Autor: Profesor J Data: A: lista por una ronda de pensamiento autonomo entre sujetos de los movimientos argentinos Assumpte: [Pensamientoautonomo] Chile: Increible represión contra los menores de edad
Chile: Increible represión contra los menores de edad
El régimen solicita bajar edad penal a 12 años. Después tendrá que hacerlo
hasta los 10 años y luego a los 8. Los médicos tendrán que cuidarse de los
recién nacidos en los partos.
La actual composición orgánica del capital, en que el capital variable se
reduce a una mínima expresión y el capital constante aumenta
sorprendentemente, la precariedad del trabajo se profundiza, la exclusión y
marginación de la mano de obra se agudiza a niveles impresionantes, la
maquinización, robotización y cibernética en los procesos productivos,
administrativos, transportes y comunicaciones avanza arrolladoramente, todo
ello ha desembocado en una fuerte crisis existencial del rol masculino en la
sociedad de personas separadas y en competencia. El papel del macho es ser
proveedor del hogar, llegar con el dinero para que la mujer compre
alimentos, cuide los hijos, lave la ropa, pague las deudas y mantenga la
casa en condiciones para que el señor llegue a descansar en el hogar dulce
hogar. El matrimonio, el amor, la familia, etc. son pretextos para tener una
mujer a quien no haya que andar rogando que facilite el acceso, que esté a
disposición para cuando el bestia tenga deseos de aparearse.
Pero ante las dificultades de contar hoy día con un empleo más o menos
fijo, existe una circulación y rotación constante de la mano de obra de
puesto en puesto, segun la conveniencia de los patrones y la fuerza de
trabajo debe contentarse con migajas, so pena de volver a la calle donde
cientos de miles esperan en rugiente y violenta multitud para ocupar ese
lugar recibiendo cuatro centavos. El regreso a casa sin nada en las manos es
motivo de fuertes tensiones, gritos, acusaciones mutuas y alusiones a la
madre de cada uno.
El macho, frustrado, pues no se realiza el destino para lo cual lo han
moldeado culturalmente, ni el dinero ni la mujer, tiene que vivir de la
demagogia y la mentira, dándose aires en la reunión con los amigos, la
mayoría en el bar bajo efectos del alcohol o en la esquina en medio de la
droga, ya que la competencia entre unos y otros impide sincerarse y
compartir la situación. Otra vez a casa y nuevas escenas, llegándose con
facilidad a los golpes, descargando contra los niños que crecen en medio de
la violencia institucional de esa institución de género, hogareña, religiosa
y pretendidamente afectiva, esa prisión que deben soportar los menores hasta
que revientan.
Cada vez más disminuye efectivamente la edad para la participación en
actividades contestatarias y autónomas con los amigos del barrio o de la
escuela, para fumar o ponerse a prueba con la marihuana, el vino, el ron o
la cerveza, para vestirse de Pokemon o ponerse estrellas en los ojos, para
tocarse el cuerpo con amigos y amigas, en fin, para violar todas las reglas
posibles hasta tomar un arma de fuego o cortante y repetir las imágenes y
comportamientos de la educación real que reciben de esta sociedad. O sea
aprenden lo peor, porque sus modelos ejemplares viven en lo peor. Escapan
para repetir, ya que no tienen referentes de vida compartida. En las
escuelas aumenta el llamado bulling, o sea el abuso y violencia contra el
más desguarnecido, que deberá aprender también a empuñar dicha violencia.
Las escuelas se llenan de sicólogos y las calles de policias, mientras los
chicos hacen bandas como carabineros que asaltan y roban cajeros
automáticos. Ejercicio de poder y fuerza contra unos y otros.
Los chicos ya no aguantan más, por eso no es extraño ver adolescentes y
niños encapuchados en las manifestaciones estudiantiles y ocupaciones de
colegios, buscando cambiar alguna cosa.
Ayer domingo, las noticias informan de dos niñas que mataron adultos, una
al “jefe del hogar” que golpeaba constantemente a su hermano y la otra al
abuelo que andaba por las mismas. Muertos, así quedaron, el que siembra
vientos cosecha tempestades. Las niñas fueron detenidas por la policía y los
fiscales anuncian proceso judicial y sanciones, tal vez sean violadas en la
prisión o torturadas por sus captores.
La solución: disminuir la edad penal, llegando ahora a los 12 años. Los
niños no pueden participar en las reuniones de las juntas de vecinos porque
no tienen discernimiento, pero pueden ser imputados y culpados de asesinato
por la acción de autodefensa de sus vidas y de sus pares contra la violencia
de las jerarquías superiores. Ellos no pueden votar para las elecciones
oficiales, también porque no tienen discernimiento para distinguir el bien
del mal, lo bueno de lo malo, una propuesta de la otra, como se afirma,
aumentando así su aislamiento y condición de esclavos sociales. Para
meterlos presos y acusarlos de asesinato, ahí si que las tienen todas.
Mal estamos.
Ya es urgente instalar modificaciones mínimas del entorno y del mundo
inmediato de esos pequeñuelos, ya que hasta ahora las medidas y reglas
institucionales sólo empeoran y agudizan la situación, reproduciéndose el
comportamiento autoritario y violento de las instituciones y los adultos.
Tanto que se habla de que otro mundo es posible, pero ya estamos cansados
del cielo de los cristianos, que se ofrece para un futuro probable mientras
hay que asumir la condición de Job, es decir, aguantar todo lo que venga,
total ... hay premio después. Es hora de que los jóvenes y adultos del
barrio se junten entre ellos y comiencen a compartir asuntos cotidianos y
sencillos de la vida, como comprar juntos, cocinar juntos, almorzar juntos,
cuidar una huerta, realizar un emprendimiento productivo y generar una forma
de vida que permita el autosostenimiento de las familias, la cooperación y
el apoyo mutuo, la reciprocidad como forma de relacionamiento.
Hay que buscar soluciones desde uno mismo, en habla directa con uno o dos
vecinos de los más próximos, para luego ir ampliando poco a poco sin
discursos ni demagogias, sino con una práctica del Buen Vivir. El aumento de
la dotación policial y de la represión en los barrios no son ninguna
solución, sino que es solamente un ataque a los efectos, a los resultados de
causas más profundas, por lo que se mantiene la situación si no se atacan de
raiz los verdaderos motivos de esa especie de guerra sin cuartel de unos
contra los otros. Hay que quebrar el individualismo del encierro en las
casas saliendo al encuentro de los otros. Eso no lo harán las instituciones
ni los gobiernos, sino que es tarea de cada uno con su vecino más próximo.
Sin ello dentro de poco veremos a los barrios de las ciudades igual que una
familia destruida en medio de la crisis y la violencia: unos matándose a los
otros, lo que ya está ocurriendo y seguirá aumentando, dándole gas y
argumentos a la represión y a los medios para sostener y justificar el cerco
policial represivo para acabar con la delincuencia, cuando los verdaderos
delincuentes son los empresarios y los políticos enquistados en las
estructuras de poder.