Autor: jchueco Data: Para: pensamientoautonomo Assunto: [Pensamientoautonomo] Para informarse sobre Somalia
El síndrome de Somalia
Noam Chomsky
El Comercio - Lima
"Este pobre país continúa recibiendo un golpe tras otro", declaró hace dos
meses Peter Goossens al periodista del "New York Times" Jeffrey Gettleman.
"Finalmente, se quebrará". El país es Somalia, y Goossens dirige el Programa
Mundial de Alimentos (PMA), que ahora está dando comida a alrededor de 1,2
millones de personas, un 15% de la población.
Esta tierra trágica y torturada está "ahora marchando hacia el borde de una
crisis", dice Goossens. "Cualquier pequeña cosa adicional, cualquier pequeña
inundación o sequía, la hará caer en el precipicio".
Somalia, desgarrada por la guerra y el hambre, está acosada por dentro y por
fuera. Con una vigilancia especialmente acrecentada desde el 11 de setiembre
del 2001, Estados Unidos ha reformulado sus esfuerzos por controlar el
Cuerno de África (Djibouti, Etiopía, Eritrea y Somalia) como una línea de
avanzada en la "guerra al terrorismo". Y ocurre que Somalia está en el
extremo de ese cuerno.
La crisis en Somalia puede ser parcialmente considerada como un daño
colateral de la "guerra al terrorismo" y de las preocupaciones geopolíticas
reformuladas en estos términos.
A medida que Somalia se hunde en el caos, los miembros de la Unión Africana
han enviado allí pequeñas fuerzas para mantener la paz, y han prometido
enviar más si hay fondos disponibles. Pero es muy improbable que hagan eso,
"porque, en primer lugar, no hay paz para mantener (en Somalia)", dijo en
mayo Richard Cornwell, del Institute for Security Studies en Sudáfrica, a
los periodistas de "The Christian Science Monitor" Scott Baldauf y Alexis
Okeowo.
Para noviembre, las Naciones Unidas hicieron notar que Somalia tenía "tasas
de desnutrición más altas, mayor derramamiento de sangre y menos empleados
de asistencia humanitaria que Darfur", informó Gettleman. Por cierto,
Ahmedou Ould-Abdallah, el más alto funcionario de las Naciones Unidas para
Somalia, describió su destino como "el peor en el continente".
A las Naciones Unidas, sin embargo, le falta la capacidad para llegar a
personas hambrientas, expuestas, enfermas y agónicas en Somalia, dijo Eric
Laroche, jefe de las operaciones humanitarias de la ONU en ese país. "Si
esto ocurriera en Darfur, habría un enorme alboroto", dijo Laroche. "Pero
Somalia ha sido una emergencia olvidada por años".
Una diferencia. Por la tragedia de Darfur se puede culpar a otro, de hecho a
un enemigo oficial: el Gobierno de Sudán y sus milicias árabes, mientras que
la responsabilidad por el actual desastre en Somalia, como otros que
precedieron a este, reposa sustancialmente en nuestras manos.
En 1992, después del derrocamiento de la dictadura somalí por milicias
basadas en clanes, EE.UU. envió miles de soldados en una dudosa "misión de
rescate" para ofrecer asistencia humanitaria debido a la hambruna. Pero en
octubre de 1993, durante la "Batalla por Mogadiscio", dos helicópteros Black
Hawk fueron derribados por milicianos somalíes. En el ataque murieron 18
soldados estadounidenses, junto con quizá 1.000 somalíes.
Las fuerzas de Estados Unidos fueron inmediatamente retiradas, y las muertes
continuaron. "En las etapas finales de la retirada de las tropas, cada bala
disparada contra ellos fue respondida, al parecer, con 100", informó el
corresponsal de "Los Angeles Times" John Balzar. En relación a las bajas
somalíes, el general Anthony Zinni, que comandó la operación, informó a la
prensa, "No estoy contando cadáveres... no estoy interesado".
Funcionarios de la CIA reconocieron en privado que durante las operaciones
de Estados Unidos en Somalia, en que murieron 34 soldados de Estados Unidos,
las bajas somalíes de milicianos y civiles habrían sido de entre 7.000 y
10.000, informó Charles William Maynes en la revista especializada "Foreign
Policy".
La "misión de rescate", que habría matado más o menos tantos somalíes como
los que salvó, dejó al país en las manos de brutales caudillos.
"Después de eso, EE.UU. y la mayor parte del resto del mundo le dieron
básicamente la espalda a Somalia", informa Gettleman. "Pero en el verano del
2006, el mundo comenzó a prestar atención nuevamente luego que un movimiento
islámico de base emergió del caos del clan y tomó control de gran parte del
país", dejando solamente un enclave lindante con Etiopía en las manos del
Gobierno Federal de Transición, reconocido por Occidente.
Durante su breve permanencia, los islámicos "no nos causaron ningún
problema", informa Laroche. Ould-Abdallah denominó la "era dorada" de
Somalia los seis meses en que gobernaron los islámicos. Fue el único período
de paz en ese país por años.
Otros funcionarios de las Naciones Unidas están de acuerdo, observando que
"el país estuvo en mejor forma durante el breve reinado del movimiento
islámico de Somalia el año pasado" de lo que lo ha estado desde que Etiopía
invadió en diciembre del 2006 para imponer el gobierno provisional.
La invasión etíope, con el apoyo y la participación directa de EE.UU., se
llevó a cabo luego que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó
la Resolución 1725 para Somalia. Esa resolución exigió a todos los estados
"que frenaran cualquier acción que pudiera provocar o perpetuar la violencia
y las violaciones de los derechos humanos, contribuir a una tensión y
desconfianza innecesaria, poner en peligro el cese del fuego y el proceso
político, o dañar aún más la situación humanitaria".
La invasión de Somalia por su enemigo histórico, la Etiopía cristiana,
desató una encarnizada resistencia, conduciendo a la crisis presente. La
razón oficial de la participación de EE.UU. en el derrocamiento del régimen
islámico por parte de Etiopía es la "guerra al terrorismo" la cual ha
engendrado por si misma el terror, sin mencionar sus propias atrocidades.
Además, las raíces del régimen fundamentalista islámico se remontan a etapas
más tempranas de la "guerra al terrorismo". Inmediatamente después del 11 de
setiembre, EE.UU. lideró un esfuerzo internacional para clausurar
Al-Barakaat, una red de remesas somalí basada en Dubái que también maneja
negocios importantes en Somalia. Según el gobierno de Washington, esa red
estaba financiando el terrorismo. La acción fue aclamada por el gobierno y
los medios de comunicación como uno de los grandes éxitos en la "guerra
contra el terrorismo". En contraste, cuando Washington reconoció un año más
tarde que esas acusaciones carecían de todo mérito, pocos le prestaron
atención.
El mayor impacto del cierre de la red de remesas Al-Barakaat fue en Somalia.
Según las Naciones Unidas, la empresa fue responsable en el 2001 de 500
millones de dólares en remesas a Somalia "más de lo que gana en cualquier
otro sector económico y 10 veces la cantidad de ayuda extranjera que
(Somalia) recibe".
Al-Barakat desempeñaba también un importante papel en la economía, observa
Ibrahim Warde en "The Price of Fear" ("El precio del miedo"), su devastador
estudio de la "guerra financiera al terrorismo" lanzada por George W. Bush.
El frívolo ataque a una sociedad muy frágil "puede haber tenido un rol en el
ascenso... de los fundamentalistas islámicos", concluye Warde otra familiar
consecuencia de la "guerra al terrorismo".
El renovado tormento a Somalia se halla en el contexto de los esfuerzos de
Estados Unidos por ganar un firme control sobre el Cuerno de África, donde
Estados Unidos está lanzando un nuevo comando y extendiendo las operaciones
navales en importantes rutas marítimas, como parte de una campaña más amplia
para asegurarse el control de recursos energéticos en la región del Golfo
Pérsico y en África.
Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los planificadores del Departamento
de Estado estaban asignando a cada parte del mundo su "función" dentro de la
totalidad del sistema de dominación de Estados Unidos, África era
considerada escasamente importante.
George Kennan, jefe del departamento de planificación del departamento de
Estado, aconsejó que se dejara África en manos de Europa a fin de "explotar"
su reconstrucción. Pero las circunstancias han cambiado.
En la actualidad, los recursos de África son demasiado valiosos para
dejárselos a otros, particularmente cuando China extiende su alcance
comercial. Si la pobre Somalia colapsa en la hambruna y la miseria, eso es
simplemente una circunstancia marginal de los grandes designios geopolíticos
y por escasos momentos.