[Pensamientoautonomo] BOLETIN DE LA FOGATA - Año 7 - 20-03-…

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Autor: La Fogata
Data:  
Para: pensamiento
Asunto: [Pensamientoautonomo] BOLETIN DE LA FOGATA - Año 7 - 20-03-2007
La Fogata

            "La Página de los Compañeros"


                  "BOLETIN de LA FOGATA"


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            NUESTROS SUEÑOS, NO CABEN EN SUS URNAS 



      ¿Donde esta Julio López?  ¿Donde esta Julio López?¿Donde esta Julio López?  
      ¿Donde esta Julio López?¿Donde esta Julio López? ¿Donde esta Julio López?



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      A 31 años del golpe cívico militar. 
      No olvidamos. No perdonamos. No nos reconciliamos. Juicio y castigo a los culpables.



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      Crónica del ocaso
      Apuntes sobre las papeleras y la devastación del litoral argentino y uruguayo


      de Hernán López Echagüe


      (Grupo Editorial Norma)
      Martes 20 de Marzo, a partir de las 19:00 horas, en el Salón Cascada del Hotel Bauen, Callao y Corrientes. 
      Presenta: Osvaldo Bayer. Acompañarán al autor algunos protagonistas del libro.




      "Bienvenido sea este libro, que recoge voces. Por boca de sus pescadores y sus chacareros, hablan los ríos Uruguay y Paraná, y hablan las vastas tierras que esos ríos riegan. La naturaleza, malherida, denuncia a sus envenenadores. Bienvenido sea este libro, contra la sordera general". 
      Eduardo Galeano




      Próximas presentaciones:




      *En Buenos Aires: martes 20 de marzo, a partir de las 19:00, en el Salón Cascada del Hotel Bauen, Callao y Corrientes. Presenta: Osvaldo Bayer. Acompañarán al autor algunos protagonistas del libro.




      Dice la contratapa:


      Crónica del ocaso, ineludible radiografía de la grave situación del litoral, es el resultado de una combinación potente: Hernán López Echagüe conoce la zona y a sus pobladores, vive allí desde hace años. También conoce, profundamente, el oficio de cronista. Cuando la corriente comenzó a presagiar el arribo de males insospechados, López Echagüe remontó los ríos hasta Misiones. Con el vigor narrativo de su prosa, nos conduce así por un pasaje de la historia en la que tienen cabida la vida de Andresito, comandante guaraní del ejército de Artigas, primer desaparecido político de la historia argentina; los cuerpos que la dictadura echó a la deriva; las crónicas de Darwin; el recuerdo de Haroldo Conti; el nacimiento de la asamblea de vecinos de Gualeguaychú, donde, por primera vez, un pueblo se puso de pie por cuestiones medioambientales.


      En Crónica del ocaso abundan palabras funestas como dioxinas, ácido sulfhídrico, dióxido de cromo, 2,4-D -el mismo veneno desparramado por los Estados Unidos en Vietnam para desfoliar selvas-, desertificación, lluvia ácida; también desempleo, desaparición de pequeños productores, y lo más grave, las enfermedades consecuentes. 


      Todo eso, y más, está ocurriendo en el litoral. Por eso este libro recoge el testimonio de los habitantes del litoral argentino y uruguayo que padecen el despropósito de un modelo de desarrollo que afecta a la región. Voces, historias e infinidad de datos sobre el saqueo de los recursos naturales convergen en esta perturbadora y necesaria narración de un viaje desprovisto de fronteras. Un relato alarmante y necesario, a cargo de una de las mejores y más incisivas plumas de la crónica actual.



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      Seis refugiados políticos paraguayos presos en Argentina  
      La gente de la tierra   


      Osvaldo Bayer  


      La Fogata



      Llegamos a la cárcel de Marcos Paz. Vamos a visitar a seis presos. Campesinos paraguayos. Trabajadores de la tierra. Presos en la Argentina.  




      Una sociedad no debe jamás ignorar sus cárceles. No como se hacía antes: se los mandaba a Ushuaia, la Siberia argentina. Para olvidarlos allá y ya está. Rasgo de una sociedad sobona y violenta. 




      Entramos al salón de visitas con sus paredes desnudas. Ni cuadros ni flores. Bueno, no exageremos, Blumberg no lo hubiera permitido. La espera siempre melancólica: presos. Sabemos lo que es eso. Entran seis paraguayos, humildes, hijos de la tierra. Gente de campo, de los que plantan semillas, cabalgan distancias, ordeñan lo que siembran. Para lo cual deben inclinar la espalda en la Edad Media eterna.  




      Pero éstos no. Seis paraguayos que luchan para que la tierra sea de los que trabajan o de la acción mancomunada de la cooperativa. En Paraguay, que siempre lleva el signo de Stroessner. Ahora seguridad de Duarte Frutos y Bush. La mescolanza que da la seguridad de que nada va a cambiar. El agua, ahora, como antes el oro y el petróleo. El agua, señores, hay que asegurar su futuro. Y los fuertes asegurarse el agua de los débiles dependientes.  




      Bush, republicano. La palabra república ya cambió de significado desde aquél de la Revolución Francesa. 




      Antes de llegar a la cárcel hemos leído todos los papeles de la justicia. De los dos lados. Los ochenta años que uno ha vivido no han pasado en vano. Por lo menos en eso. No, no, ingenuidades no. La palabra terrorista ha pasado a usarse con la misma multiplicidad que republicano. Un republicano puede ser tan terrorista como un terrorista, republicano.  




      Con nosotros están los seis campesinos paraguayos, hablan la castilla pero también el guaraní. Palabra por palabra nos relatan la tragedia. Más de un año presos en cárceles argentinas. Sus familias, allá. Pero tres de sus mujeres han venido hasta Buenos Aires para poder visitarlos. Trabajan aquí como sirvientas. Sirvientas.  




      Nada menos que Blumberg, el inmaculado, acompaña a la línea oficial paraguaya. Ha reafirmado con su presencia las acusaciones contra los proletarios de la tierra. Sí, Blumberg acompaña personalmente la acusación contra la gente campesina. Una acusación inverosímil. El gobierno paraguayo los acusa de haber secuestrado y luego asesinado a la hija del ex presidente Cubas. Un hecho que otras fuentes han atribuido a la lucha entre organizaciones mafiosas del narcotráfico. Pero, claro está, la policía aprovecha para acusar a los campesinos que quieren su tierra, para sacárselos de encima y, de paso, proteger las organizaciones de la droga que pululan los estrados oficiales paraguayos. Cuando comenzó la persecución los hombres del campo se presentaron ante la embajada argentina pidiendo protección. Porque habían oído que la Argentina, después de la era de la desaparición, se había convertido en la Tierra del Asilo. Se trasladaron a Buenos Aires para, desde esta latitud, demostrar su absoluta inocencia. Pero el Cepare (Comité de Elegibilidad para Refugiados) no atendió sus razones. Blumberg sonrió satisfecho. Los perseguidos recurrieron a la Justicia y, en primera instancia, el juez Lojo rechazó el pedido de manera que los dejó sin defensas para ser extraditados hacia el país que los persigue.  




      El tema está ahora ante la Corte Suprema de Justicia. Ahí está ahora la esperanza de estos luchadores de la tierra. Hasta ahora, la Argentina en vez de refugio les dio cárcel. 




      Un hecho que hubiera movido a Emile Zola a escribir un segundo tomo del Yo acuso. Sería muy noble que todos los hombres de leyes que tienen conciencia de la diaria injusticia con los indefensos leyeran la resolución del juez Lojo que podría resumirse en algo así como: "Bueno, si el gobierno paraguayo los pide, hay que entregárselos". Y no exagero. Me gustaría, justo por lo que se juega aquí, es decir, la vida de seis luchadores por la dignidad, invitarlo al juez argentino Lojo a una mesa redonda pública a discutir uno por uno los documentos de su fallo. Porque, nos repetimos: está la vida de por medio, la verdadera vida.  




      Demostraríamos que hemos aprendido de nuestro sórdido pasado si todos los organismos de derechos humanos de nuestro país tomaran a su cargo la defensa de estos campesinos, víctimas de esta nueva Operación Cóndor. Pero también que lo hicieran todas las iglesias y las asociaciones de abogados y juristas.  




      Creemos en la independencia actual de la Corte Suprema pero hay que respaldarla con argumentos legales, humanos y principalmente de la defensa de la libertad de los ciudadanos, por más que éstos sean pobres. 




      Y los presentamos: Gustavo Lezcano Espínola: "Mi familia es campesina; tengo ocho hermanos. Comencé a trabajar a los ocho años en la agricultura. Somos de creencia religiosa y nunca pertenecí a una agrupación política. A los 19 años hice durante dos años el servicio militar. Y luego preparamos con los vecinos un grupo de sin tierra para la ocupación de un campo improductivo de 5000 hectáreas, pero fuimos desalojados dos veces, una por la policía y otra por el ejército. Fue el desalojo más cruel por los garrotazos en todas partes del cuerpo boca abajo corriendo encima de nuestras cabezas y tirando con fusiles. Había mujeres embarazadas y ellos decían que ahí mismo tenían que producir el parto con garrotes y machetes. Hasta ahora hemos sufrido seis desalojos: con maltratos, garrotazos; baleados, muertos. El 2 de marzo entramos a la Argentina legalmente para solicitar refugio, porque ya era insostenible la persecución. Recurrimos ante el Cepare para denunciar lo ocurrido pero ni siquiera se analizó el caso. Fui detenido por la Gendarmería argentina. Hace diez meses que estamos presos. El 14 de diciembre el juez argentino Ariel Lojo resolvió conceder la extradición nuestra al Paraguay". 




      Basiliano Cardozo Jiménez: nacido en Caaguazú de una familia campesina y humilde. "Comencé a trabajar a los 10 años. A los 15 me incorporé a la tarea religiosa como catequista, donde aprendí a ser solidario con los más débiles y amar a los oprimidos. Tuve que ausentarme de mi hogar por las permanentes amenazas de secuestro y muerte que hacían los escuadrones de la muerte del partido del gobierno. He recurrido al tratado internacional buscando protección, solicitando refugio político al gobierno argentino. Fui detenido por la policía argentina llevando ya ocho meses en Devoto y ahora en Marcos Paz. Mi detención sólo puede ser explicada por mi coherencia en la lucha por una sociedad sin oprimidos ni opresores."  




      Arístides Vera Silguera: "A los 12 años comencé a conocer el trabajo campesino. A los 17 participé del curso de formación para líderes parroquiales en el seminario de Maá Cupé". Se casó y tiene seis hijos. Vivieron en una colonia llamada San Carlos, en donde las necesidades y el abandono son impresionantes. Sin calles, sin electrificación, sin puestos de salud, sin agua potable. Las luchas campesinas se agudizaron a medida que crecía la organización de lucha y la pobreza. Por las persecuciones siguió el mismo camino a la Argentina que sus compañeros hoy presos.  




      Simeón Bordón Salina: Se crió en un hogar campesino de 16 hijos. Desde los 16 años fue catequista católico, de la Teología de la Liberación, con el padre Braulio Maciel, quien fue perseguido y asesinado en 1976. Inauguraron una comunidad y el 8 de febrero de 1976 fueron atacados por militares al mando del mayor Grau. "Arrancó el tiroteo y el llanto de nuestras madres, el gemido de dolor de nuestros padres. Nuestra comunidad pasó así, en una noche, de vivir en el Edén a experimentar el infierno. Los hombres que no fueron muertos, fueron detenidos. La vida seguirá así. Estoy casado con cinco hijos. Ahora soy un perseguido político, desposeído total y encarcelado en 2006 en la Argentina."  




      Roque Rodríguez: casado, nueve hijos. Agricultor. Fundador del Movimiento Agrario Popular. Y del Frente Nacional por la Soberanía y la Vida, ante el avance de la agricultura empresarial, donde estaban en peligro el medio ambiente, las comunidades y el arraigo como herramienta de lucha y resistencia. En 2006 abandonó Paraguay por la persecución política. Desde el 2 de marzo del año pasado estuvo preso en Devoto y ahora en Marcos Paz.  




      Agustín Acosta González, de 34 años. Familia campesina de nueve hermanos. Integró el Movimiento Juvenil Franciscano. En 1992 llegó a un asentamiento campesino donde "fue una de las experiencias que más me conmovió, experimenté la impotencia ante tanta injusticia. Este hecho me dejó marcado porque ésta era la realidad paraguaya: niños desnudos sin nada que comer, sin vivienda, sin cama, sin camino, sólo selva y agua del lago artificial de la represa de Acaray".  




      Estas son las vidas de quienes los gobernantes del Paraguay piden su entrega y el juez argentino Ariel Lojo quiere entregar. Nos hacen acordar los episodios del tiempo de la Ley de Residencia, aquella aprobada por Roca, por la cual se expulsaron centenares de luchadores sociales por poseer "ideologías extrañas al ser nacional". Sus familias quedaron aquí, sin sustento. Una crueldad argentina. Este calvario de los seis luchadores guaraníes de la tierra tiene que llamarnos a la acción y al debate. Si los entregamos pasaremos a la historia como entregadores. El más vergonzoso papel que puede ejercer un ser humano.    





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      La crisis ecuatoriana 


      Raúl Zibechi  
      La Jornada
      La Fogata


      La destitución de 57 de los 100 legisladores por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Ecuador disparó una crisis apenas contenida desde que Rafael Correa asumió la presidencia, hace apenas dos meses, y decidió cumplir con su principal promesa electoral: convocar una Asamblea Constituyente. De esa forma el tribunal respondía a la destitución por el Congreso de su presidente, Jorge Acosta, por haber convocado a la ciudadanía a que se pronuncie si está de acuerdo con que se elija una Constituyente sin aval parlamentario. Este es, precisamente, el principal punto de fricción: si la Constituyente tendrá o no facultades superiores a las del parlamento, cuestión que se venía negociando sin que el gobierno y los diputados consiguieran ponerse de acuerdo. 
      En los hechos, la convocatoria de una Constituyente supone la posibilidad de desplazar la corrupta dirigencia política que maneja el país desde hace décadas. Todos sabían que en algún momento el enfrentamiento se volvería inevitable, ya que el presidente Correa no cuenta con diputados propios al no haber presentado listas parlamentarias. Esa fue, por cierto, una de las claves de su triunfo, ya que el Congreso -escaparate de los políticos profesionales- es rechazado por la inmensa mayoría de la población. Según encuestas, sólo 15 por ciento de los ecuatorianos apoyan la gestión del Congreso, al que culpan por la crisis institucional del país. 
      La reacción de los 57 destituidos es la que se esperaba: algunos forcejearon con la policía y unos 20 pudieron ingresar al recinto en el que se atrincheraron a la espera de una improbable resolución del Tribunal Constitucional que los reponga en sus cargos. Denuncian lo que consideran un "golpe de Estado", mientras el TSE los acusa de impedir la realización del acto electoral que ya estaba convocado. Tanto Correa como la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), el principal movimiento social ecuatoriano, están convocando a la población a movilizarse en apoyo de las elecciones para integrar la Asamblea Constituyente, que se celebrarán antes del 15 de mayo. 
      Sin embargo, la crisis ecuatoriana que estalla ahora se viene incubando desde hace décadas y se instaló en el país hace 11 años. En efecto, el último presidente que pudo terminar su mandato fue el conservador Sixto Durán Ballén en 1996. A partir de ahí, los cuatro presidentes que le siguieron debieron abandonar el cargo en medio de levantamientos y movilizaciones populares. Ese mismo año el Congreso destituyó al derechista Abdalá Bucaram por "incapacidad mental para gobernar", en medio de protestas generalizadas contra la escandalosa corrupción y los tarifazos decretados. Gobernó apenas seis meses y no se le dio la oportunidad de examen médico ni derecho a la defensa, lo que revela la crispación que vivía el país. 
      Su sucesor fue Jamil Mahuad, quien asumió en 1998 luego de un interinato del presidente del parlamento. Siguió adelante con los planes de ajuste de sus predecesores y los profundizó al decretar la dolarización de la economía y la desaparición de la moneda nacional, el sucre. Fue la señal para el más amplio levantamiento popular -encabezado por los indígenas-, que esta vez incluyó la instalación de parlamentos populares provinciales, regionales y también nacional, en lo que fue la experiencia más amplia de gestación de contrapoderes desde abajo. La caída de Mahuad, en enero de 2000, se produjo en medio de un levantamiento apoyado en el último momento por un grupo de militares que durante unas horas tomaron el parlamento y la Casa de Gobierno. El coronel Lucio Gutiérrez, que había apoyado a los rebeldes, fue el principal beneficiado y accedió al gobierno en 2002 con apoyo de la Conaie. Pero Gutiérrez, quien traicionó a sus aliados profundizando el paquete neoliberal, duró poco más de dos años y se vio forzado a renunciar el 20 de abril de 2005 luego de una semana de movilizaciones. 
      Parece evidente que el Consenso de Washington y los coletazos del Plan Colombia son las causas de la crisis política e institucional que atraviesa Ecuador desde hace más de una década. Y que no se va a resolver hasta que los responsables sean apartados del poder. Eso es, precisamente, lo que intenta el presidente Correa. Desplazar a la vieja partidocracia -como ha venido sucediendo en Venezuela y en Bolivia- no es tarea sencilla, por más que 80 por ciento de la población respalde la convocatoria de la Asamblea Constituyente. Porque buena parte de las instituciones son reacias a los cambios y quienes las integran cuentan siempre con recursos para burlar la voluntad popular y hasta las decisiones del Poder Ejecutivo. 
      En Ecuador de hoy parece imposible eludir la confrontación. Los grupos conservadores se apoyan en la oligarquía de la costa asentada en Guayaquil, que apoya al siempre derrotado magnate bananero Gustavo Noboa. Los partidarios de corregir el rumbo neoliberal pueden contar con los movimientos sociales y, sobre todo, con los movimientos indios, que parecen decididos a no dejar pasar la oportunidad de introducir cambios de largo aliento. Son ellos quienes desde 1990, cuando sobrevino el primer gran levantamiento indio ecuatoriano, vienen impidiendo la estabilización del modelo neoliberal mediante infinidad de movilizaciones que -literalmente- le han cambiado la cara al país. 
      A diferencia de lo que sucedió bajo el gobierno de Gutiérrez, ahora la Conaie no tiene responsabilidades gubernamentales. Eso puede respresentar una ventaja, ya que tendrá las manos libres para seguir haciendo lo que viene haciendo desde hace 10 años: moverse a lo largo y ancho del país, marcar la agenda política con sus demandas, bloquear decisiones antipopulares, destituir presidentes. La Conaie puede recuperar el papel de contrapoder que jugó en los 90. Luis Macas, su presidente, fue claro: "Vamos a gobernar desde la Constituyente. Vamos a barrer con el viejo Estado y acabar con los privilegios de un puñado de ricos"




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