, la
reanudación de esta vía tendrá que pasar por el cumplimiento de los acuerdos de
San Andrés, cuyo contenido principal ha hecho suyo la Organización de Naciones
Unidas.
Luego de la
suspensión del diálogo y desde antes, en un doble discurso el gobierno, mientras
decía querer dialogar, apoyaba una estrategia de contrainsurgencia y
acorralamiento de las fuerzas zapatistas. Expedición de títulos agrarios,
habilitando a campesinos como ejidatarios en tierras ocupadas por los
zapatistas, encarcelamiento de líderes y bases de apoyo zapatistas, matanzas
indiscriminadas, fomento de las deserciones y el paramilitarismo, ofrecimiento
de apoyos oficiales a cambio de renuncias públicas al EZLN, minimización del
conflicto, campañas mediáticas antizapatistas fueron, entre otras, acciones que
dominaron el escenario chiapaneco durante el mandato del presidente Ernesto
Zedillo y los varios gobernadores interinos que Chiapas tuvo durante ese
sexenio.
En medio del
hostigamiento, el zapatismo tuvo la capacidad de salir adelante y perfilar una
nueva iniciativa política a principios de 2001, mediante la marcha exitosa que
culminó con la presencia de los zapatistas en la tribuna del Congreso de la
Unión, donde el debate entre los legisladores traspasó las fronteras de las
formalidades parlamentarias para ubicarse en un terreno donde el elemento
principal que introdujo la petición zapatista para hacer uso de la tribuna de
San Lázaro no radicaba en que fuera un asunto de normatividad legislativa, sino
en otro mucho más profundo que cuestionaba al actual modelo de la democracia
mexicana, la cual aún no incluye a todos los mexicanos, en este caso a los
pueblos indígenas.
A pesar del éxito
de la marcha y las expresiones públicas del presidente Fox, la culminación del
proceso legislativo que dictaminó la iniciativa de ley indígena produjo un
resultado ajeno a lo pactado en San Andrés Larráinzar, con una reforma
constitucional que hizo a un lado el arduo proceso de negociación entre las
partes. El nuevo escenario permitió que de nueva cuenta los zapatistas sacaran
la creatividad que los ha caracterizado con las juntas de buen gobierno como una
nueva forma de organización que este año cumple un lustro de actividades
sostenidas mediante un método de trabajo que ha permitido procesar diferencias,
definir esquemas de trabajo y vincularse organizadamente entre los miembros y
quienes no lo son.
Los miembros de
las juntas de buen gobierno se van rotando entre los integrantes de la
comunidad, y han entendido que el servicio que brindan no significa obtener
privilegios individuales, pero fortalece la integración comunitaria que permite
sentar las bases para el desarrollo de los pueblos. Esta experiencia es un nuevo
modelo en la toma de decisiones del que hay mucho que aprender y mucho que
saber.



El último día de Miguel






Manuel Cabieses
Punto Final

La Fogata

Miguel vivía en una casa
con vista a la esperanza.
Era un compañero del curso de la aurora.
Casi todos repetimos
menos él
que se fue a estudiar la primavera
allá donde sólo llegan los valientes.
Aquellos que recibieron en silencio la tortura.
Aquellos que callaron para que otros vivieran.
Miguel vivía en una casa
con vista a la esperanza.
Ahora, cuando ya se ha marchado,
nosotros debemos habitarla.

José María Memet
Texto sobre los últimos momentos que terminaron con la
caída en combate de Miguel Enriquez el día 5 de Octubre de 1974, escrito por
Manuel Cabieses, director de la Revista Punto Final.

Su
eterno chaquetón marinero y su risa estruendosa, que contagiaba alegría, es lo
primero que recuerdo de Miguel Enríquez. El optimismo asomaba a sus ojos, a sus
gestos, comunicando esa incansable vitalidad que le animaba. Miguel reía con
todo el cuerpo, se agitaba y el torrente reventaba con una explosión de alegría.
Después descubrí que también era la forma de reir de su padre, don Edgardo.
Miguel era un dinamo, veloz de pensamiento y palabra. Sus frases se precipitaban
en ráfagas. Temible en la polémica, a veces era también -para mi gusto-
demasiado duro en la discusión con los compañeros. Abrumaba con argumentos,
citaba la historia revolucionaria mundial, especialmente la revolución
bolchevique; conocía bien a Lenin (el Pelao, como le llamaba con familiaridad),
a Trotsky y Rosa Luxemburgo, se paseaba por la revolución china, conocía en
detalle la revolución cubana y sabía mucho de historia de Chile. Por supuesto
era carrerino, admiraba a Manuel Rodríguez y se refería con mala voluntad al
"guatón O'Higgins". Dedicaba especial atención al estudio y le gustaba discutir
con gente de pensamiento diferente al suyo.
Matarlo no fue fácil para la DINA. Los sicarios de la dictadura tuvieron que
extremar sus torturas con los detenidos que habían contactado a Miguel o a sus
enlaces desde que el líder del MIR pasó a la clandestinidad. La crueldad del
capitán Miguel Krassnoff Marchenko, jefe de la Agrupación Caupolicán de la
Brigada de Inteligencia Metropolitana de la DINA, y de su principal verdugo,
Osvaldo Romo, sin embargo, no tenía límites. El Informe Rettig señala: "La
primera prioridad de la acción represiva de la DINA durante el año 1974 fue la
desarticulación del MIR. Esta continuó siendo una prioridad durante 1975.
Durante estos dos años se produce el mayor número de víctimas fatales
atribuibles a este organismo". Creada por decreto en junio de 1974, la DINA
venía operando desde noviembre de 1973, en dependencia directa de Pinochet.
Quinientos oficiales de las FF.AA. y Carabineros dieron origen a esa estructura
secreta que más tarde contaría a miles de funcionarios, asesores e informantes a
sueldo.
Matar al secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, un
médico de 30 años que había burlado numerosas trampas y emboscadas, se convirtió
en una obsesión para la DINA. Destinó para ello a la Agrupación Caupolicán,
mientras la Agrupación Purén se dedicaba a perseguir al resto de la Izquierda.
La DINA consiguió datos para localizar el sector de Santiago donde Miguel vivía
clandestino. Era en la calle Santa Fe 725, entre Chiloé y San Francisco, en la
comuna de San Miguel. Una casa con apariencias de nada con dos portones
metálicos que todavía conservan más de treinta impactos de balas. El 5 de
octubre de 1974 se libró allí un combate desigual,como el de La Moneda y otros
durante 17 años en que hombres y mujeres de la Izquierda chilena dieron
lecciones de honor y valentía en combate.
Miguel era uno de los dirigentes chilenos más prometedores. Tenía rasgos
indudables de genialidad política. En él "despuntaba un jefe de revolución",
como dijo Armando Hart a nombre del Partido Comunista de Cuba en el solemne
homenaje que se tributó en La Habana al revolucionario chileno. Los dirigentes
cubanos no derrochan ese calificativo porque conocen su significado. Por eso el
nombre de Miguel Enríquez lo llevan muchos comités de defensa de la
revolución(CDR) y un hospital clínico quirúrgico.

LA CACERIA DEL MIR

La precaria clandestinidad de Miguel, soportó poco más de un año. Había lanzado
la desafiante consigna "el MIR no se asila", y quiso dar el ejemplo
permaneciendo en Chile para organizar un movimiento de resistencia que concebía
amplio y unitario. Explicó: "Nos quedamos en Chile para reorganizar el
movimiento de masas, buscando la unidad de toda la Izquierda y de todos los
sectores dispuestos a combatir a la dictadura gorila, preparando una larga
guerra revolucionaria a través de la cual la dictadura será derribada, para
luego conquistar el poder para los trabajadores e instaurar un gobierno de
obreros y campesinos". Desoyó los consejos de muchos camaradas y amigos que le
pedían salir del país. Miguel era del tipo de líderes que guían con el ejemplo.
No subvaloraba, sin embargo, las tareas de apoyo en el exterior. Encomendó
organizarlas a dos miembros de la comisión política, su hermano Edgardo
-ingeniero de 34años, detenido en Buenos Aires en abril de 1976 y desaparecido
desde Villa Grimaldi- y René Valenzuela Bejas, hoy preso en España.
La persecución al MIR fue motivo de disputa entre la DINA y el Servicio de
Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA), que dirigía el comandante Edgar Ceballos
Jones ("Comandante Cabeza"). El SIFA llegó a tener numerosos prisioneros en su
cuartel general en la Academia de Guerra Aérea (AGA). Mediante el método de
hacer desaparecer a los prisioneros y una brutalidad extrema en la tortura, la
DINA consiguió finalmente desplazar al SIFA.
El terrorismo de la DINA se hizo sentir con fuerza a partir de abril de 1974. El
recinto secreto de Londres 38, un ex local del PS, se convirtió en centro de
torturas y en primera estación del vía crucis de muchos detenidos hacia la
muerte y desaparición en Colonia Dignidad, como ocurrió con Alvaro Vallejos
Villagrán (el "Loro Matías"), estudiante de Medicina de 25 años, uno de los
primeros en ser ejecutados en la colonia alemana de Paul Schäffer.
La comisión política del MIR, sin embargo, se mantenía más o menos intacta a
comienzos del 74. La pérdida más importante había sido la de Bautista Van
Schouwen Vasey, en diciembre de 1973, capturado por una delación en el convento
de los Capuchinos de Santiago, donde se ocultaba. Van Schouwen, de 30 años,
médico, era uno de los fundadores del MIR e íntimo amigo de Miguel Enríquez, con
cuya hermana, Inés, estuvo casado.
A partir de julio del 74, la DINA -ahora en posesión de abundante información y
con la colaboración de delatores- aumentó la intensidad de sus golpes. Cayeron
detenidos y desaparecieron decenas de miristas como Bárbara Uribe y Edwin Van
Yurick, su esposo; el periodista Máximo Gedda, Martín Elgueta, Alfonso Chanfreau,
María Angélica Andreoli, Muriel Dockendorff, etc. Muchos fueron atrapados en
"puntos de contacto" que entregaban los torturados. Otros cayeron en "ratoneras"
montadas en casas de militantes detenidos. Muchos fueron reconocidos en las
calles por delatores que salían a "porotear" con los agentes de la DINA. La
represión aumentó y en septiembre del 74 la situación se hizo trágica. Casi
todos los presos del MIR eran salvajemente torturados y desaparecían para
siempre, como el arquitecto Francisco Aedo Carrasco, de 63 años, liberado desde
Chacabuco y arrestado de nuevo el 7 de septiembre, los hermanos Carlos y Aldo
Pérez Vargas (cuyos otros tres hermanos, Iván, Mireya y Dagoberto, este último
miembro de la comisión política del MIR, morirían en 1975 y 1976), Carlos
Gajardo, Vicente Palomino, Manuel Villalobos, etc. Delatores como Marcia Merino
("La Flaca Alejandra") asesoraban los interrogatorios, señalando a los
torturadores lo que debían preguntar, clasificando la información, participando
en los allanamientos o en el "poroteo". La situación alcanzó su punto álgido a
fines de ese mes y comienzos de octubre con la detención de los dirigentes
Sergio Pérez Molina y Lumi Videla Moya (cuyo cadáver terriblemente torturado por
Osvaldo Romo lanzaron al interior de la embajada de Italia el 3 de noviembre),
María Cristina López Stewart, el sacerdote Antonio Llidó, los hermanos Jorge y
Juan Andrónico Antequera, Amelia Bruhn, y una larga lista de mártires.
La DINA obtuvo nuevas pistas para llegar a Miguel Enríquez: el barrio donde
vivía, una descripción de su aspecto físico y de su pareja (Carmen Castillo
Echeverría, que hacía de enlace en algunos contactos y que estaba embarazada),
una Renoleta roja que usaba Miguel (la reconocieron durante un enfrentamiento a
tiros en el sector del Estadio Nacional), etc.

LA CASA DE SANTA FE

Desde diciembre de 1973, Miguel vivía clandestino en Santa Fe 725. Un barrio
tranquilo, de pequeña burguesía pobre y de obreros, casi todos propietarios de
sus viviendas. La mayoría -como la que ocupaba Miguel- son casas de un piso con
patio y parrón. Los vecinos se conocen por años. Entonces la mayoría eran de
Izquierda, comunistas y socialistas. Frente a la casa de Miguel vivía un viejo
obrero comunista, Leyton, "cicerone" del Museo Recabarren.
La casa de Miguel estaba entre la de un obrero cesante y la de un periodista,
Rolando Carrasco, comunista, preso en Chacabuco. Allí vivían la mujer de
Carrasco, Anita Klöpping (como actriz de teatro y radio más conocida como Anita
Mirlo) y sus hijos, Rolando, de 16 , y Valentina, de 11 años.
Miguel y su compañera, Carmen Castillo, llegaron a vivir en esa casa a fines del
73, después de la caída de Van Schouwen. Inicialmente los acompañaba otro
dirigente del partido, Humberto (Tito) Sotomayor, y su esposa. Ocasionalmente
iban a pasar unos días con ellos las pequeñas hijas de ambos, Javiera, hija de
Miguel (con Alejandra Pizarro), y Camila, hija de Carmen (y de Andrés Pascal
Allende, también miembro de la comisión política del MIR, que a su muerte
reemplazaría a Miguel en la secretaría general del MIR). El otro hijo de Miguel,
Marco Antonio (con la periodista Manuela Gumucio), estaba en Francia y apenas
tenía un año cuando mataron al líder del MIR.
Una ciudadana británica compró con fondos del MIR la casa de Santa Fe a un dueño
de camiones, padre de unas mellizas, a quien en el barrio todos miraban con
sospecha porque era opositor al gobierno de la Unidad Popular y porque vendía
mercaderías que escaseaban en el mercado.

EL ALIENTO DE LA BESTIA

Miguel, Carmen, Sotomayor y su mujer no lo sabían pero eran objeto de
observación en el barrio.
Se siente curiosidad por los nuevos vecinos. Se preguntan quiénes son, de dónde
vienen, qué hacen, etc. Los jóvenes que viven en Santa Fe 725, parecen gente de
desahogada situación económica, se muestran afables y saludan con cortesía pero
sin intentar mayores relaciones. Todos observan...y comentan. Al dueño del
boliche de la esquina le llama la atención que los nuevos propietarios de la
casa de Santa Fe 725 dispongan de más dinero que lo común en el vecindario.
Compran mayor cantidad y artículos de más calidad. Para el almacenero es un buen
negocio pero comunica sus observaciones y el rumor circula...
Miguel y Carmen, Sotomayor y su mujer, entretanto, hacen una vida normal y
buscan establecer una relación discreta con los vecinos. Se dan cuenta que en
ese barrio hay que trabar amistad con la gente. Miguel y Carmen ayudan al vecino
cesante. Se enteran que Anita tiene a su marido preso en Chacabuco y que trabaja
como costurera para sostener el hogar. Carmen le ayuda mandándole hacer ropa
para Javiera y Camila, luego para ella o para una amiga que inventa. Un día el
joven Rolando Carrasco (hoy arquitecto, casado, dos hijos) está duchándose, la
llama se apaga pero el gas sigue fluyendo, Rolo cae desmayado, como de costumbre
ha cerrado con llave la puerta del baño. Anita lo siente caer, intenta abrir la
puerta, no puede y corre a la casa de Miguel a pedir ayuda. Humberto Sotomayor
acude, echa abajo la puerta, reanima al joven y le da instrucciones a Anita para
seguir atendiéndolo. Así ella se entera que es médico. Desde ese día siente por
sus vecinos del 725 una enorme gratitud y cariño. Ya no le importa la cortés
pero firme discreción con que ellos defienden su privacidad.

MORIR EN OCTUBRE

Amanece el 5 de octubre de 1974. La DINA está sobre una pista segura para llegar
a Miguel. Otras le habían fallado. Por ejemplo, detecta que Javiera, de 5 años,
hija de Miguel, vive con su tía, Ana Pizarro, y sus tres hijos. Supone –con
razón- que por esa vía existe un vínculo con Miguel. La DINA pierde la paciencia
y amenaza de muerte a Ana Pizarro y sus hijos, que se asilan en la embajada de
Francia. Pero antes Miguel manda a buscar a su hija. En una carta le dice a su
excuñada que quiere tener a Javiera por un tiempo porque está seguro que va a
morir.
La DINA ya sabe que Miguel vive en la zona sur de Santiago, en un cuadrante
enmarcado por Santa Rosa, Gran Avenida, Departamental y Callejón Lo Ovalle. Los
esbirros de Krasnoff, capitaneados por Osvaldo Romo que olisquea sangre,
"peinan" esa área. Llevan algunos de los presos torturados para que reconozcan
calles, ruidos, olores. Pasan algunos días en esa tarea de rastrear las huellas
todavía invisibles de Miguel. Buscan una Renoleta roja y una joven señora
embarazada. Van en tres vehículos y llevan armas largas por si acaso. Se
detienen a preguntar en almacenes y talleres, interrogan a niños y mujeres,
carteros, revisores de medidores de luz y agua, recogedores de basura, etc.
Está clareando y en la casa de Santa Fe 725, todos duermen: Miguel, Carmen,
Humberto Sotomayor y José Bordas Paz (31años, encargado de la Fuerza Central,
rama armada del MIR).
El grupo conversó hasta tarde. Quedaron de acuerdo en que al día siguiente, 5 de
octubre, Carmen buscará una casa de emergencia. El instinto les decía que la
seguridad del escondite se había resquebrajado, sobre todo después del
enfrentamiento a tiros en la Avenida Grecia. Miguel había hecho algunas
reuniones en la casa con compañeros que presumiblemente ahora estaban presos.
Aunque se habían observado las reglas de la clandestinidad, no se podía
descartar que alguno se hubiese dado cuenta del barrio y la calle donde los
habían llevado a ciegas. Se iban también a cumplir diez meses viviendo en la
misma casa y las normas de clandestinidad prohibían una permanencia tan larga en
un mismo lugar. Dos semanas antes, Miguel arregló el asilo en la embajada de
Italia de las pequeñas Javiera y Camila, que entraron en la misión diplomática
en la cajuela del automóvil del encargado de negocios. Por último, Miguel había
aceptado reducir el ritmo de su trabajo y replegarse aun lugar fuera de
Santiago. Una amiga de Carmen, Cecilia Jarpa, se haría cargo de comprar una
parcela en Macul. Pero Carmen la llamó el día anterior para entregarle el dinero
y el tono y forma de sus respuestas, hicieron a Miguel deducir que Cecilia Jarpa
ya estaba en manos de la DINA. Estaba claro que el cerco se estrechaba.
En la mañana del 5 de octubre Carmen Castillo salió a buscar una casa para
mudarse ese mismo día. Miguel, Sotomayor y José Bordas también salieron de Santa
Fe 725. Acordaron volver a encontrarse en la casa a las tres de la tarde. Sin
embargo, Carmen volvió cerca de la una. Encontró a Miguel y a los otros dos
compañeros quemando papeles, con las armas a la mano y en estado de enorme
tensión. Habían detectado tres autos sospechosos que rondaban el barrio y que
habían pasado ya dos veces, lentamente, observando la casa. Están seguros que es
la DINA y que deben estar tendiendo el cerco. Rápidamente terminaron de recoger
en dos bolsos lo más importante. Cuando Miguel y Carmen salían al patio donde
estaba la Renoleta roja, se produjo el primer ataque de la DINA. Ellos se
replegaron al interior de la casa y comenzaron a responder el fuego junto con
Sotomayor y Bordas.
El primer cerco no fue muy efectivo. No habían llegado aún suficientes
refuerzos. En los primeros momentos Humberto Sotomayor y Jose Bordas lograron
escapar. A uno lo vio Anita, la vecina, saltar al patio de su casa y de ahí a la
calle San Francisco; el otro huyó en dirección a Varas Mena, una calle paralela
al sur de Santa Fe. (Sotomayor se asiló después en la embajada de Italia y José
Bordas fue emboscado por el SIFA el 5 de diciembre. Cayó herido y murió dos días
después en el hospital de la FACH, donde fue torturado).
Carmen Castillo fue herida en el interior de la casa. A ratos perdía la
conciencia mientras proseguía el tiroteo sostenido por Miguel. Recuerda haberlo
oido gritar: "Hay una mujer embarazada, respeten su vida".
El Informe Rettig dice: "La casa donde se ocultaba Miguel Enríquez, fue rodeada
por un nutrido contingente de agentes de seguridad, el que incluía una tanqueta
y un helicóptero, quienes comenzaron a disparar. Entre los ocupantes del
inmueble se encontraba una mujer embarazada que resultó herida. Miguel Enríquez
cayó en el enfrentamiento recibiendo, según el protocolo de autopsia, diez
impactos de bala que le causaron la muerte".
Anita, la vecina de Miguel, no sabe cuánto duró el tiroteo; tampoco su hijo,
Rolo. Pero les pareció eterno. En su casa estaba otro muchacho, compañero de
Rolo, ambos se encontraban en el patio cuando se inició el asalto a la casa
vecina. Se agazaparon y vieron saltar el muro al mirista que huyó hacia la calle
San Francisco. Anita y la niña, Valentina, permanecieron tiradas en el piso de
la casa. Recuerdan el ruido ensordecedor de los disparos, el helicóptero
sobrevolando, los altavoces de Carabineros ordenando al vecindario permanecer en
sus casas. Cuando cesaron los tiros vieron en la calle Santa Fe a muchos civiles
armados, carabineros, soldados, la tanqueta y muchos vehículos. Más tarde cuando
sacaban a Carmen Castillo herida (creyeron que iba muerta) y luego el cadáver de
Miguel Enríquez.
Miguel no se rindió. Una de las diez balas le perforó el cráneo. Su cuerpo lo
encontraron en el patio donde se había parapetado para disparar, mientras
intentaba saltar a la casa trasera.
La noticia de la muerte de Miguel, que se divulgó esa noche, causó un impacto
doloroso en el pueblo. Saber que Miguel estaba en la clandestinidad, intentando
reorganizar las fuerzas, fortalecía muchas esperanzas.
La DINA lo celebró mofándose de los presos en el recinto de José Domingo Cañas,
donde había trasladado su infierno de torturas. La casa de la calle Santa Fe 725
la ocupó la DINA durante dos meses. Algunos vecinos dicen que allí se hacían
fiestas y que los oficiales se emborrachaban y gritaban como locos. Más tarde
vivió un microbusero, pariente de un agente de la DINA, y luego volvió el
antiguo propietario, el camionero.
Cada 5 de octubre, desde 1990, sus moradores se refugian en el interior de la
casa cuando un grupo de familiares y ex miristas realizan en la calle un acto
recordatorio, encienden velas, se acercan a mirar el patio interior y tocan con
emocionada reverencia las perforaciones de balas en los portones de la casa
donde Miguel vivió su último día.

(*) Manuel Cabieses es director de Punto Final

 


Sarayacu: Libertad, tierra, cultura


La lucha por la autonomía en una comunidad kichwa de la amazonía ecuatoriana


  

Sergio de Castro Sánchez

La Fogata

  

Cuentan nuestros abuelos que Sarayacu es el pueblo del
mediodía.

Se le compara con el Sol. Dicen que cuando llegue el medio
día,

Sarayacu no caerá mientras el resto de pueblos lo haya hecho.


Sarayacu es el medio, permanecerá resistiendo.


 

José Gualinga, miembro de la comunidad de Sarayacu
 
La presencia
del movimiento indígena ecuatoriano en las instituciones de la democracia formal
no le ha hecho perder de vista su objetivo central: afianzar sus formas
autonómicas de organización socio-política y la cosmovisión sobre la que se
fundamentan. Estos objetivos, sin embargo, no le han impedido ampliar sus
propuestas étnicas incluyendo en sus programas políticos demandas que afectan al
conjunto de la sociedad. Así, más allá del dualismo, tan arraigado en la
mentalidad occidental, entre capitalismo o socialismo, su proyecto busca
materializar una nueva forma de entender las relaciones políticas, sociales,
económicas y con la naturaleza que supongan un verdadero cambio estructural como
alternativa a un neoliberalismo que en estos momentos no goza precisamente de
buena salud.   
Desde este
punto de vista, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
(CONAIE) y otras agrupaciones han recorrido dos caminos, paralelos e
interconectados, en su lucha por la autonomía: el del acceso a las instituciones
gubernamentales y el del fortalecimiento de los procesos comunitarios internos.
Más allá de los claroscuros que ha supuesto para el movimiento indígena la
participación en unas estructuras políticas ajenas a los procesos de democracia
radical propia de la mayoría de los pueblos originarios, en este escrito lo que
nos interesa es mostrar un ejemplo de esa lucha por la autonomía que, sin perder
de vista el ámbito estatal, se realiza a diario desde las lógicas internas
comunitarias.  
LA LUCHA
CONTRA LAS PETROLERAS  
Desde su
emplazamiento a orillas del río Bobonaza, en la amazónica provincia de Pastaza,
la comunidad kichwua de Sarayacu se ha convertido en un referente de la lucha
por el territorio de los pueblos indígenas en Ecuador y en toda América Latina.
Asediada por la petroleras desde los años 40 del pasado siglo, no es sin embargo
hasta mediados de los 80 cuando, ya conscientes del impacto que supondrían las
actividades extractivas en su territorio y en su forma de vida, comienza la
lucha antipetrolera en Sarayacu.   
En el año
1986, la concesión del bloque 10 a la petrolera estadounidense Arco/Oriente
llevaría a la comunidad a realizar una serie de protestas que desembocarían en
la firma del “Acuerdo de Sarayacu” entre la comunidad y las organizaciones
indígenas por un lado y el gobierno estatal por otro. El comunitario José
Gualinga, antiguo dirigente de la Organización de Pueblos Indígenas de Pastaza (OPIP),
explica que “el acuerdo fue establecido para que se reconocieran los títulos de
propiedad y una moratoria de 15 años para la explotación petrolera. Después de 3
meses fue violado por parte del Estado ecuatoriano. Entonces emprendimos un
nuevo proceso de lucha”.  
Esta nueva
fase de la lucha lleva a la OPIP -organización integrada en la CONAIE- a
convocar en 1992 una marcha que bajo el eslogan “Por la tierra, por la vida,
¡levantémonos!” buscaría el reconocimiento de los derechos de los pueblos
indígenas sobre sus territorios. Según José Gualinga, esta marcha, que sería
apoyada por todos los pueblos indígenas de Ecuador, “fue planificada en Sarayaku
por sus líderes y los dirigentes de la OPIP. Fue una caminata de más de 350 km.,
más de 15.000 personas estuvieron en Quito durante 3 semanas. Dio como resultado
la obtención de los títulos de propiedad”: un total de más de un millón de
hectáreas, 135.000 de los cuales correspondieron a Sarayacu. Sin embargo, el
Gobierno ecuatoriano “nos entregó los títulos de propiedad [de la tierra], pero
no el subsuelo, que era considerado parte del Estado”.  
En 1996, la
petrolera argentina Compañía General de Combustibles (CGC) recibe la concesión
del Bloque 23, con un tamaño total de 200.000 hectáreas. La comunidad no es
consultada a pesar de que el 75% del mismo se encuentra en sus tierras. Las
posteriores promesas en forma de compensaciones económicas y puestos de trabajo
por parte de la compañía fueron rechazadas por la comunidad.  
Ante la
oposición de Sarayacu a cualquier tipo de actividad petrolera en su territorio,
el Gobierno ecuatoriano militarizó la zona, acusó de terrorismo a los dirigentes
comunitarios y emitió órdenes de detención contra ellos. El 25 de enero de 2003
cuatro de ellos eran detenidos y torturados por militares, policías y guardias
privados de la compañía.  

Paralelamente, la CGC contrató a la empresa experta en “relaciones
comunitarias”, Daimiservices S.A. A través de diferentes acciones consiguió
poner en contra de Sarayacu a otras comunidades kichwas cercanas que llegaron a
cortar el paso por el río a todo aquel que se dirigiera a Sarayacu.   
Las ya
tradicionales prácticas divisionistas implementadas en estos casos fueron
acompañadas por un intento de dinamitar las bases culturales comunitarias. Un
ejemplo de ello lo tenemos en el derribo del árbol sagrado de Lispungo del
shaman César Vargas. Una acción que, según la comunidad, se hizo a apropósito y
con conocimiento de lo que éste significaba para ella. Según cuenta Marlon Santi,
que fuera Presidente de Sarayacu y que actualmente está al frente de la CONAIE,
“César Vargas se sentía bien decaído, le puede producir una psicosis emocional
porque le quitan parte de su vida, parte de su sabiduría, parte de su sueño,
porque un árbol también hace soñar.”1.
Tal y como nos cuenta José Gualinga, “[en los lugares sagrados] están
depositadas las almas de los shamanes y si se destruyen, se destruye su alma y
todo un pueblo”. Igualmente, la compañía provocó una guerra entre shamanes de
Sarayacu y de las comunidades favorables a ella como, según José Gualinga, “una
estrategia para eliminar la resistencia y el poder de Sarayacu a través de los
ancianos”.  
La
comunidad, declarada en estado de emergencia, defendió su territorio a través de
acciones pacíficas y de denuncias a nivel internacional, la mayoría de las
cuales aún están por resolver. Finalmente, la CGC daría marcha atrás en sus
actividades de prospección abandonando 1400 kg de explosivos que, a pesar de que
las medidas cautelares dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
siguen enterrados en territorio de Sarayacu.   
La
determinación y la organización de unos pocos mas de 1.000 comunitarios había
conseguido expulsar a una poderosa petrolera de su territorio. Mientras la
provincia de Orellana, situada al norte de Pastaza, ha sido y sigue siendo presa
del saqueo compulsivo por parte de las petroleras a pesar de contar, por
ejemplo, con el Parque Nacional de Yasuní -una de las reservas naturales más
importantes del planeta-, Pastaza ha corrido mejor suerte y la actividad
petrolera no ha sido tan feroz. Para Marlon Santi, “Sarayacu es el candado para
que en el centro-sur de la amazonía no entren las petroleras”.    
AUTONOMÍA
Y ESTADO PLURINACIONAL  
Según Berta
Gualinga “toda esta lucha y defensa [por el territorio] fue muy importante,
[...] nos sirvió para unirnos más”. Muestra de este dinamismo y fortaleza fue la
propuesta hecha al conjunto de la sociedad ecuatoriana a través del Libro de
Vida de Sarayacu. Según explica José Gualinga “la comunidad ha definido
estrategias de organización de un plan no de desarrollo local tal y como nos
imponen, sino un plan que nos permita enfocar nuestra propia visión a partir de
nuestra cosmovisión. Y que eso sea un modelo de propuesta para el país.”  
Según el
Libro de Vida, elaborado en pleno conflicto con la CGC, “la noción de
desarrollo de Sarayaku es sin duda distinta a la vigente en el mundo occidental
que está íntimamente ligada a la noción de voluntad individual y autonomía
personal, operable dentro de un modo de producción mercantil”. Así, “la lucha
por la autodeterminación es al mismo tiempo una reafirmación por una democracia
plena, íntegra”, más allá de “aquellas relaciones de dominación que el
capitalismo nos propone, que se caracterizan por la instauración de las leyes de
mercado como criterio ordenador de las relaciones sociales”. Desde este punto de
vista, la comunidad de Sarayacu plantea “consolidar nuestra autonomía y
autodeterminación, en base al reconocimiento de nuestros territorios con el
rango de instituciones político-administrativas”. Añadiendo “que no se trata de
anular la estructura orgánica, político-administrativa del Estado, sino de
establecer [...] una categoría y entidad nueva”.   
Franco
Viteri, que fuera Presidente de Sarayacu durante el conflicto con la CGC,
explica que “el ‘Plan de Vida’ de Sarayacu tiene tres pilares fundamentales: Lo
primero es el Sumak Allpa, que se refiere a la ‘tierra sin mal’ y que es
el territorio que defendemos; después el Sacha Runa Yachay, el
‘conocimiento del hombre selvático’, como instrumento para lograr el tercero de
los pilares, el Sumak Kawsay, traducido literalmente por ‘el buen vivir’
o ‘vida en plenitud’”. Esta filosofía, propia de todo el pueblo kichwa, ha
formado parte de la propuesta desde la que la CONAIE ha encarado el reciente
proceso constituyente en Ecuador. Para José Gualinga, “que [la cosmovisión
indígena] se incorpore en la Constitución significa la reconstrucción del país,
significa construir una nueva identidad del pueblo ecuatoriano”. Y añade: “Más
que un pensamiento extractivista, socialista o capitalista, creo que nosotros
verdaderamente tenemos una base de futuro para todos”.  
Y es que,
según la opinión de José Gualinga, “en la Asamblea Constituyente se han logrado
cambios importantes como el derecho de la naturaleza, derechos sociales,
culturales que favorecen a los pueblos y nacionalidades. Pero en el fondo, el
lograr una autodeterminación de pueblos en un país diverso no se ha logrado
realmente. El gobierno de Correa sigue una tesis extractivista, de
megaproyectos, que amenaza la existencia de los pueblos y nacionalidades sobre
todo en la Amazonía”.   
Una política
que parte de la falta de capacidad para asumir y actuar en función de la
diversidad de identidades que se dan en Ecuador. En opinión de Franco Viteri,
“el mismo concepto de ciudadano es una categoría copiada de Europa y mal
utilizada que se ha dado incluso para que la gente sea explotada. La palabra
‘ciudadano’ es excluyente para el indígena, porque es uniformarnos y no aceptar
la diversidad del país”. Según José Gualinga, “no entendemos bien de qué se
trata esta ‘revolución ciudadana’, a pesar de que hemos apoyado al gobierno de
Rafael Correa. La hemos entendido, como al socialismo, como meter en un solo
saco a todos y negar la diversidad. Y eso te vuelve campesino, un obrero, te
transforma en un pobre y que la revolución ciudadana siga adelante. Nosotros
entendimos que para hacer la revolución se debe entender la propia realidad de
un país, la plurinacionalidad”.  
Esta
necesidad de tomar como punto de partida la diversidad existente en Ecuador pasa
necesariamente por dejar espacio a las expresiones autonómicas de los pueblos
originarios. Para Franco Viteri, “la propuesta de autonomía, de
descentralización, que pedimos hacia las instituciones indígenas más bien
fortalece al estado ecuatoriano en base a nuestra propuesta de ‘unidad en la
diversidad’, no en lo homogéneo, tal y como plantea en estado ecuatoriano”.   
El concepto
de autonomía, aclara Franco Viteri, “está siendo últimamente utilizado por parte
los mismos poderes hegemónicos, como sucede en Bolivia o en Ecuador con la
propuesta de Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil. Es una propuesta que nada tiene
que ver con el concepto de autonomía que nosotros tenemos”, basada en una
concepción diferente del poder: “Creemos que el poder radica en la solidaridad,
en la capacidad de ser recíproco con el prójimo, de respetar, de preservar la
paz y de consensuar”. Lo cual, en la práctica, supone alejarse del verticalismo
propio de otras estructuras socio-políticas: “Cuando hablamos de horizontalidad
no sólo hablamos de una forma de conducción (política) sino a una forma de
conducta social”.  
LA
PRÁCTICA DE LA AUTONOMÍA  

Horizontalidad y autonomía  
El hecho de
que las formas de organización política indígenas en general, y de Sarayacu en
particular, tengan como característica fundamental la horizontalidad no es
casual. Según el Libro de la Vida, “alguien nos explicó que la palabra
‘democracia’ significa ‘poder del pueblo’, que si fuera así, significaría que
[...] el poder estaría adentro de nosotros y no afuera, bajo nuestro control,
manejo y vigilancia. [...]. Por eso reafirmamos que la lucha por la
autodeterminación es al mismo tiempo una reafirmación por una democracia plena,
íntegra”.   
Frente a la
imposición “desde arriba” de estructuras políticas cuya finalidad es el
aniquilamiento de los indígenas, la respuesta ha sido la de fortalecer las
prácticas horizontales de hacer política. Tal y como resalta David Malabert,
antiguo dirigente de la comunidad, “el Consejo de Gobierno (Tayjasaruta) no
puede decidir. Cuando es grave, se somete a la gran asamblea”, en donde “las
decisiones, tal y como dice el estatuto, son tomadas por consenso”2.
Para Franco Viteri, “si vas a la historia la autonomía siempre la hemos hecho
nosotros, nos ha permitido desde nuestra cosmovisión sobrevivir durante miles de
años”.   
Economía:
Kulli Wakaychina Wasi  
La Caja
Solidaria “Kulli Wakaychina Wasi” nació en 1999 como un programa de la
Asociación de Mujeres de Sarayacu. La Caja inició su andadura con 450 dólares
aportados por una ONG y 15 socias. Actualmente cuenta con 270 y otorga préstamos
de hasta 1000 dólares destinados a proyectos de educación, agricultura, turismo
o salud. Tal y como cuenta Berta Gualinga, una de sus administradoras, “no es
como una cooperativa o como una caja de fuera, en las que hay que pagar un
interés por la cantidad que se presta. Se cobra un interés de un 1%, una
cantidad que únicamente permite a la Caja sobrevivir como tal y no genera
ninguna ganancia para las mujeres que la administran.” Además, la Caja ofrece
“un apoyo a personas que ni siquiera son socias pero que en caso de emergencia
se acercan, como en el caso de mordeduras de culebra, quemaduras o algún otro
accidente. Estos préstamos no tienen ningún interés”.  
Una
iniciativa que, hasta cierto punto, permite a la comunidad ser autónoma en la
administración de su dinero. Esta caja “nos hace autónomos, que no dependamos de
otras instituciones. Evitamos tener cuentas en el Puyo o un crédito en los
grandes bancos que sacan mucho más interés (15 o 20%), interés que la gente de
las comunidades no está en condiciones de pagar. Se evitan pagar el pasaje hasta
allá, la alimentación, el hospedaje”, explica Berta Gualinga.  
No se trata
de un proyecto que pueda calificarse exactamente como de “microcréditos”, ya que
no hay una entidad externa a la comunidad que administre el dinero, pero
compartimos con Berta Gualinga algunas de las críticas que se le han hecho a
este tipo de iniciativas por, en el fondo, repetir la lógica monetaria del
capitalismo: “Hace algún tiempo en las comunidades indígenas había el
intercambio pero actualmente, con todo lo que estamos viviendo, se hace
necesario también entrar al mundo de la economía, pero no como en las grandes
ciudades. Si alguien no puede pagar, por ejemplo, porque la cosecha ha sido mala
o su hijo ha estado enfermo, nosotros esperamos hasta que pueda pagar, cosa que
no te permiten en las ciudades”.   

Territorio: La “Frontera de Vida”  
El proyecto
“Frontera de Vida” o “Camino de Flor” (Sisa Ñampi) es definido por José
Gualinga, uno de sus promotores, como “una propuesta simbólica, geográfica y
política”. En su expresión geográfica, “se trata de plantar árboles que florecen
cada 4 Km. en un espacio de 2800 Km. cuadrados”, justo en los límites del
territorio de Sarayacu. A un mismo tiempo, se busca “simbolizar la vida (...).
Cada uno puede imaginar qué es una frontera de vida, cómo entendemos esa vida
desde cada uno”, a través de la siembra de distintos árboles florales con un
alto grado simbólico. Una iniciativa que, al mismo tiempo, se convierte en
denuncia y propuesta política: “Es un proyecto de conservación de biodiversidad
y del ecosistema amazónico para llamar atención nacional e internacional y de
los propios pueblos indígenas sobre las amenazas reales que existen para los
pueblos que luchamos por cambios. Se trata de socializar nuestra propuesta de
Plan de Vida del Sumak Kawsay” y que, por tanto, “nace desde el
conocimiento y el pensamiento de la selva amazónica, desde la sabiduría de la
Naturaleza. Es un pensamiento que los yachak (“sabios”), que son una
expresión de nuestros shamanes a través de esta flor”.  

Educación: Tayac Wachi y la educación bilingüe  
La “Frontera
de Vida”, sin embargo, forma parte de un plan aún más amplio. Según nos cuenta
José Gualinga, un primer eje lo compone “la recopilación y la aplicación del
conocimiento propio y de la investigación”. Eso se realiza en la escuela “Tayac
Wachi” o “Casa de los Tayac”, antiguos pobladores de la zona. En segundo lugar,
“la aplicación del conocimiento sobre la salud y la cosmovisión propia que
tenemos acerca de ella a través de los shamanes”. Y tercero, “la
incorporación del conocimiento de la botánica: plantas medicinales maderables,
comestibles, frutales, venenosas, rituales, de construcción. Que sean
incorporadas e investigadas para nuestro uso y para dar a conocer”.   
Para David
Malabert, que actualmente desempeña la tarea de profesor en la escuela “Tayac
Wachi”, “en todo América Latina los Gobiernos nos imponen unos curriculums para
colonizar la mentalidad de los pueblos y nacionalidades, para convertirnos en
sus peones. La educación es la base de la política de ellos. Pero aquí nosotros
estamos trabajando para construir una educación propia basada en nuestra
realidad”.   
La
aculturación pedagógica tiene su respuesta en Sarayacu: “Queremos descolonizar
el cerebro de muchas personas”, nos confiesa José Gualinga, que también
participa en el proyecto de la escuela. Para ello, la comunidad ha involucrado
tanto a alumnos como a profesores. Así, mientras la escuela “Tayac Wachi” está
dirigida a los primeros, la licenciatura en Educación Intercultural Bilingüe con
mención en comunidades amazónicas, lo está a los segundos. Para Berta Gualinga,
una de las impulsoras, el proyecto tiene el propósito de mejorar la calidad
educativa y crear un modelo propio que esté de acuerdo a la realidad de Sarayaku”.
Un nuevo modelo que “no encierre a los niños en cuatro paredes y les haga parte
del sistema dominante. Buscamos que los niños aprendan a ser libres desde
pequeños y a ser solidarios, a compartir”. Un currículum que, sin embargo, no
puede dar la espalda a la realidad en la que viven: “Estamos tratando de mejorar
la calidad educativa para Sarayaku, para que pueda defenderse y desenvolverse en
los dos mundos: tanto en el occidental y como en el de Sarayaku; para que puedan
conocer tanto los conocimientos indígenas como los de fuera, porque si sólo
conocemos lo de aquí y no lo de fuera, no podremos defendernos”.  

CONCLUSIÓN   
La amenaza
de la CGC parece que, de momento, es cosa del pasado. Frente a los intentos de
despojo, la comunidad ha respondido con el fortalecimiento de los procesos
económicos internos y la propuesta de alternativas al resto de la sociedad. Sin
embargo, la comunidad se enfrenta a nuevos desafíos. Por un lado, la petrolera
Agip ha tratado de crear en el territorio de Sarayacu una nueva comunidad que dé
luz verde a sus proyectos en el Bloque 10. “Nosotros no hemos permitido que se
forme esa comunidad e incluso les hemos dicho a las familias involucradas que a
la próxima serán expulsadas”, explica Franco Viteri. Por otro, a la intención
por parte del Gobierno de construir una carretera hasta Sarayacu. Un proyecto
que, según nos explican, supondría el fin de la comunidad como tal y que,
sospechan, esconde intereses madereros por parte de ciertos altos cargos
gubernamentales.  
Sin embargo,
Sarayacu sigue buscando ese difícil equilibrio entre su mundo y el del exterior
que le permita mantener su forma de vida en un contexto de constante y múltiple
asedio. Una lucha construida sobre los pilares fundamentales del movimiento
indígena y que recoge el lema de la CONAIE: “Tierra, cultura, libertad” y a los
que Ileana Almeida se refiere en su último libro: “Cuando se pregunta de qué
libertad, de qué territorio y de qué cultura se trata, los indígenas ahora
contestan en forma lacónica pero exhaustiva: libertad para decidir nuestro
destino, territorio para conservar el espacio que nos legaron nuestros
antepasados, cultura para reforzar nuestra identidad de pueblos”3.
 

Notas:   


1 FLACSO: Sarayacu: El
Pueblo del Cenit. Identidad y Construcción étnica, p. 99. (Edición digital)
 


2 Para una descripción
detallada de la estructura y funciones del Tayjarasuta, así como de los
mecanismos de toma de decisiones en Sarayacu, ver el excelente libro, ya
referido más arriba, publicado por la FLACSO.  


3 ALMEIDA, Ileana: El Estado
Plurinacional. QUITO: Abya-Yala, 2008, p. 119  
 



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