SEGUNDO ENCUENTRO INDÍGENA PENINSULAR.
Candelaria, Campeche, México.
Agosto del 2006.
Compañeras y compañeros:
Agradecemos a la Coordinación Indígena Peninsular y al Congreso Nacional Indígena el que nos hayan dado un lugar en este encuentro.
También agradecemos a los compañeros y compañeras de Candelaria, Campeche, por ser la sede en donde se encuentran y caminan nuestras palabras y pensamientos.
Ésta es nuestra palabra como indígenas zapatistas que somos, no sólo saludando la raíz maya que nos une a los pueblos indios que dignifican los suelos y cielos en Quintana Roo, Yucatán y Campeche.
También con la gran raíz que nos hace uno con todos los indígenas de nuestro país.
Si antes en el Congreso Nacional Indígena habíamos encontrado a la dignidad indígena que con diferentes lenguas, culturas y modos, lucha por nuestros derechos, ahora en la Otra Campaña hemos encontrado a más pueblos indios y a otras compañeras y compañeros que son quienes son abajo y a la izquierda.
Nuestra causa como pueblos indios se mantiene viva y presente gracias, entre otras cosas, a los compañeros y compañeras del Congreso Nacional Indígena, especialmente los pueblos indios de la región Centro Pacífico.
Con ellos hemos entrado en este nuevo paso que busca construir una nueva forma de hacer política, anticapitalista y de izquierda, levantar un programa nacional de lucha y una nueva constitución, y que llamamos la Otra Campaña
En este movimiento estamos aprendiendo a decir compañera y compañero al obrero y la obrera, al campesino, al estudiante, al maestro, a la mujer adulta, joven y niña, al anciano, al niño, al empleado, al artista, al intelectual, al religioso comprometido, al diferente en su preferencia sexual, al joven, a muchas personas que son despojadas, explotadas, despreciadas y reprimidas por un sistema que ha hecho del dinero su ley y de la simulación su doctrina.
Diferentes como somos, hemos encontrado una igualdad al buscar y encontrar al responsable de nuestros dolores: el sistema capitalista.
Nuestras luchas particulares no se han perdido, han crecido no sólo porque unieron su coraje a otras, también porque establecieron quién es el enemigo y decidieron enfrentarlo.
Nuestra lucha por la libertad, la justicia y la democracia sabe ya que no son posibles en el sistema que se ha impuesto a sangre y fuego en nuestro país.
La libertad que les ha sido arrebatada a nuestras compañeras y compañeros presas y presos de Atenco, y a los cientos de presos y presas, desaparecidos y perseguidos políticos en nuestro país.
La justicia que se le niega al pueblo oaxaqueño que, en la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca, demanda la salida del mal gobernante Ulises Ruiz.
La democracia que se convirtió en fraude y burla descarada en las pasadas elecciones presidenciales, y que está a punto de convertirse en la tumba de la vía electoral.
Quienes estamos en la Otra Campaña buscamos construir otra libertad, otra justicia y otra democracia.
Sabemos que para eso debemos destruir el sistema capitalista y buscar, juntos, otro país.
En el trayecto, hemos de construir también nuestro espacio como diferentes, defendiendo nuestra identidad e historia.
Como pueblos indios que somos esta construcción no puede dejarse de lado o subordinarla.
Tiene su propio paso, su propia lógica, su propio destino.
Así lo hemos visto dentro de este gran movimiento, donde algunas personas siguen sin ver nuestra diferencia y la de otros y otras, y quieren imponer su visión y su decisión.
Así que, lejos de los medios de comunicación y de los asuntos importantes para allá arriba, dentro de la Otra Campaña seguimos avanzando como pueblos indios, nos reunimos, nos encontramos, hacemos nuestros acuerdos y vamos construyendo una identidad, la nuestra, dentro de la Otra Campaña y de nuestro país.
También, como zapatistas, seguimos abriendo el corazón y el oído para el pensamiento de quien con nosotros lucha.
Sin hacer bulla, nuestro oído recoge palabras de diferentes suelos y realidades, pero todas de abajo, de izquierda.
Con ese pensamiento compañero estamos preparando nuestros siguientes pasos.
Este encuentro de pueblos indios, ahora en las tierras mayas de la península, es parte de este proceso que caminamos.
Y aquí está nuestra palabra.
Mientras arriba el ruido y la prisa de los poderosos tratan de imponer otra vez a un mal gobernante, entronándolo con la mentira y el desprecio.
Mientras se dice y repite que sólo cuenta la mirada y la voz que hacia arriba apuntan.
Mientras se difunde entre corazones buenos y nobles que nada importa si no sigue al movimiento que a estar arriba aspira.
Mientras por todos lados se compra y consume la mentira que impide la mirada crítica y el análisis profundo.
Mientras se vuelve a olvidar el color que somos quienes somos el color de la tierra, incluso por aquellos que dicen buscar el bien de todos.
Mientras allá arriba se miran entre ellos y entre ellos nadie se escucha.
En estos tiempos de ruido y confusión, vuelve la palabra que somos a encontrarnos con los que son como nosotros.
Nosotras, nosotros, las zapatistas y los zapatistas del EZLN, sabemos junto con ustedes que el mañana se pare en la noche, en el silencio, en la sombra.
Sabemos que la gran sostenedora del mundo, la Ceiba, la madre, tiene sus raíces en lo de abajo, en lo profundo, en lo que no se ve; y que de ahí se levantan y sostienen el mundo y los cielos que se ven y admiran.
Y así es nuestro pensamiento.
El pensamiento que somos mucho tiempo pasa y camina en nuestro corazón, antes de hacerse palabra y camino que invita a un destino para los que abajo son con nosotros.
Y mucho desespera éste nuestro modo a quienes apura y mueve el ruido de arriba.
Si no caminamos a la velocidad y en la ruta de los que arriba son, dicen que no existimos, que caímos, que morimos, que ya no más, que nos equivocamos, que desaprovechamos, que perdimos.
Pero nosotros, nosotras, sabemos que siempre que hemos caminado al ritmo de arriba y hemos buscado un lugar para nuestra palabra entre quienes son el Poder o aspiran a él por el camino que el Poder establece, perdemos.
Sabemos ya que no es arriba, ni en el tiempo ni en el espacio, donde encontraremos lo que buscamos, necesitamos, merecemos.
Aprendimos. Sabemos ahora.
Es con quienes son como nosotros porque son diferentes.
Allá arriba nos ofrecen un camino lleno de luces, prestigio, fama, aplausos, saludos de quienes tienen como trabajo el pensamiento y la palabra.
Pero ese camino no va a dónde nosotros queremos ir.
Si lleva a otro lado, ¿por qué habríamos de sumar nuestro paso al de otros, por muchos que sean esos otros, en el camino que arriba trazan?
Aprendimos. Ahora sabemos.
El lugar en donde nuestro paso encontrará libertad, justicia y democracia, no existe.
Tenemos que crearlo.
Y tenemos que hacerlo con otros diferentes en su dolor y su historia, pero igualados por el que nos roba y oprime, el que nos desprecia y explota.
Y en ese lugar tiene que estar el color que somos de la tierra con su propio paso, con nuestro modo.
Compañeras y compañeros:
Aquí, en estas tierras mayas, recordamos a la Ceiba madre y la historia del pensamiento que en su cuerpo se abraza. Y la contamos con las palabras de quien fue jefe nuestro y que llevó en la sangre la dignidad de los indígenas mayas. Ésta es
La historia del Pensamiento.
Contaban los más antiguos de nuestros ancestros, los ancianos sabedores de nuestros pueblos, que los más grandes dioses, los que nacieron el mundo y lo echaron a andar para que luego fuéramos nosotros quienes lo camináramos, habían dejado todo sin terminar.
Y no lo hicieron así porque fueran holgazanes o porque se hubieran distraído en la bailadera.
Así era su plan de por sí, porque los mundos terminados y completos son los que de arriba imponen quienes hicieron dios al dinero y sacerdotisa a la estupidez humana que cada tanto, como ahora, con la mentira se hace gobierno.
Así que fueron muchas las cosas que quedaron pendientes en el mundo primero que hicieron los dioses más de antes, los que nacieron el camino