Re: [Pensamientoautonomo] Reunión en la costanera de Campana

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Autor: Profesor J
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A: pensamientoautonomo
Assumpte: Re: [Pensamientoautonomo] Reunión en la costanera de Campana
Balance del año 2007 y perspectivas para el 2008



Jaime Yovanovic, Profesor J





Este año recién pasado ha sido de estabilización del capitalismo
globalizado, el imperio del capital, y de aumento de la insatisfacción
popular, lo que ha significado más una escuela de aprendizaje del sistema
para responder a las protestas y cohesionar a la población en torno a los
estados e instituciones, que de propuestas y logros populares de avance
estratégico hacia la autonomía, la autogestión y el cambio social.



En Europa se aprecia un notable auge de la identidad, organización y
legitimación de las nacionalidades, que ponen en jaque a los estados, sin
embargo algunas de esas dinámicas resultan en nuevas formas de gobiernos que
no parecen amenazar desde abajo la continuidad capitalista, como en Irlanda
y Kosovo, no así en Euskal Herria, Catalunya, Flandes, Bretaña, Escocia y
otros donde sigue creciendo el sentimiento nacional contradictorio al estado
centralizado. Tal vez uno de los elementos más notables sean las luchas de
los metalúrgicos alemanes, sabiamente integrada por las instituciones, y las
extraordinarias batallas de jóvenes e inmigrantes en la periferia de París.



En Estados Unidos, después de las movilizaciones de los trabajadores del
metro de Nueva York y de los inmigrantes, nada parece denotar un crecimiento
de la capacidad de los de abajo para determinar sus destinos. La mayoría de
los analistas se concentran en la batalla propagandística entre Republicanos
y Demócratas, lo que, como es sabido, no produce modificaciones de ningún
tipo.



En África las regiones más conflictivas, como Zimbabwe, cuerno africano y
Magreb, fuera de algunas batallas entre diferentes corrientes, no presentan
modificación de la tendencia general a la estabilización. Mucha inquietud se
aprecia en Kenya y Chad, pero hasta ahora se trata de lucha de fracciones
que disputan el poder de oprimir a los demás.

En Asia las tensiones se concentran en la lucha del pueblo árabe y en la
notable movilización de la ex Birmania, que sólo ha terminado en ajustes
temporales, al tanto que la situación de Nepal se mantiene en un tira y
afloja entre monárquicos y comunistas haciéndose sumamente difícil asegurar
los acuerdos mínimos alcanzados con diferentes escaramuzas. China afirma
fuertemente el modelo capitalista diseñado astutamente por los modernos
mandarines.



Nuestro continente continúa siendo el territorio de la esperanza, aunque la
atención mundial sigue siendo dirigida hacia las superestructuras por una
parte y a las acciones o declaraciones zapatistas por la otra, lo que
tenderá a modificarse por las derrotas sufridas por los gobiernos Chávez y
Morales, ambos acosados por la derecha y la izquierda, debido en gran parte
al burocratismo y centralidad con que han encarado sus gobiernos, sin
permitir la expresión popular, lo que ha sido inteligentemente aprovechado
por las derechas para ganar simpatía y prestigio con sus programas
"democráticos" y críticos del autoritarismo, sin embargo crece en Venezuela
la conciencia de la autoorganización independiente y autónoma en el plano
social para asegurar avances esta vez en los territorios y localidades por
abajo. En Bolivia las batallas territoriales han sido sabiamente acogidas
por la oligarquía cruceña aprovechando que Morales descuidó apoyarse en las
organizaciones de base para optar por el camino de emitir centralizadamente
las decisiones desde el aparato estatal y partidario, actitud suya que ha
entrado en contradicción con las experiencias desde abajo que venían
haciendo las comunidades originarias, campesinas y urbanas, cuya diferencia
con la oligarquía pasa por el hecho de que esta última se apoya en el
control de instituciones regionales. El MAS habría podido ganar muchos otros
municipios si hubiese aplicado el principio del mandar obedeciendo, pero sus
prácticas burocráticas de descalificación de los representantes sociales
para preferir a los miembros de la máquina partidaria le fueron haciendo
perder terreno en regiones claves. Las capas medias, que apoyaron a Morales
desde el inicio, hoy día se distancian aceleradamente. Tal vez haya que
encajarles el partido único para que se subordinen, pero bueno, el tema ése
aún no aparece muy del gusto de la sociedad venezolana tampoco.



El gobierno Lula cada vez más se anuncia al mundo como el salvador del
capitalismo brasileño y regional permitiendo que el viejo proceso de
industrialización siguiera orientándose hacia la construcción de una
burguesía exportadora que traiga dólares que son asociados localmente al
capital financiero internacional que se pasea como Pedro por su casa, siendo
la burguesía agraria la que ha obtenido mayores beneficios paralizándose
completamente la reforma agraria y frenándose la lucha de los sin tierra
cuyos dirigentes se subordinaron al proyecto capitalista del PT. No es
casual que la empresa internacional Monsanto sea uno de los núcleos duros de
la expansión de la burguesía en el campo, así como no es casual que la
empresa estatal brasileña del petróleo se asociara a la empresa similar
venezolana para instalar en los territorios controlados por el estado
brasileño una poderosa planta que procesará una cantidad gigantesca de oro
negro, aunque con ello haya fracasado en parte la táctica norteamericana de
apoyarse en Brasil para el desarrollo del combustible derivado de la caña,
cuestión que no se ha abandonado y es de interés de las grandes empresas
agrarias. En la misma línea va el corredor transoceánico que desde el puerto
de Santos movilizará las mercancías hasta los puertos de Arica e Iquique.



La señora Kirchner ya ha dado suficientes pruebas de que paulatinamente irá
derechizando el gobierno argentino manteniendo sólo algunas de las políticas
"progresistas" que caracterizaron a su hombre. Dentro de poco se espera que
comience la represión contra la insurgencia de Gualeguaychú que llegó a
movilizar 100 mil personas contra las empresas pasteras que se están
instalando en territorio controlado por el estado uruguayo, país donde los
izquierdistas en el gobierno han levantado consignas nacionalistas y
patrióticas para justificar el funcionamiento de la empresa que procesa la
celulosa. De nada ha servido que la empresa depredadora haya tenido que
paralizar dos veces su funcionamiento para contener la fuga de gases
contaminantes.



Los colombianos están de fiesta con voladores de luces en torno a la
tragedia humanitaria de los prisioneros de las FARC, en que diversos
presidentes se pelean por ser los intermediarios para su liberación
empujando a Chávez para sacarlo del camino, en tanto el gobierno se regocija
en medio del revuelo esperando que Papá Noel le conceda el deseo de
arrancarle los presos a la guerrilla. Esta última no consigue avanzar y se
limita a dar golpes de vez en cuando. En medio de ambos -gobierno y
guerrilla- se organizan dos corrientes populares, una marcada por la
socialdemocracia junto a la vieja izquierda intentando copar municipios
desde los cuales disputar el poder central y la otra en un sostenido proceso
de organización independiente por abajo en que se destacan comunidades
originarias, sectores campesinos y afrodescendientes.



En Ecuador la aplanadora Correa afila estacas para la nueva Constitución
mientras las comunidades originarias agrupadas en la CONAIE elaboran y
circulan proyectos muy interesantes que no son los mismos ni parecidos a los
que proponen la máquina correista, más dedicada a asegurar una cohesión
estatal capitalista que a reorganizar la sociedad sobre la base de la
territorialidad, la identidad, la autogestión y las comunidades. Correa ha
demostrado que no era tan izquierdista como lo querían mostrar algunos
desesperados por decirle al mundo que ha llegado la época de los avances
populares. Al menos el programa de Morales cuenta con el reconocimiento
formal de los ayllus.



En Perú el movimiento social está inmovilizado después de haber instalado a
García en el gobierno, cuyo programa ha conseguido arrastrar tras de si a
sectores importantes de la oligarquía y aún de dirigentes e intelectuales
populistas. En México han fracasado todas las iniciativas sistémicas por
acabar con el zapatismo y la midia ha optado por invisibilizar su presencia
manteniendo en el más profundo silencio la ofensiva derechista por desalojar
a las comunidades bases de apoyo zapatista de sus tierras, ofensiva que
hasta ahora se ha estrellado con la fortaleza de los municipios autónomos.
En Uruguay ya todos saben que el gobierno de los ex tupamaros es el gobierno
de la traición.



De ese modo podemos caracterizar el año que terminó como el fin de la
ilusión izquierdista de avanzar al cambio social desde los gobiernos. Los
diarios y medios de la izquierda continental se esmeraban por mostrar con
grandes titulares como las fuerzas populares avanzaban apoderándose de los
gobiernos, haciendo abstracción de la diferencia abismal del papel
protagonista de aquellas dinámicas que derribaban autoridades con relación a
aquellas que llevaban ordenadamente al ganado a emitir su opinión acerca de
quien estaría al mando del aparato de dominación.



En conclusión la ausencia del protagonismo social y del poder popular se
está haciendo notar. Los serios retrocesos de Chávez y de Evo han arrojado
un balde de agua fría a las ilusiones de los demagogos que querían sacar del
sombrero del sistema el conejo del cambio social con un abracadabra o un
ábrete sésamo escrito en el mismo lenguaje que la sociedad ya no acepta.



Si el lenguaje del cambio desde arriba se apropia hábilmente de los colores
de las iniciativas sociales desde abajo, poco fruto ha dado la argucia de
pintar el futuro con colores diferentes. La gente se da cuenta que se trata
de un lenguaje democrático de camuflaje para imponer otra vez la bota
autoritaria de los partidos y el verticalismo que en vez de abrir las
compuertas de la iniciativa social, las cierra para subordinar a la
población a los nuevos zares, a los nuevos populistas que no aprenden de la
caída del muro, que creen que es suficiente un discurso agitador y
excitante.



En los territorios controlados por el estado chileno cada cierto tiempo se
sale un grupo de los partidos tradicionales y se lanza sobre lo social
disfrazándose de "autónomos" con piel de oveja tratando de cambiar el
lenguaje para capitalizar el inmenso descontento que recorre las
poblaciones, barrios, campos, centros de trabajo y estudio. Del PC salió la
Fuerza Social que se alió a la surda para dirigir algunos sectores, entre
ellos la federación de estudiantes de la Universidad de Chile. Luego del PC
siguen saliendo sectores y sectores como que se estuviera descascarando. Las
crisis electorales y la distancia entre la insatisfacción social y los
ridículos resultados electorales obtenidos por la izquierda no permiten ni
tan siquiera ofrecer un producto más o menos viable o confiable a la gente,
que se distancia en la misma medida que los grupos se salen de ese partido
para ir detrás de ellos a tocar su puerta como una competencia de vendedores
uno tras el otro, como ha ocurrido en Peñalolén y en un sector de
secundarios en este último período, sector que se ha acercado a la directiva
de la Fech que, dicho sea de paso, ya no se trata de la alianza entre la
Surda y la Fuerza Social, sino de los autonomistas salidos de la Surda con
la FS.



Esas izquierdas recicladas ofrecen la particularidad de que tienen la
suficiente sensibilidad para darse cuenta que la población está cansada de
los partidos y que ya no los siguen, por lo que creen que basta sacarse la
camiseta que dice "partido" para colocarse la que dice "autónomos" para
seguir en el mercado de los discursos. Lo que los identifica rápidamente es
la insistencia de constituir redes transversales de sectores sociales que
eviten que se instale el protagonismo de la población local en cada
territorio. Siendo beneficiosas esas redes para impulsar la cooperación y el
apoyo mutuo, sólo pueden lograrlo si en cada localidad el énfasis se orienta
a la formación del poder popular en la forma de empoderamiento social que
permita instalar las bases de los municipios autónomos. Una cosa es
encontrarse en las localidades con los sectores de izquierda de abajo, que
estimulan el protagonismo social territorial y otra cosa es trabajar con los
sectores que priorizan por las redes transversales cuya orientación se hace
sobre la base de programas generales que casualmente sólo pueden tener
solución desde las esferas estatales, quedando como modos de reajuste de las
instituciones, sin valorar para nada o asignando una categoría secundaria al
papel de instituciones nuevas derivadas del contrapoder. Difícil está siendo
instalar la discusión con estos sectores sobre la importancia de las
escuelas barriales o locales autónomas, orientando ellos a sus estudiantes a
que sólo presten atención a la lucha por la gratuidad de la educación y por
modificaciones internas de la red institucional. Cuando se habla con ellos
de identidades, casualmente coinciden en que sólo se habla de identidad "de
clase", cuando se habla de salud comunitaria sólo atienden la temática de la
función estatal de la salud y así sucesivamente. Le temen a la construcción
del protagonismo local, tal como el soviet supremo le temía a la autonomía
de los soviets. Le temen a la Comuna, a la que Marx reconoció que debía
asumir las funciones del estado, dejando para este último algunas formas de
coordinación. Son más bien seguidores de Engels, que afirma en la
introducción a "La Guerra Civil en Francia" que la Comuna representa la
"dictadura del proletariado".



Son los sectores que apuntan a la centralidad del estado, a la mantención
del capitalismo bajo la forma estatal, no creen en la autogestión ni en las
redes de economía alternativa, a menos, claro, que estén subordinadas a las
redes transversales genéricas que pueden ser fácilmente controladas y
dirigidas desde la argumentación presentada en asambleas o reuniones
"nacionales" donde solamente se operan modos de introducir reformas internas
a las instituciones del poder central. Le temen a imaginar que las
localidades puedan pensar diferente unas de las otras y al final se
transforman en base de sustentación de la políticas electorales e
institucionales de la izquierda tradicional con la que no tienen empacho de
llegar a acuerdos y negociaciones identificándolos como aliados estratégicos
intentando convencernos de que tenemos "la ideología" como territorio común,
lo que es más falso que Judas, con el perdón de Judas.



Si las experiencias de Venezuela, Nicaragua, Brasil, Uruguay, Argentina,
Bolivia y Ecuador están demostrando que sin protagonismo desde abajo y desde
las localidades no hay avance posible, sino más bien afianzamiento del
capitalismo y retrocesos sociales que están favoreciendo las salidas
derechistas y neoliberales, mal se haría si no se aprende y si no se cambia
el eje de construcción estratégica rápidamente hacia la consolidación y
multiplicación de las experiencias sociales autónomas que desde las
localidades puedan instalar otra economía.



El año 2008 es un año electoral municipal en que el PC ha establecido
acuerdos con los partidos de gobierno para distribuirse algunos municipios
por la vía que se ha llamado de "la omisión", donde la aún llamada izquierda
no presentará candidatos a alcaldes en algunos municipios con la condición
de que la coalición de gobierno hará lo mismo en otras municipalidades en
que el PC tiene condiciones de instalar alcaldes. El objetivo explícito de
esta negociación a espaldas de la sociedad es el de aumentar de cinco
alcaldes a una cifra que por lo menos duplique esa cantidad. Todo ello
acompañado de la ofensiva del PC por el "fin de la exclusión", que no es más
que conseguir modificar la ley para que los partidos pequeños puedan acceder
al parlamento, lo que también ha significado rondas de negociaciones aún con
los partidos de derecha.



Así, las organizaciones desprendidas de la izquierda tradicional, en vez de
sumarse a las experiencias de autonomía social, sólo llevan aguas al molino
del reformismo. Su salida de las viejas instancias partidarias no obedece a
la necesidad de desarrollar otras políticas sociales, sino a la importancia
de no perder terreno y no permitir que el protagonismo social se desarrolle
al punto de que pueda encontrar salidas desde abajo sin someterse a la
centralidad.



La única centralidad posible son los espacios de coordinación e intercambio
entre las autonomías sociales locales y territoriales, lugares donde deben
tomarse todo tipo de decisiones sin transferir ni delegar la soberanía
popular, transitando así a la democracia no representativa. Trabajar hoy día
junto a los que están contra esa perspectiva y que quieren arrastrarnos a la
creación de centros de decisión, es sacrificar el desarrollo del cambio
social. Que lo digan los venezolanos, los argentinos, los ecuatorianos, los
bolivianos, los brasileños, los uruguayos, los nicaragüenses, etc.



Que no nos pase a nosotros.



Abrazos


Jaime Yovanovic, Profesor J