La Fogata
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NUESTROS SUEÑOS, NO CABEN EN SUS URNAS
En memoria de Raúl Sendic
(1989 - 28 de Abril - 2006)
Carlos Revello*
En estos días hace fecha de la muerte de Raúl Sendic. En vida fue el líder indiscutido -ante la militancia y las masas- del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros).
Pertenece Sendic a una generación politica de la izquierda latinoamericana que influídos por la revolución cubana, pretendieron desde la izquierda tradicional -de la que provenía- abrir nuevos caminos. Algunos de esos hombres desde sus realidades nacionales se conocieron y compartieron una voluntad común. Hoy, algunos novedosos, pretenden insínuar que todos aquellos hombres eran utópicos. Cambiar en América Latina -todas y cada una de nuestras patrias- la miseria de nuestros compatriotas, era un utopía!!!
En vida, -con aquellos precursores- sus contemporáneos fueron aún mas crueles. Sendic, en el Partido Socialista del cual provenía era "un trozco", ante ciertos miembros de Comités Centrales hoy olvidados, plagados de nombres de los cuales la historia ni recordará..
Era, Sendic, un hombre de origen rural. Pertenecía a una estirpe de paisanos que en Uruguay se remonta a nuestros primeros orígenes. El pastor aquerenciado al pago y a la tierra, siete oficios por naturaleza. Después, jóven aún, llegó a la Universidad y allí en relación con otros jóvenes llegó al ideal socialista. El socialismo se convirtió en la causa de su vida.Vivió con otros la reflexión de un mundo nuevo que materializaba al fin de la segunda guerra mundial, cuando las antiguas colonias hacían sus experiencias revolucionarias. China, Egipto, India fueron durante un tiempo el foco de sus reflexiones. No olvidó sin embargo a los criollos de sus pagos del interior. Leguizamón -un hombre que hoy pocos recuerdan- le enseñó los rudimentos de la organización de los asalariados de los arrozales. Después empezó su vida de organizador de sindicatos rurales. Intelectual por formación y por talento personal, despreció siempre el relumbrón de los círculos académicos. Particularmente las discusiones de café que no implican compromiso.
Cuando después del fracaso de la revolución boliviana, otra revolución, la cubana despuntó en el horizonte de América, Sendic -como muchos otros en todo el continente- supo distinguir en aquel movimiento rasgos peculiares de algo nuevo, auténtico.
Aquella revolución, dió nuevos impulsos a sus actividades prácticas de organizador rural. Un sector de ese asalariado golondrina que recorre el país de cosecha en cosecha, atrajo su atención. Dentro del mismo, un núcleo, los cañeros de Artigas fue el centro de sus actividades. Allí centró sus esfuerzos de organizador hasta crear la Union de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA).
Coexistían entonces en Uruguay, al lado de un proletariado industrial y urbano, alfabetizado y con experiencia organizativa que se remontaba a más de 100 años, los asalariados rurales. En el campo no existían para esos peones, jornaleros y zafrales las relaciones capitalistas de producción. No se había llegado a la economía monetaria. En los cañaverales se pagaban con bonos y con chapas a canjear después, para las necesidades diarias, en las tiendas de ramos generales de las empresas. El peón rural, el jornalero, era explotado como productor y esquilmado como consumidor. Para solidificar aún más, el lazo de la sumisión en los establecimientos los patrones recurrían a los capangas, asesinos a sueldo, encargados de eliminar -desde el comienzo- cualquier brote de organización de los explotados. El resto lo hacía la ignorancia, el analfabetismo, el clima general de chatura cultural, las enfermedades sin atención, los prejuicios largamente asentados en todo medio rural.
Marchó Sendic con sus cañeros, con su sindicato incipiente, en varias marchas pacíficas hacia la capital, hacia el Parlamento Nacional, en busca de una ley. Su programa inmediato entonces, era la expropiación de un latifundio improductivo: la firma Silva y Rosas. Y en esas marchas encontró siempre la violencia fascista de los patrones democráticos, de sus policías y la corrupción de los políticos, también, democráticos. Pero Sendic no sólo encontró la violencia -natural- de los enemigos de clase. Topó también con la incomprensión de una izquierda, dividida en discusiones sectarias, que entendía a contrapelo de la historia sindical del Uruguay real, que los sindicatos tienen que tener banderías políticas. Esa izquierda miraba con horror a los asalariados del campo, sus combativos métodos de lucha, que antes -el mismo proletariado industrial urbano- había tenido que atravesar.
No todo fueron, sin embargo, sinsabores y desengaños. Las marchas cañeras, su líder, -se marchaba -para rabia de muchos- "Por la Tierra y con Sendic"- concitaba también aliados y simpatizantes. Al lado de los cañeros -justo es recordarlo- estuvieron algunos sindicatos. Y hubo también militantes aislados de la izquierda y de los partidos tradicionales que supieron comprender la justeza de la causa. Que maduraron políticamente en aquellas luchas.
De aquella influencia internacional que sacudía América Latina toda y de las experiencias concretas de la lucha uruguaya, el proceso, a cierta altura parió una organización política. Uno de aquellos pioneros ha escrito luego de la liberación una historia. Digamos, para hablar con franqueza, que es una historia donde al historiador más de un capítulo y demasiados episodios se le quedaron en el tintero. Y los intentos de hacer la historia completa, después, en varios tomos, esa, ya adolece de falsificaciones de conveniencia que todos los militantes conocen.
Sendic fue, sin duda, el líder politico del MLN-Tupamaros. Lo fué sin quererlo, porque nunca tuvo pretensiones de ser timonel infalible, de esos que se celebraban en la izquierda tradicional. Desde el MLN-Tupamaros fue uno de los líderes de lo que hoy se denomina "nueva izquierda". Era una iquierda que abandona concientemente el objetivo de la lucha Parlamentaria, porque entendía que con el endurecimiento de la lucha de clases y la crisis económica, en Uruguay, la democracia liberal parlamentaria que había engendrado el batllismo entraba en su crisis definitiva.
Sendic rechazaba también, cierta adulteración stalinista de la teoría de la organización política. No creía en el partido guía, en lucha constante y despiadada con todos los otros partidos de obreros o asalariados. Comprendía que ese había sido un rasgo obligatorio en la Revolución Rusa, pero no necesariamente repetible. La izquierda, la tradicional y parte de la nueva, en sus enfermedades infantiles, no lo entendía así. Y hay -para los que lo nieguen- una copiosa y lamentable literatura al respecto.
En esa vertiente Sendic era un innovador. No hay de su pluma, escrito, ni un solo artículo teórico contra el reformismo. Pero no vayan a creer los reformistas -que ayer lo denigraron- que se salvan por esos silencios. Sendic, estaba en otra, estaba en hacer la historia y no tenía demasiado tiempo para disquicisiones teóricas futiles, artificales y rebuscadas.
Desde la dirección colectiva del MLN-Tupamaros lanzó la lucha armada en el Uruguay. La insólita experiencia de la guerrilla urbana. De la cual después se nutrieron tantos en otras partes. Y sin embargo, su experiencia de guerrilla urbana, no fue foquismo. En el foquismo estaban otros, los que lo crearon, lo difundieron y lo proclamaron a través de cierto intelectual francés. Los mismos que después censuraron al Che Guevara porque convenía a sus intereses del momento.
La experiencia revolucionaria del MLN-Tupamaros -la creación más brillante de la izquierda revolucionaria uruguaya- fue una experiencia de corta duración. La acción y la vicisitudes -el enemigo también pelea- no permitieron a aquella experiencia una maduración tradicional y clásica. Y sin embargo aquella experiencia que tuvo errores y limitaciones -que son las únicas que explican la derrota- está allí, marcando un camino para cualquiera que se plantee relanzar la lucha de los oprimidos en el Uruguay.
Sendic, en esa experiencia, tuvo el papel central de un precursor. Fue de los dirigentes que cayó con los que luchaban. Y con ellos padeció vejaciones y torturas. Siempre con dignidad. Con esa indurable firmeza y constancia que lo separa de otros dirigentes que después han pretendido ser sus continuadores y sus herederos. Algunos de ellos hoy día han desandado el camino. Han vuelto a la poltrona parlamentaria. A hacer lo mismo que antes criticaron...
Pero la figura de Raúl Sendic, no se agotó en la lucha, la persecución y las prisiones. Se agigantó aún más, después de la liberación. Entonces solo, planteó el frente más amplio, el programa que sus antiguos compañeros no se animaron a seguir en su momento, pero que después han retomado, como si no hubiera pasado nada. Los mismos que cegados por sus limitaciones y sus pasiones, por sus desencuentros y miopía le amargaron los últimos años tratándolo de "loco". Y enfermo ya, Raul Sendic dió, nuevamente, con hidalguía y coraje su última lucha. Revise -el que lo desee- sus últimos escritos. Son de una lucidez, de una inquietud, de un espíritu de búsqueda de caminos, impensable en una figura que algunos quisieron estereotipar en un guerrillero. Allí brilla el Sendic intelectual.
Despues murió. Solo, abandonado, en un hospital de Europa..
Se acostumbra -y es mala costumbre- cantar loas a los desaparecidos y engolar la voz. Con Sendic -el Bebe- más de uno se hace gárgaras en estos días. Fue antes que nada un luchador social. Inclinemos hoy día las banderas de lucha en homenaje a su figura, teniendo presente que solo en la lucha por una sociedad más justa sin explotados y sin explotadores está el verdadero homenaje. Después debemos volver a levantar las mismas banderas porque la lucha continúa. A Sendic seguramente le gustará el gesto y si viviera saludaría a las nuevas generaciones con su sonrisa humilde para decirles como el Próspero de Rodó, alzando el brazo y la copa "Por el que me venza, con honor, en vosotros".
*Esta nota la escribió el compañero Carlos Revelo en el año 2001
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La caja del buen sueño
Subcomandante Marcos
Ojarasca/La Jornada
La Fogata
Cuentan nuestros más antiguos que los primeros dioses, los que nacieron el mundo, lo habían hecho casi cabal. Con eso querían decir que lo hicieron casi parejo, no había quien estaba arriba y quien abajo, la tierra no tenía propiedad, no tenía quien la mandara, ni papel que la dividiera ni dinero que la corrompiera. Y cuentan nuestros más antiguos que esos dioses primeros hicieron también a los primeros hombres y mujeres, los hombres y mujeres del maíz, y que desde entonces el maíz fue sagrado para estos hombres y mujeres, los primeros que poblaron estas tierras.
Pero cuentan también que esos primeros dioses se cansaron, se hicieron a un lado y se descansaron porque habían trabajado mucho para hacer al mundo y para hacerlo cabal. Y llegaron otra vuelta otros dioses y otros y otros mientras el mundo seguía caminando como de por sí debe caminar, por abajo.
Y cuentan también que llegó un día en que unos de esos dioses, unos de los más primeros, entraron en gran alboroto y bulla porque algo habían encontrado y llamaron a reunión, a asamblea, a los hombres y mujeres de maíz. Ya que estaban reunidos les dijeron: "hay un problema, resulta que a los primeros dioses se les olvidó decirles que iba a llegar el engaño a poblar estas tierras". Empezaron a explicar estos dioses que iba a llegar un día el dinero y que con él, el poder iba a sembrar el engaño por toda la Tierra. "Ese día", dijeron esos dioses, "la noche se va a alargar por muchos años, por siglos. Cuando llegue el engaño del dinero a poblar la Tierra nada será lo que parece. Habrá engaño y parecerá que es verdad, habrá quien se diga originario de estas tierras y se venda al poderoso, habrá quien use nuestro canto, nuestra lengua, nuestro vestido, para simular que bajamos la cabeza delante del dinero. La noche será noche y el día también será noche, pero el engaño nos hará creer que ha cambiado. Y el engaño mayor que sembrará el poder del dinero será hacernos creer que siempre fue así y que nunca va a cambiar y en ese engaño vivirán mucho tiempo los hombres y mujeres de maíz, lo que nosotros llamamos los pueblos originarios de estas tierras, y así como el maíz en la sierra Huichola tiene muchos colores, también los pueblos y las pieles de las personas tendrán muchos colores, pero este engaño reinará sobre todos y todos pensarán que es verdad lo que es mentira. Durante mucho tiempo estará esto y grande será el dolor de nuestra gente y mucho llorarán nuestras mujeres, nuestros hombres, nuestros mayores y nuestros pequeños".
Quedaron todos callados los hombres y mujeres del maíz. Los dioses dijeron que nada podían hacer. Empezó una gran bulla en la asamblea de los hombres y mujeres de maíz. Que ahora qué iban a hacer, que cómo iban a saber cuándo iba a llegar el día en que el engaño iba a poblar la Tierra e iban a empezar el dolor y el sufrimiento para los hombres y mujeres de maíz. Los dioses dijeron que no sabían mero el día y no sabían tampoco cómo podían librarse de esa maldad que iba a llegar sobre la tierra, pero que algo podían hacer.
Hicieron un plan: "cuando llegue ese día del engaño y la noche sea larga y el día sea una mentira querrá decir que el día se ha cansado, que el sol ha quedado dormido y habrá que despertarlo. Para despertarlo se necesita el buen sueño, la buena memoria y el ánimo de lucha".
"Nosotros", dijeron los dioses, "lo que podemos hacer es ayudarles para que cuando llegue ese día sepan qué hacer". Y entonces, en la asamblea de esos hombres y mujeres de maíz, se sacó el acuerdo de qué iban a hacer los guardianes, los vigilantes para cuando esa noche llegara.
"El problema no es la noche", dijeron los dioses, "el problema es no dejarse engañar y no creer que es eterna, que nunca va a acabar. Para eso necesitan guardar el buen sueño donde el sol vuelve a nacer y donde vuelve a crecer el día pero ahora con verdad. Entonces, el mundo vuelve a ser parejo".
"¿Cómo vamos a hacer entonces?", dijeron los hombres y mujeres de maíz, y los dioses les respondieron, "elijamos entre ustedes a los más firmes, a los más valientes, a los más sabios, entonces a ellos les entregaremos el buen sueño del mañana cuando llegue esa noche". Inmediatamente los hombres que estaban en la asamblea dijeron "yo", "no, yo", y empezaron a pelear entre ellos a ver quién era el más valiente, el más firme y el más sabio.
Los dioses dejaron que se estuvieran peleando un tanto en la asamblea y por fin dijeron, "si nos dan oportunidad, podemos decirles quiénes son los más fuertes, los más valientes y los más sabios entre ustedes". Como no llegaban al acuerdo entre ellos dijeron, "está bien, que digan los dioses quiénes son".
Entonces los dioses eligieron a un anciano y una anciana y dijeron: "estos son los más fuertes, los más sabios y los más valientes de esta comunidad y les vamos a guardar el sueño en la piel para que llegado el día que haya que despertar los hombres y mujeres de maíz no olviden cómo debe ser el mundo cuando sea".
Se presentaron el anciano y la anciana frente a los dioses y trataron de meter el buen sueño en la morraleta y no cabía, lo trataron de meter en la bolsa del pantalón o en la camisola y tampoco cabía, lo trataron de cargar en las manos y no cabía y no sabían cómo hacer para guardar el buen sueño que iba a hacer que amaneciera de nuevo y entonces los dioses dijeron que es en la piel donde deben tenerlo, y dijeron: "a partir de ahora los ancianos y las ancianas llevarán la memoria del buen sueño para cuando amanezca". Y empezaron a ponerles en la piel, del rostro, de las manos y de todo el cuerpo ese buen sueño para que cupiera, y para que nadie supiera que ahí lo tenían aparecieron las arrugas en la gente mayor, que en realidad las arrugas que se tienen en la cara, en las manos y en el cuerpo guardan este buen sueño para recordarlo.
Cuando hicieron la cuenta dijeron que no bastaba, que era necesario también saber cuándo había que despertar. Los dioses ofrecieron entonces que alguien guardara el buen recuerdo y volvieron a pedir al más sabio, al más valiente y al más fuerte de la asamblea. Volvieron a pelear los hombres a ver quién era mejor, no llegaron a ningún acuerdo y le preguntaron a los dioses quién de ellos era el mejor, el más fuerte, el más valiente y el más sabio. Y los dioses eligieron a una mujer. "Ésta es la más valiente, la más fuerte y la más sabia de entre ustedes" y para que llegue el recuerdo del sueño que hay que despertar, lo pusieron en sus cabellos. Desde entonces, dicen los antiguos, las mujeres y los hombres de maíz reconocen en las mujeres indígenas a las más sabias en aquellas que trenzan su pelo. Es en la trenza donde se guarda este sueño por el que hay que despertar.
Cuando ya estaban por despedirse los primeros dioses que ya habían encargado en los ancianos y en las mujeres indígenas la caja donde se iban a guardar el buen sueño que iba a volver a nacer el nuevo mundo, les contaron la historia de cómo iba a ser, de cómo iba a llegar el poderoso, de qué color iba a ser su piel, lo que iba a hacer, cómo iba a sembrar el engaño, cómo muchos de nosotros, los indígenas, iban a venderse, cómo la mayoría se iba a mantener firme, cómo debía cuidarse la tierra porque en ella estaba el futuro y la vida de cada quien. Cómo iba a llegar el poderoso a ofrecer más engaños, cómo iba a llegar a decir que siempre habíamos estado así, cómo nos iba a vender y nosotros íbamos a comprar que nosotros como pueblos indios somos menos, menos sabios, menos fuertes, menos hábiles, menos personas, casi animales.
Dijeron que iba a llegar ese día y ese día llegó junto con los españoles cuando conquistaron estas tierras. Desde entonces, aunque hubo Independencia, aunque hubo Revolución, nosotros como pueblos seguimos siendo tratados con desprecio por nuestra lengua, por nuestro color, por nuestra estatura, por nuestra forma de ser. Y desde entonces algunos miembros de los pueblos indios se venden al de arriba y venden junto con ellos y con su alma nuestras danzas, nuestros colores, nuestras fiestas y nuestra lengua.
*****
En este tiempo que hemos caminado por los caminos de nuestra patria que es México y que hemos encontrado con pueblos indígenas, hemos tratado de decir y de escuchar esta historia de dolor. En todas partes hemos encontrado lo mismo, la misma indignación y la misma rabia porque nuestros derechos no son respetados, pero ahora hay algo nuevo. Ahora estamos enfrentando la destrucción de nuestras tierras, el despojo de lo que nos pertenece, de lo que nos dieron a guardar y a cuidar.
Dicen en las montañas de este país los hombres más viejos y las mujeres, que es necesario que la noche termine, que hay que destrenzar el pelo, que hay que hurgar en las arrugas y que hay que hablar ahora del buen sueño, que es necesario ya que acabe la noche del engaño que nos vendieron y que vuelva a amanecer y que el día esté cabal, despierto cuando le toca y dormido cuando le toca.
Dicen que si esto no ocurre la larga noche será definitiva y no habrá más tierra que poseer, tierra que cuidar ni tierra que querer. Dicen que si no despertamos de la pesadilla del engaño que nos vendieron, no habrá ya por qué luchar.
Cuento dicho al concluir un acto callejero de la Otra Campaña ante la Organización de Indígenas y Campesinos de Tuxpan, Jalisco, marzo de 2006
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Integración regional: punto de inflexión
El Mercosur está en crisis, la CAN amenaza fragmentarse, el ALBA aún no es una alternativa y la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) no levanta vuelo. El TLC entre Ecuador y Estados Unidos entró en un impasse luego del levantamiento indígena de marzo y el Gasoducto del Sur parece encaminarse hacia su concreción. Vivimos un momento de inflexión en la relación de fuerzas continental, pero no resultan claras las fuerzas motrices de una integración alternativa.
Raúl Zibechi
La Fogata
La derecha continental está de fiesta. Ante la grave situación que atraviesan las relaciones de Argentina y Brasil con sus socios Paraguay y Uruguay, un editorial de La Nación de Buenos Aires (27 de abril) se pregunta: "¿Se trata de la extinción lenta del Mercosur? Es, en todo caso, una imagen que se parece demasiado a la muerte?", concluye Joaquín Morales Solá.
En el arco opuesto del espectro político, el presidente venezolano Hugo Chávez se felicita por la crisis. "La CAN no está en crisis. Está muerta", dijo durante la reunión de presidentes de Sao Paulo. Chávez decidió que su país abandone la CAN porque considera incompatible la pertenencia a la alianza con la firma de TLCs con Estados Unidos, como lo hicieron Colombia y Perú. Añadió que el Mercosur camina hacia su extinción, y se mostró satisfecho por ambos tropiezos. En opinión de una parte considerable de la izquierda continental, entre los que se incluye el propio Chávez, la crisis de los acuerdos ya existentes como la CAN y el Mercosur es positiva ya que permitirá un rediseño más amplio y abarctivo de la integración regional. En su lugar, consideran que el Gasoducto del Sur (que unirá a Venezuela, Brasil y Argentina y luego a los demás países del subcontinente) será la "locomotora" de una integración regional que puede tener como punto de referencia la Alternativa Bolivariana (ALBA).
Crisis diferentes
Sin embargo, conviene matizar algunas cuestiones. La crisis de la CAN y la del Mercosur obedecen a razones muy diferentes. La primera es víctima de la tenaza estadounidense que consiguió someter a los gobiernos de Alvaro Uribe y Alejandro Toledo, y casi consigue hacerlo con el titubeante Alfredo Palacio, si no se hubiera interpuesto el vigoroso levantamiento indígena de marzo liderado por la Conaie. Venezuela tiene razón en apuntar que no es compatible la perteenncia a la CAN y la firma de TLCs con Estados Unidos. Evo Morales parece marchar en la misma dirección al reclamarle a Colombia y Perú la suspensión de los tratados. Para agregar confusión al cuadro, Bolivia, Venezuela y Cuba se aprestan a firmar el Tratado Comercial de los Pueblos (TCP) con arancel cero para los productos de sus países. Con ello se concreta un nuevo eje que gira en torno al dinamismo de Caracas y La Habana al que se suma ahora Bolivia.
La crisis del Mercosur, en cambio, es bastante más compleja. Por un lado aparecen las graves asimetrías entre los socios mayores (Brasil y Argentina) fruto de 20 años de neoliberalismo, que no podrán zurcirse en el corto plazo. A ellas se suman los problemas con los socios menores (Paraguay y Uruguay), que sienten que sus intereses son dejados de lado por los grandes países. Esta situación de creciente tensión llegó al climax con la minicumbre de Asunción, en la que los presidentes de Bolivia, Paraguay, Uruguay y Venzuela acordaron -la tercera semana de abril- la construcción de un gasoducto que no pasaría por Argentina ni Brasil. ¿Un delirio? Probablemente, pero un delirio que refleja el profundo malestar existente y el fondo de una crisis a la que no se le encuentra salida.
Lula, Kirchner y Chávez decidieron el 26 de abril darle un empujón al Gasoducto del Sur y, como forma de resolver los conflictos, invitarán a todos los países sudamericanos a integrarse al proyecto. El presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, en los mismos días realiza esfuerzos por firmar un TLC con Estados Unidos, mostrando su paulatino pero firme alejamiento del Mercosur pese a la sintonía política con los presidentes vecinos. La crisis con Argentina motivada por la instalación de dos grandes fábricas de celulosa en Uruguay -que profundizan el modelo neoliberal bajo un gobierno de izquierda- son apenas la gota que desborda el vaso, pero no son en absoluto la causa de fondo de la crisis de la alianza comercial.
¿Es posible la integración?
En las declaraciones efectuadas al finalizar la reunión de Sao Paulo con Kirchner y Lula, Chávez aseguró que el Gasoducto del Sur "debe ser la locomotora de una proceso nuevo de integración, cuyo objetivo sea derrotar la pobreza y la exclusión". El gasoducto unirá Puerto Ordaz en Venezuela con Buenos Aires, tendrá unos 10 mil kilóemtros de extensión, un costo que oscila entre 20 y 25 mil millones de dólares y se comenzará a construir entre 2007 y 2009 para estar finalizado una década después. El proyecto depierta críticas variadas, desde los que consideran que se trata de una inversión exagerada hasta quienes sostienen que el transporte de gas es más conveneinte hacerlo en barcos metaneros.
Lula intentó convencer a Chávez de no abandonar la CAN, pero fracasó. En este momento de inflexión en el que, ciertamente, la integración regional se encuentra en un cruce de caminos, la ruptura de los acuerdos ya existentes puede servirle en bandeja a Washington la posibilidad de continuar avanzando en su estrategia de acuerdos bilaterales de libre comercio. Más aún cuando las alternativas para una integración más abarcativa que la actual chocan con intereses nacionales diferentes y hasta opuestos. Brasil ha hecho su opción por la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), que cuenta con proyectos de envergadura y financiamiento abundante en base a la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA). Este proyecto es incompatible con el ALBA que defienden Venezuela y Cuba.
El gasoducto es, en efecto, una alternativa plausible pero de dudosa concreción. Se suele argumentar que el acero fue la locomotora de la integración europea, y que el gas bien podría jugar un papel similar en el caso sudamericano. Pero la concreción de la unidad europea fue un asunto de Estado para los principales países como Alemania y Francia, de modo que ese proyecto fue capaz de seguir adelante pese a la alternancia de gobiernos de diferentes colores políticos. Nadie puede hoy en América del Sur asegurar que el ALBA sobrevivirá a Chávez o la CSN a Lula, ni que el gasoducto -fuertemente cuestionado en Brasil- seguirá adelante pese a los eventuales cambios presidenciales que se registrarán en la próxima década.
No es lo mismo oponerse al ALCA o a los TLC que establecer bases duraderas para una integración regional diferente a la que propugnan los mercados globales o las elites de la región. Más allá de las declaraciones y los discursos, no está claro aún de qué tipo de integración hablamos. Una buena forma de avanzar sería poner sobre la mesa las asimetrías y los problemas que enfrenta cada país, para buscar a partir de ellos formas de compatibilizar realidades que el dominio imperial ha tornado incompatibles y hasta antagónicas. La descolonización, que de eso se trata, es más un largo camino plagado de conflictos para ir más allá de las miserias cotidianas que heredamos, que un recorrido triunfal con las banderas desplegadas al viento.
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La comunidad boliviana y la falsa seguridad alimentaría
Adolfo Boy
GRR Grupo de Reflexión Rural
La Fogata
A propósito del nuevo Cromañón del barrio de flores: la comunidad boliviana y nuestra falsa seguridad alimentaría
La comunidad boliviana en la Argentina y la sobreexplotación de que resulta víctima, es funcional a esta Argentina urbana que pretende olvidarse de la tierra y vivir de espaldas a su propio territorio. Mucho antes de los talleres de confección, que debido a la muerte de una familia conmueve ahora a la opinión pública, el aporte de la comunidad boliviana a la producción "barata" nacional, se manifestó masivamente en la producción hortícola.
Los cinturones verdes de Buenos Aires y de La Plata, las producciones de los valles de los ríos Negro y Colorado, los invernáculos de Corrientes y otras economías regionales, desde hace al menos 15 años descansan sobre las espaldas de los operarios bolivianos. Estos inmigrantes han sido sometidos en buena medida a regímenes de trabajo que perfectamente podría ser calificado de trabajo esclavo tanto como los que sufren los obreros textiles del bajo Flores que ahora concentran la atención del gran público. La figura de la mediería es un "eufemismo" que se utiliza para explicar innumerables "arreglos" entre quien es el dueño de la tierra y quienes aportan toda la mano de obra para los cultivos.
Los cultivos hortícolas requieren mucha mano de obra en todo el ciclo productivo y se suceden durante todo el año, en muchos casos superponiéndose los unos con los otros. Familias enteras de inmigrantes bolivianos se instalan en los mismos campos de producción, utilizando las más variadas formas de vivienda precaria, su alimentación es extremadamente sobria y su dedicación al trabajo proverbial. Los contratos, no escritos, contemplan usualmente que el dueño de la tierra aporte los insumos y se encargue de la venta de lo producido, recibiendo "el mediero" no la mitad como la denominación parecería indicarlo, sino un porcentaje "antojadizo" que resulta del descuento de gastos del mes en comida, de los insumos, del trasporte y las comisiones de la comercialización.
La mano de obra que aporta la comunidad boliviana no está "blanqueada", ya que en los arreglos de palabra y en el mejor de los casos, es el jefe de familia quien es considerado como operario, no así su familia y/o parientes que conviven en el campo y aportan también al trabajo común. Si bien estas formas contractuales (no escritas) siguen existiendo, la laboriosidad de la comunidad boliviana les ha permitido en muchos casos a pesar de todo, poder comprar tierras, trabajarlas y comercializar ellos mismos la producción. En este sentido es bien conocida, pero deliberadamente ignorada la existencia de "galpones" o mercados no autorizados (clandestinos) que a la vez son lugares de abastecimiento de las verdulerías de barrio. Estas verdulerías que aparecen y desaparecen de la noche a la mañana, cuando un garaje se abre imprevistamente y aparecen cajones con hortalizas como única "góndola" de exhibición, esta mercadería no tiene boleta alguna y el verdulero no entrega tampoco ticket o factura, y ante la primer inspección municipal y/o de AFIP, la verdulería desaparece.
Es común en zonas de la Capital y del Gran Buenos Aires la venta a domicilio de productores directos que con vehículo propio, en muchos casos sumamente precarios, recorren los barrios, abasteciendo a los vecinos.
El Mercado Central, cuya instalación se dijo alguna vez, eliminaría todos los mercados distribuidos en el Gran Buenos Aires (23 en 1984), no solo no los reemplazó sino que en la actualidad se le han agregado a ellos, los mercados clandestinos o galpones. Se calcula que el Mercado Central solo comercializa el 15% de las hortalizas que se consumen en la concentración urbana más grande de la Argentina.
De hecho la producción hortícola está en gran medida en manos de la comunidad boliviana, y se realiza por canales de producción y comercialización absolutamente "alternativos" por no decir de economía en negro.
Pero esta realidad es la que posibilita tener en las verdulerías de barrio hortalizas baratas, en muchos casos más económicas que en los supermercados, aunque carezcan muchas veces de la calidad y de la frescura de las ofrecidas en las góndolas.
Si esta realidad se tratara de abordar desde el Estado con una perspectiva meramente fiscalizadora y de la regularización del empleo (aportes y obra social), así como del blanqueo de la comercialización, habrá que considerar el inmediato desabastecimiento de las ciudades y el posterior encarecimiento de las mercaderías. Es decir que la Seguridad alimentaria de los argentinos se encuentra hoy en gran medida garantizada por circuitos de producción y comercialización clandestina, a la vez que por la sobreexplotación de la comunidad boliviana. Esta realidad tiene mucho en común con lo que se está evidenciando en Francia y en EEUU, donde con las diferencias del caso, son los inmigrantes quienes realizan los trabajos más pesados y peor pagos, que los nativos ya no están dispuestos a realizar.
La comunidad boliviana acepta vivir en el campo en las condiciones de sobriedad que le permiten enviar remesas de dinero a su propio país e incluso adquirir tierras que fueran desechada por nuestros connacionales. Su aporte a la Sociedad y la economía nacional es tan importante como invalorado, de allí que nosotros consideremos que la situación de la comunidad, debería ser considerada no sólo desde una perspectiva de reconocimiento a su laboriosidad y sobriedad de vida, sin también como un ejemplo para quienes abandonan la tierra.
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Proceso político en Euskal Herria
Askatasuna denuncia la tortura y resalta que el proceso exige condiciones democráticas
Gara
La Fogata
Askatasuna considera que, pese a existir condiciones políticas en Euskal Herria «para poner en marcha, entre todos, un nuevo marco, no vemos que en este momento haya mínimas condiciones democráticas». El organismo antirrepresivo plantea «unos mínimos a poner en marcha de manera inmediata para acabar con hechos como la tortura, la persecución política y las leyes de excepción», en el camino hacia «la construcción real de un marco de libertades que acabe con la actual situación antidemocrática». Lo explicó en una comparecencia con torturados y allegados de Ibon Meñika.
Julen Larrinaga hizo el martes en Bilbao, en nombre de Askatasuna, un llamamiento «a la construcción real de un marco de libertades que acabe con la actual situación antidemocrática. Creemos que éste es un pilar fundamental del proceso y no basta con que se den las condiciones políticas». Sus afirmaciones llegaban tras la denuncia de torturas realizada por Ibon Meñika tras su detención por la Guardia Civil.
«Sabemos que eso no se va a realizar de un día para otro, pero sí marcamos unos mínimos a poner en marcha de manera inmediata: acabar con hechos como la tortura, las detenciones y la persecución política, acabar con las leyes de excepción más duras vigentes y respetar derechos básicos», detalló.
Acompañado de representantes de Torturaren Aurkako Taldea (TAT), Gurasoak y un grupo de ciudadanos vascos que han denunciado torturas a manos de distintos cuerpos policiales, Larrinaga afirmó que, desde el punto de vista de Askatasuna, «sí existen condiciones políticas en Euskal Herria para poner en marcha, entre todos, un nuevo marco».
«La mayoría política, social y sindical estamos de acuerdo pero, desde nuestro punto de vista, no es suficiente sólo con que haya condiciones políticas, también tiene que haber condiciones democráticas, indispensables para ese marco en el que, realmente, la libertad y la paz sean elementos de futuro».
En este contexto fue tajante al manifestar que no se observa «que en este momento haya esas mínimas condiciones democráticas. No aparecen por ningún sitio, porque de nuevo estamos ante denuncias de torturas, detenciones con claro impulso político, estrategia de ilegalización o un juicio en marcha como el 18/98. Estamos ante hechos represivos y ante negaciones de derechos y, si no hay condiciones democráticas, si no hay unos mínimos democráticos en marcha, es imposible afrontar ningún tipo de proceso».
El organismo antirrepresivo preguntó directamente a PNV y PSOE «para qué un proceso si su sustento, si su base, no recoge las condiciones de un marco de libertades».
«Un estado policial»
En su análisis, Julen Larrinaga constató que «la utilización de la vía represiva en Euskal Herria durante los últimos 25 años ha convertido el Estado de Derecho en un Estado policial. Los datos represivos están a la vista y se ha dado una estrategia de ir retorciendo las leyes hasta conformar un marco especial judicial, sólo con miras a Euskal Herria. Tenemos el mayor ratio de ocupación policial de Europa y miles de denuncias judiciales de torturas en 25 años», recalcó.
Para Askatasuna, «torturar a a un detenido para condicionar una declaración policial es estado policial; las investigaciones las impulsa la Policía, los datos los da la Policía, y los jueces instructores se limitan a firmar en una situación de incomunicación o a firmar, en un juicio, una condena».
Valora Askatasuna que «hay que acabar con esa situación, si realmente queremos poner en marcha un nuevo proceso», y sostiene que «en ese camino, la movilización popular será y es imprescindible».
A preguntas de los periodistas, sobre si este punto de vista tiene también en cuenta la necesidad de que no se produzcan hechos como los de Barañain y Getxo, la respuesta de Askatasuna fue afirmativa. «Si hablamos de la consecución de un marco democrático, está claro que debe desaparecer todo acto violento. Sabemos que eso no va a ser de la noche a la mañana, pero debe tener unos pilares y la violencia estructural, la práctica represiva de los estados, debe desaparecer; de lo contrario, no será posible».
Instan a DDHH del Parlamento de Gasteiz a que escuche el relato de Meñika
Aiert Larrarte, en nombre de TAT, denunció que «Ibon Meñika ha sido torturado» y ha recibido «amenazas, golpes y presiones para inculparse a sí mismo y para inculpar a otras personas».
Ante esta situación, consideró que Iñigo Urkullu, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Gasteiz, tiene «una oportunidad de dar pasos significativos contra la tortura y para ver si esa comisión verdaderamente puede hacer algo contra la tortura. Vamos a pedir que se le oíga a Ibon Meñika y que se cree una comisión de seguimiento de la denuncia que se va a interponer».
Larrarte subrayó que los métodos que utiliza la Guardia Civil «han dado sus frutos. Hay otra persona detenida ahora mismo e incomunicada, se llama Sandra, es de Bilbao, su familia no sabe dónde se encuentra, no sabemos por qué le han detenido, ni cuál es la acusación en su contra, y mostramos preocupación por el trato que estará sufriendo, ya que, seguramente, la misma brigada que ha torturado a Ibon Meñika es la que está custodiando a esta detenida».
Por ello, realizó un llamamiento al Gobierno español, que «siempre se muestra ante ámbitos internacionales como el campeón de los derechos humanos y tiene firmados multitud de convenios y protocolos», para que ponga en marcha «el protocolo facultativo contra la tortura de la ONU que ha firmado».
Recordó que esta normativa ofrece «la oportunidad de visitar a Ibon Meñika y escuchar de su propia voz lo que ha sufrido, o de entrar en los sotanos de la Guardia Civil para ver lo que están haciendo ahora mismo con Sandra».
En cuanto al cambio de ministro de Interior español, reseñó «que ya tiene el primer torturado a la espalda. Pero cualquiera que sea el ministro de Interior, con estas leyes de incomunicación, con esta Audiencia Nacional y las policías que operan actualmente en Euskal Herria, la tortura se va a seguir perpetuando».
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Genocidio armenio: la tragedia y la farsa
Atilio A. Boron
Página 12
La Fogata
El Siglo del Horror, el veinte, con sus bombas atómicas, el napalm, los bombardeos masivos y sus daños colaterales, es también y antes que nada el siglo del genocidio. El primero fue perpetrado por el Imperio Otomano en contra de los armenios: un plan sistemático de terrorismo de Estado elaborado y ejecutado para exterminar a una minoría. O, como diríamos hoy, para efectuar una "limpieza étnica". Si bien las estimaciones varían se calcula que entre el 24 de abril de 1915, fecha en que unos 800 intelectuales y artistas armenios fueron pasados por las armas, y 1923, fueron ultimados cerca de un millón y medio de hombres, mujeres y niños. Hubo antes un ensayo, en Adaná, en 1909, cuando treinta mil armenios fueron aniquilados impunemente. La indiferencia universal convenció a los fanáticos que sus planes no tropezarían con obstáculo alguno y, en 1915, estallada la Primera Guerra Mundial, lo pusieron en marcha. Como el Imperio Otomano se alió a Alemania y Austria, la derrota de éstas precipitó su catastrófico derrumbe, abriendo las puertas a la república. Pero sería la consolidación de la Revolución Rusa lo que pondría fin al martirio de los armenios.
Este primer genocidio no alcanzó a conmover la conciencia de los líderes del "mundo libre". Sólo después del Holocausto de los judíos la figura del genocidio quedaría incorporada al Derecho Penal Internacional, en 1948. Sin embargo, el armenio no goza de buena prensa y sigue soterrado bajo una espesa conspiración de silencio. La República de Turquía, como estado sucesor del Imperio Otomano, ha hecho del "negacionismo" su divisa: el genocidio no existió. Armenia era la "quinta columna" de los rusos y los enfrentamientos bélicos, los desplazamientos y los infortunios propios de la guerra fueron los que produjeron las bajas. Si el genocidio fue una tragedia, el "negacionismo" es una farsa y una infamia casi tan dolorosa como las masacres que intenta encubrir.
La abierta complicidad del imperialismo explica el éxito de esta tentativa. Aliada estratégica de Estados Unidos y miembro de la OTAN, Turquía ocupa un lugar principalísimo en el dispositivo militar norteamericano. Desde su territorio se vigila eficazmente a Rusia, como antes a la URSS; se monitorea el Mediterráneo oriental y se controlan los altamente volátiles enclaves petroleros del Medio Oriente. Junto a Israel y Pakistán, Turquía es uno de los gendarmes privilegiados de Washington y la "ayuda militar" que le proporciona sólo es superada por la que se destina a Israel y Egipto. Según la Casa Blanca el régimen de Ankara es "un aliado fundamental en la guerra global contra el terrorismo, la reconstrucción de Irak y Afganistán, y el establecimiento de una democracia pro-Occidental en la región". El Informe del 2005 sobre Derechos Humanos del Departamento de Estado exalta las "elecciones libres y la democracia multipartidaria turca", pero debe reconocer que "pese a los progresos persisten todavía serios problemas en materia de derechos humanos: restricciones políticas; asesinatos ilegales (sic); torturas; detenciones arbitrarias; impunidad y corrupción; severas restricciones a la libertad de prensa, palabra reunión y asociación; violencia contra las mujeres y tráfico de personas". ¡Menos mal que hubo progresos en estas materias! Claro que tratándose de un aliado incondicional estas cuestiones no son importantes. En marzo de este año John Evans, a la sazón embajador estadounidense en Armenia, fue emplazado por la vitriólica señorita Condoleezza Rice a rectificar sus imprudentes declaraciones formuladas en la Universidad de California/Berkeley reconociendo que las matanzas de 1915 se encuadraban en la definición de genocidio de las Naciones Unidas. Evans violó un tabú y su franqueza le salió cara. Días después fue removido de su cargo, y con modales no precisamente diplomáticos.
El "negacionismo" turco no sólo encuentra un sólido apoyo en Estados Unidos. Cuando en el 2001 el Parlamento francés reconoció la existencia del genocidio el gobierno de Chirac se apresuró a "cajonear" lo resuelto por la Asamblea y a dejar sin efecto sus consecuencias. El reconocimiento del genocidio armenio es una penosa asignatura pendiente que requiere de urgente reparación. Los infatigables reclamos de la comunidad armenia a nivel internacional han impedido que el tema cayese completamente en el olvido. El tan anhelado ingreso de Turquía a la Unión Europea es una ocasión inmejorable para exigir el abandono de la política "negacionista" especialmente cuando se comprueba que la perversa afición de los círculos gobernantes de Ankara por la "limpieza étnica" persiste hasta nuestros días. Sólo que las víctimas ahora son los kurdos: 3 mil aldeas fueron arrasadas en los ochenta y los noventa del siglo pasado, y dos millones de kurdos fueron desplazados de sus lugares de residencia, prohibiéndoseles hablar en su lengua, poner nombres kurdos a sus criaturas y vestirse con los colores que los distinguen. El genocidio kurdo, también practicado por Saddam Hussein con la anuencia de Washington, continúa con la complicidad y el beneplácito de los celosos custodios de la democracia y los derechos humanos a ambos lados del Atlántico norte: los Bush, Blair, Berlusconi, Aznar y otros de sus ralea, que hicieron de la duplicidad y la hipocresía su razón de estado, condonando masacres y asesinatos a mansalva en la medida en que favorecieran sus intereses. Reconforta saber que la lucha de la diáspora armenia no ha sido en vano, y que más pronto que tarde la verdad y la justicia habrán de prevalecer. Hay gente valerosa en Turquía que se ha fijado las mismas metas. La novelista Elif Shafak es una de las tantas que luchan contra las mentiras oficiales. "Si hubiéramos sido capaces de reconocer las atrocidades cometidas contra los armenios -declaró hace poco- habría sido mucho más difícil para el gobierno turco cometer nuevas atrocidades contra los kurdos." Dada la explosiva situación imperante en la región convendría tomar nota de su observación, y recordar que los genocidios del pasado siglo fueron posibles gracias a la complicidad del imperialismo y sus aliados.
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